El escritor madrileño, galardonado con el Premio de la Crítica por su novela 'Berta Isla'.
Sin
embargo, es reticente a recibir los premios que vienen del erario
público, pero este de la Crítica está limpio de esos aditamentos.
Es la segunda vez que lo gana este madrileño cosmopolita,
nacido en 1951, académico de la Lengua, novelista precoz (a los veinte
años presentó su primer libro), crítico fulgurante de los hábitos
rancios de la sociedad española (acaba de publicar su recopilación de
columnas en EL PAÍS, Cuando los tontos mandan).
Su primer premio de la Crítica le fue concedido hace 26 años por Corazón tan blanco, la novela que lo puso en el mapa del mundo.
Pregunta. Usted rechaza premios oficiales. Este se lo otorgan y solo recibe de él prestigio.
No hay dinero oficial ni ningún otro blasón. ¿Está contento?
Respuesta. Hace tanto que recibí el que me dieron por Corazón tan blanco… Entonces, la alegría podía ser más vehemente que la que tengo ahora, pero sí estoy contento.
A estas edades uno puede pensar que está acabado, o por lo menos declinante, ya sea porque la imaginación decae o porque el estilo empeora.
P. Los críticos dicen lo contrario.
R. Eso parece, y eso es lo que me puede producir alegría.
Según los críticos de este país, parece que 26 años después, mi estilo no ha declinado, como si dijeran “usted todavía escribe aceptablemente, está en forma a la hora de escribir”, y eso me tiene que poner íntimamente contento.
P. Es más, puede ocurrir que se halle usted en estado ascendente, pues recibe este premio un tercio de siglo después que el que obtuvo por su novela más famosa.
R. No me atrevo a creer eso.
De hecho, cuando ojeo mis libros para alguna reedición, porque no me releo, tengo que ver páginas antiguas y tiendo a decirme: “Antes escribía mucho mejor”.
Al escribir Berta Isla tuve que repasar Tu rostro mañana, porque en esta última novela rescato personajes de aquel entonces.
Son textos de 2002 y de 2007.
Y a medida que leía más páginas me iba diciendo: “Esto es mejor que esto otro”. Por los motivos que fueran iba pensando lo contrario de lo que ahora parece decir el jurado de la Crítica. ¡Yo me veía más bien declinante!
P. 1971, desde su primer libro, hasta 2018… ¿Qué hay en el centro de las preocupaciones que ha llevado a la novela?
R. ¡1971, parece el siglo XVIII! Al cabo de tantos años creo que he ido conformando un mundo literario propio que, con variaciones, me ha permitido profundizar en asuntos que ya están en Todas las almas y se prolongan en este libro ahora premiado
. El libro, por cierto, ha tenido buena fortuna de momento con los lectores y con los críticos, y este premio consolida esa impresión. ¡A lo mejor tengo más oficio del que yo mismo me creo! Sin pretenderlo, he aprendido a manejar técnicas más eficientes.
(Si gana el Nobel solo le falta que Isabel preysler deje a Vargas Llosa, y el caso es que se la presentará él y usted se quede como ese corazón tan blanco, prendado de ella.)
Su primer premio de la Crítica le fue concedido hace 26 años por Corazón tan blanco, la novela que lo puso en el mapa del mundo.
Pregunta. Usted rechaza premios oficiales. Este se lo otorgan y solo recibe de él prestigio.
No hay dinero oficial ni ningún otro blasón. ¿Está contento?
Respuesta. Hace tanto que recibí el que me dieron por Corazón tan blanco… Entonces, la alegría podía ser más vehemente que la que tengo ahora, pero sí estoy contento.
A estas edades uno puede pensar que está acabado, o por lo menos declinante, ya sea porque la imaginación decae o porque el estilo empeora.
P. Los críticos dicen lo contrario.
R. Eso parece, y eso es lo que me puede producir alegría.
Según los críticos de este país, parece que 26 años después, mi estilo no ha declinado, como si dijeran “usted todavía escribe aceptablemente, está en forma a la hora de escribir”, y eso me tiene que poner íntimamente contento.
P. Es más, puede ocurrir que se halle usted en estado ascendente, pues recibe este premio un tercio de siglo después que el que obtuvo por su novela más famosa.
