De izquierda a derecha, Bel Powley, Elle Fanning, Douglas Booth y Tom Sturridge en una escena de 'Mary Shelley'.
La frustración y tristeza de Mary Shelley
es abrumadora. Con solo 18 años escribió una de las obras más geniales
de la literatura universal. Era mujer y no pudo firmar la obra con su
nombre. Nadie creía que esa historia fantástica y misteriosa sobre la
vuelta a la vida de una criatura mecánica y amenazante, solitaria y
abandonada, hubiera salido de la mente de una mujer. Solo accedieron a
editarla en enero de 1818, dos años después de escribirla, sin firma y
con una introducción de su pareja, el afamado poeta Percy B. Shelley. Cuando se cumplen 200 años de la publicación de Frankenstein o el moderno Prometeo, se estrena en el Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant JordiMary Shelley, un biopic
sobre la autora británica que es todo un viaje por el dolor, la muerte,
la traición y el amor que marcaron la vida de esta mujer valiente y
transgresora a principios del siglo XIX. Dirigida por la directora de Arabia Saudi Haifaa Al-Mansour,
el filme, que se estrena en España el próximo 13 de julio, está
protagonizado por Elle Fanning, como Mary Shelley; Douglas Booth (Percy Shelley), Bel Powley (Claire, hermana de la escritora) y Tom Sturridge (Lord Byron). “Libérate y busca tu propia voz”. El consejo de su padre no abandonó
nunca a esta joven Mary Shelley, nacida en Londres en 1797 y criada en
un ambiente familiar poco dado a los sentimientos y las necesidades
emocionales, pero marcado por la pasión por los libros y la filosofía. Mary Shelley
hace un retrato sobre esta niña huérfana; su madre, la filósofa Mary
Wollstonecraft, murió a los diez días de nacer ella, y ella trasladó
toda su orfandad y soledad a esa criatura literaria que ha inspirado
desde entonces a escritores, cineastas o dramaturgos. Se ve a la joven
Mary Shelley escribiendo sus primeras palabras sentada en la tumba de su
madre, una mujer feminista y radical, que influyó decisivamente en los
pensamientos de su hija, en la curiosidad por la ciencia y el
galvanismo, por la posibilidad de crear vida desde la muerte. “Aquí
siento su abrazo. Es mi santuario”, se consuela la autora en el
cementerio.
A la proyección del filme en el certamen de Barcelona, al que no pudo
asistir su directora, Haifaa Al-Mansour, primera mujer que dirigió una
película en Arabia Saudí, en 2012, La bicicleta verde, siguió un coloquio sobre la figura de Frankenstein y su legado literario y artístico en el mundo, que ha contado con la participación del director del Festival de Cine Fantástico de Sitges,
Ángel Sala, y del profesor de Historia Contemporánea de la Universidad
de Barcelona, Francesc Sánchez-Barba. Sala subrayó el origen femenino de
esta obra clave de la historia del mundo gótico y fantástico. "Siempre
se resalta al doctor Frankenstein y al monstruo creado por él, pero poco
se dice de la mujer que está detrás de este gran clásico, una joven
obsesionada por la ciencia y lo sobrenatural. Este mito surge en medio
del romanticismo de la época y del círculo que rodeó a Mary Shelley,
formado no solo por el poeta Percy Shelley, sino también por lord
Byron”, explicó Sala, que ya prepara un evento en torno a este aspecto
femenino del mito de Frankenstein dentro de la programación del próximo
festival de Sitges.
Para Sánchez-Barba, director adjunto del Centre Film-Historia, el
mito de Frankenstein pone el acento en cómo la obra de Shelley encara de
manera valiente los problemas morales y los desafíos científicos, en
pleno siglo XIX.
“Encarna los deseos de emular la divinidad, la lucha
entre lo divino y lo humano, aunque no deja de ser una reacción
literaria a la imaginación, las pesadillas, los sueños y los deseos
ocultos de algunas personas”, señala Sánchez-Barba, que resalta la
teoría clásica de que el universo fantástico, los terrores y la ciencia
ficción se relacionan con los periodos de entreguerras.
“Curiosamente,
la gestación de la primera película sobre Frankenstein, que dirigió
James Whale, se gesta en 1931, entre la Primera y la Segunda Guerra
Mundial”, añade el profesor, que duda de que esta criatura romántica y
trágica, que tan bien ha encajado a lo largo del siglo XX, pueda hacerlo
en el siglo XXI.
“No sé si ese personaje solitario, triste, que vaga por el mundo en un
viaje emocional y lento, podrá adaptarse a los fenómenos de las redes
sociales y a la velocidad de vértigo de hoy”.
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