Los técnicos españoles de la estación de seguimiento en Madrid fueron los primeros en enterarse del alunizaje del 'Apolo 11' en 1969.
Isabel Rubio
Cuando el Apolo 11 alunizó el 20 de julio de 1969, la NASA dijo a los astronautas Neil Armstrong
y Buzz Aldrin que tenían que dormir.
“Llevo años preparándome para
esto, 400.000 kilómetros recorridos, he bajado a la Luna con ciertas
dificultades y ¿ahora me dices que tengo que dormir?”.
Esta fue entonces
la reacción de Armstrong, según recuerda Carlos González, uno de los
pocos técnicos españoles contratado por la NASA para participar en la
misión.
Estados Unidos pretendía que, cuando Armstrong pusiera el pie en la
Luna, todo el territorio americano estuviera siguiendo este hito
histórico.
Para ello debería hacerlo a una hora conveniente para todos
los ciudadanos del país.
Ambos astronautas renunciaron a dormir y
comenzaron a tomar fotos del paisaje lunar.
Tras unas seis horas de
espera, la NASA les dio permiso para abandonar la nave y pisar, por
primera vez, la Luna.
González controló las comunicaciones del Apolo 11 desde la
estación de seguimiento de Fresnedillas de la Oliva (Madrid) junto al
ingeniero español José Manuel Grandela, que tenía solo 23 años cuando la
NASA le contrató para participar en la misión.
Este martes ambos han
rememorado la llegada del hombre a la Luna en un acto celebrado en el
Centro de Astrobiología con motivo del estreno este jueves de la película First man- El primer hombre, que narra la historia de Neil Armstrong.
“Teníamos una posición de privilegio
porque escuchábamos las transmisiones entre Houston y el Apollo 11 antes
que nadie”, ha recordado González.
Estos españoles fueron los primeros
en escuchar las palabras con las que Armstrong confirmó que habían
aterrizado en la Luna: “The eagle has landed” (El águila ha aterrizado).
“Aquel día Armstrong quería bajar a la
Luna pasara lo que pasara”, ha contado González.
Hubo varias
situaciones críticas en las que la misión estuvo en riesgo.
A la hora de
aterrizar, Armstrong se dio cuenta de que estaban sobrevolando puntos
de superficie cuatro segundos antes de lo previsto y que eso le
obligaría a aterrizar unos ocho kilómetros más lejos de lo calculado.
“Houston le propuso abortar la misión pero Armstrong tomó el control
semiautomático y con Buzz Aldrin dándole datos de altitud y velocidad,
alunizó con combustible para menos de treinta segundos”, ha subrayado
González.
“Cuando la NASA les permitió abandonar
la nave, Armstrong se puso su traje, que en la tierra pesaba 80 kilos, y
su mochila de supervivencia.
Después, despresurizó el módulo lunar,
abrió la escotilla y, al intentar salir, se tropezó en dos ocasiones.
Entonces se preguntó: ¿Cómo es posible que haya hecho esto 300 veces en
el simulador y ahora tropiece?”, cuenta González.
Este español también tenía acceso a
las constantes vitales de los astronautas.
A Armstrong, según recuerda,
“le empezaron a subir las pulsaciones” al ver que no conseguía abandonar
el módulo lunar. Pero finalmente lo consiguió.
“Es un pequeño paso para
el hombre, un salto gigante para la humanidad”, dijo entonces el
astronauta.
Hasta que Aldrin pisó la Luna pasaron
17 minutos, según afirma Grandela.
El astronauta, sostiene el ingeniero,
se dio cuenta de algo que aparentemente se les había pasado por alto a
los ingenieros que construyeron la nave:
“La escotilla no tenía manillar
por fuera y pese a que allí no hay corrientes se quedó buscando algo
por si acaso para poner en la puerta y evitar que se cerrara”.
La carrera espacial
Esta misión fue un hito importante
para EE UU en la carrera espacial con los soviéticos.
José Manuel
Grandela afirma que “la NASA tenía un programa ambicioso”: “Quería
enviar 20 misiones a la Luna y luego crear allí un lugar habitable”.
Pero en diciembre de 1972 el proyecto de la NASA quedó paralizado.
Los
astronautas del Apolo 17, Eugene Cernan y Harrison Schmitt, fueron los últimos en pisar la superficie lunar el 11 de diciembre de 1972.
Ya han pasado 45 años desde que un
humano aterrizó en la Luna por última vez.
“Pero gracias a las misiones
Apolo y a las muestras que trajeron de la Luna, hoy tenemos una idea de
cómo se formó y del origen del sistema solar, una información que ha
sido la base de toda la ciencia posterior”, ha asegurado el director del
Centro de Astrobiología, Miguel Hesse.
Además, según ha explicado
Grandela, ese hito sirvió para generar toda una “avalancha de inventos
en ingeniería, informática, materiales o combustibles de los que hoy se
beneficia toda la humanidad”
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