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19 jun 2018

No estar casado aumenta un 55% el riesgo de morir por un ictus, según el mayor estudio hasta la fecha




Los resultados, observados en dos millones de personas, podrían explicarse por el cuidado mutuo en las parejas.

Parejas de recién casados pasean tras contraer matrimonio en la Catedral de Lisboa, el 12 de junio.
Parejas de recién casados pasean tras contraer matrimonio en la Catedral de Lisboa, el 12 de junio.
El cardiólogo Luciano Consuegra recuerda cómo su equipo se empezó a dar cuenta de que las personas viudas morían antes que las casadas tras sobrevivir a un infarto de miocardio. 
Los médicos empezaron a acumular pistas, hasta tener una base de datos de 7.400 pacientes ingresados en dos hospitales de Murcia. Las personas viudas tenían un 30% más de posibilidades de fallecer de manera prematura.
 “Vimos, por ejemplo, que las personas viudas tardaban 40 minutos más que las casadas en acudir al hospital tras detectar las primeras señales de alarma de un infarto, como el dolor en el pecho”, explica.
El trabajo de Consuegra es uno de los incluidos en la mayor revisión sistemática de los efectos del matrimonio en la salud. 
Para una persona, el hecho de no estar casada está asociado a un riesgo un 55% mayor de morir por un ictus y un 43% mayor de fallecer por una enfermedad de las arterias coronarias, como una angina de pecho o un infarto agudo de miocardio, según el nuevo estudio, publicado en la revista especializada Heart.
Un trabajo en Murcia observó que las personas viudas tenían un 30% más de posibilidades de fallecer tras sobrevivir a un infarto de miocardio
El trabajo repasa más de tres decenas de estudios anteriores, con datos de dos millones de personas de medio mundo, desde Estados Unidos a Japón, pasando por Finlandia y Reino Unido. 
Sus conclusiones sugieren que estar casado tiene un efecto saludable. 
“Los beneficios del matrimonio en la salud y en la mortalidad se han demostrado en ambos sexos, en diferentes grupos étnicos”, subrayan los autores, encabezados por el cardiólogo Mamas Mamas, de la Universidad de Keele, en Reino Unido.


Los resultados hay que analizarlos con cautela.
 En 2012, el cardiólogo suizo Franz Messerli anunció el hallazgo de “una correlación sorprendentemente poderosa entre la ingesta de chocolate per cápita y el número de premios Nobel en varios países”. 
Suiza aparecía como el país que más chocolate consumía y más galardones recibía por cada 10 millones de habitantes. El ejercicio, una broma de Messerli, pretendía llamar la atención sobre la fragilidad de las correlaciones en cardiología.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo.
 La Organización Mundial de la Salud calcula que en 2015 murieron por este motivo 17,7 millones de personas, el 31% de todos los fallecimientos registrados en el planeta. 
“Mientras que el 80% del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares en el futuro se puede predecir a partir de factores de riesgo conocidos, como la vejez, el sexo masculino, la hipertensión, la hiperlipidemia [el colesterol alto], el tabaquismo y la diabetes mellitus, los factores determinantes del 20% restante siguen sin estar claros”, explica el equipo de Mamas.

El estado civil debería considerarse, quizá, como “un factor de riesgo en sí mismo”, plantean los autores. Su estudio, sin embargo, reconoce sus limitaciones.
 Las decenas de investigaciones analizadas utilizaron diferentes metodologías. 
Por ejemplo, la definición de enfermedad cardiovascular es distinta en varios estudios. Y el trabajo tampoco examina la situación de personas que conviven fuera del matrimonio.
“Una de las principales limitaciones de nuestra investigación es que no compara los resultados de pacientes que están casados con los de aquellos que viven juntos en relaciones estables
. Creo que los beneficios del matrimonio probablemente están relacionados con interacciones sociales más cercanas.
 Las parejas incitan a acudir al médico antes, cuando aparecen los primeros síntomas, y ofrecen apoyo. 
 Este beneficio ocurriría también en personas que viven juntas sin estar casadas”, señala Mamas.

“No puede descartarse la posibilidad de que las diferencias observadas entre las personas casadas y las no casadas no tenga nada que ver directamente con su estado civil”, advierte el experto en estadística Kevin McConway, de la Universidad Abierta de Reino Unido.
 “Quizá haya otros factores que influyan en las posibilidades de que una persona se case o se mantenga casada y eso, independientemente, afecte a las posibilidades de tener una enfermedad cardiaca o un ictus”, ha explicado McConway al portal Science Media Centre.
El cardiólogo Luciano Consuegra —del Hospital Universitario de Santa Lucía, en Cartagena (Murcia)— es menos escéptico. 
“Estar casado es una forma de que alguien te cuide, es una relación de cuidado mutuo.
 Si alguien está pendiente de ti, te tomas las pastillas de tu tratamiento, te insisten en que dejes de fumar”, expone. 
“No es una cuestión de estar casado, sino de estar acompañado”.

 

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