R. No me atrevo a creer eso.
De hecho, cuando ojeo mis libros para alguna reedición, porque no me releo, tengo que ver páginas antiguas y tiendo a decirme: “Antes escribía mucho mejor”.
Al escribir Berta Isla tuve que repasar Tu rostro mañana, porque en esta última novela rescato personajes de aquel entonces.
Son textos de 2002 y de 2007.
Y a medida que leía más páginas me iba diciendo: “Esto es mejor que esto otro”. Por los motivos que fueran iba pensando lo contrario de lo que ahora parece decir el jurado de la Crítica. ¡Yo me veía más bien declinante!
P. 1971, desde su primer libro, hasta 2018… ¿Qué hay en el centro de las preocupaciones que ha llevado a la novela?
R. ¡1971, parece el siglo XVIII! Al cabo de tantos años creo que he ido conformando un mundo literario propio que, con variaciones, me ha permitido profundizar en asuntos que ya están en Todas las almas y se prolongan en este libro ahora premiado
. El libro, por cierto, ha tenido buena fortuna de momento con los lectores y con los críticos, y este premio consolida esa impresión. ¡A lo mejor tengo más oficio del que yo mismo me creo! Sin pretenderlo, he aprendido a manejar técnicas más eficientes.
(Si gana el Nobel solo le falta que Isabel preysler deje a Vargas Llosa, y el caso es que se la presentará él y usted se quede como ese corazón tan blanco, prendado de ella.)
P. Los temas que han ido conformando su mundo literario tienen su prolongación, dice, en Berta Isla…
¿Cuál sería el núcleo de ese interés por lo humano que usted ha convertido en literatura?
R. La imposibilidad de saber nada a ciencia cierta, incluso sobre nosotros mismos.
Aquí el tema está presentado con mayor nitidez que en otros libros.
El crítico José María Pozuelo Yvancos prolongó, en su apreciación de las deliberaciones del jurado, esa manera de ver Marías el propio fundamento de su obra: la novela “se sirve del género del espionaje para hacer bajar al lector a las profundidades de la condición humana y con su original estilo combina reflexión y acción, al que añade momentos líricos para entrar en grandes asuntos universales, como el amor, los secretos, la impenetrabilidad del otro o la falta de ética de las cloacas del Estado”.
Como el autor dice, y corrobora Pozuelo, Tu rostro mañana, libro que va al fondo del alma del propio Marías, abre el espacio por el que Berta Isla penetra con una fuerza formidable, la del estilo de este hombre que ayer por la tarde, contento con el galardón, se aprestaba a firmar libros en el Sant Jordi de este lunes, y a viajar a Italia, donde próximamente verá la luz en las librerías este Berta Isla cuyo éxito le hace pensar que no está tan declinante como a veces piensa.
Yo tb quiero ir a Italia , me busca usted uno de esos viajes baratitos y aunque he leído mucho nunca es suficiente con un pais propio.
¿Cuál sería el núcleo de ese interés por lo humano que usted ha convertido en literatura?
R. La imposibilidad de saber nada a ciencia cierta, incluso sobre nosotros mismos.
Aquí el tema está presentado con mayor nitidez que en otros libros.
El crítico José María Pozuelo Yvancos prolongó, en su apreciación de las deliberaciones del jurado, esa manera de ver Marías el propio fundamento de su obra: la novela “se sirve del género del espionaje para hacer bajar al lector a las profundidades de la condición humana y con su original estilo combina reflexión y acción, al que añade momentos líricos para entrar en grandes asuntos universales, como el amor, los secretos, la impenetrabilidad del otro o la falta de ética de las cloacas del Estado”.
Como el autor dice, y corrobora Pozuelo, Tu rostro mañana, libro que va al fondo del alma del propio Marías, abre el espacio por el que Berta Isla penetra con una fuerza formidable, la del estilo de este hombre que ayer por la tarde, contento con el galardón, se aprestaba a firmar libros en el Sant Jordi de este lunes, y a viajar a Italia, donde próximamente verá la luz en las librerías este Berta Isla cuyo éxito le hace pensar que no está tan declinante como a veces piensa.
Yo tb quiero ir a Italia , me busca usted uno de esos viajes baratitos y aunque he leído mucho nunca es suficiente con un pais propio.
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