Un Blues

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30 jun 2018

La misteriosa muerte entre rejas del ‘estrangulador de Boston’

Albert DeSalvo murió en prisión en 1973.

 Había confesado la muerte y violación de 13 mujeres.

 Los investigadores no lograron probarlo y el caso sigue abierto.

 

Albert DeSalvo (izq.) es conducido al interior de los juzgados en Cambridge (Massachusetts), en enero de 1968.
  Era noviembre de 2000 y 36 años después de que muriera la última de las 13 víctimas, uno de los casos más celebres de asesinatos en serie del siglo XX estaba a punto de ser reabierto. 
El llamado Estrangulador de Boston, magistralmente encarnado en el cine por Tony Curtis, podría seguir vivo, en opinión de la familia de una de las mujeres asesinadas y de la familia del propio Albert DeSalvo, el hombre que confesó los crímenes y murió en prisión sin haber sido juzgado por ellos.
 Entre el 14 de junio de 1962 y el 4 de enero de 1964, 13 mujeres fueron violadas y estranguladas en su domicilio.
Aunque sus edades eran muy dispares (entre los 19 y los 85 años), todas las muertes resultaban similares: el asesino se presentaba en casa de la víctima haciéndose pasar por fontanero o empleado de la compañía telefónica, se ganaba su confianza y, una vez dentro, cometía la agresión. 
Utilizaba una media o un pañuelo para el estrangulamiento, que dejaba en torno al cuello, anudado con un gran lazo.
 Entre los dedos de los pies de Mary Sullivan, la última víctima, colocó una felicitación de Año Nuevo.
 La policía no conseguía dar con la persona que aterrorizaba a la ciudad y a quien los periódicos llamaban "el criminal fantasma". Tenía sospechosos, pero ninguno de ellos podía haber cometido toda la serie de crímenes. 

Pero ocurrió algo inesperado.
 El 27 de octubre de 1964, un hombre logró entrar, haciéndose pasar por detective, en el domicilio de una joven.
 La ató, la violó y luego se fue, tras decir "lo siento".
 La descripción ofrecida por la víctima condujo a la identificación de Albert DeSalvo, casado y con dos hijos, con numerosos antecedentes por robo y abuso sexual. 
Cuando su fotografía fue publicada en los periódicos, decenas de mujeres dijeron haber sido violadas por DeSalvo. 
 Los casos que afloraron no parecían guardar relación alguna con los crímenes del estrangulador.
En realidad, nadie acusó nunca a DeSalvo de ser el Estrangulador de Boston, salvo él mismo.
 Un año después, cuando permanecía en el Hospital Estatal de Boston —se le diagnosticó esquizofrenia— a la espera de varios juicios por violación, anunció a su abogado que él era el autor de todas las muertes. 
El propio abogado, Lee Bailey, creyó que la confesión era falsa y que DeSalvo solo pretendía reforzar la impresión de que estaba loco y escribir una Autobiografía del Estrangulador de Boston con la que ganar dinero para su familia. 
Ninguna prueba le ligaba a los crímenes y no se le juzgó por ellos.
El 26 de noviembre de 1973, cuando tenía 42 años, DeSalvo fue asesinado en la cárcel. 
Y el caso quedó cerrado.
 Hasta que Casey Sherman, sobrino de Mary Sullivan, la última víctima, leyó en 1995 Los estranguladores de Boston, de Susan Kelly. 
El libro sostenía que no hubo un solo asesino, sino varios que se imitaron recíprocamente. 
Sherman preguntó a su madre, y ella le confesó su convicción de que DeSalvo no era el hombre que mató a su hermana. 
Sherman pidió entonces las grabaciones de la confesión de DeSalvo y descubrió que su descripción de los asesinatos no se ajustaba a lo establecido por las autopsias.
 Sherman, aliado con Richard DeSalvo, el hermano de Albert, pidió que se reabriera el caso.
En octubre de 2000, el fiscal general de Massachusetts, Thomas Reilly, anunció que se había hallado material genético (no especificó cuál) relacionado con el asesinato de Mary Sullivan y que se intentaría realizar la prueba del ADN.
 El cadáver de la víctima fue exhumado, se recogieron muestras y la familia DeSalvo aportó restos del presunto asesino.
 Aún no es seguro que la prueba genética pueda arrojar resultados concluyentes, dada la antigüedad de las muestras.
Casey Sherman repasó la lista de personas que investigaba la policía de Boston antes de la confesión de DeSalvo.
 En el caso de su tía, el principal sospechoso era el novio de una de las compañeras de piso de Mary Sullivan, que fue visto por un testigo en las cercanías de la vivienda hacia la hora en que debió cometerse el asesinato.
 El sospechoso fue sometido en 1964 al detector de mentiras y, según el no muy fiable sistema poligráfico, su coartada era falsa.
 Como todas las muertes acabaron cargándose en el expediente de DeSalvo, la policía dejó de investigar a ese sospechoso. 
Sherman le localizó tiempo atrás en su actual residencia, en Nueva Inglaterra, y le propuso que se sometiera a la prueba del ADN para despejar dudas.
 El sospechoso se negó. 

En diciembre de 2001, un equipo científico puso en duda con pruebas genéticas que Albert de Salvo fuera el asesino de las 13 víctimas, tras examinar el cuerpo de la última asesinada, Marry Sullivan, fallecida el 4 de enero de 1964; con lo que el caso sigue abierto. 
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 14 de noviembre de 2000

 

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