Un Blues

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29 abr 2018

El suntuoso palacio madrileño que atraía a Isabel II con sus fiestas

El palacete de Fernán Núñez, al que la reina era asidua en el XIX, se alquila para rodajes y puede visitarse en grupos.

Salón amarillo, también llamado isabelino, del Palacio de Fernán Núñez, en la calle de Santa Isabel.

  Palacio de Fernán Núñez Pese a sus diferentes temáticas, las series El ministerio del tiempo (TVE), Las chicas del cable (Netflix) y El tiempo entre costuras (Antena 3) tienen algo en común: todas han usado como escenario el Palacio de Fernán Núñez, un magnífico edificio que ha mantenido intacto gran parte del mobiliario de la segunda mitad del XIX.

 “La particularidad de este palacio es que conserva alfombras, tapices, lámparas y muebles originales, lo que permite hacernos una idea de cómo vivía la nobleza en esta época”, explica Inmaculada García, conservadora del inmueble, que pertenece a la Fundación de los Ferrocarriles Españoles (FFE).

Según explica Juan Altares, gerente de Cultura y Comunicación de la FFE, la institución lo alquila para todo tipo de rodajes, desde las citadas series recientes a películas históricas como Dónde vas Alfonso XII, El maestro de esgrima o La duquesa.
 Los ciudadanos también pueden pasear por sus majestuosos salones, decorados con gran estilo por el conde de Cervellón y la duquesa de Fernán Núñez, y descubrir cuál era el rincón favorito de la reina Isabel II, bien formando un grupo (de 15 o 25 personas; unos 5 euros por persona) o con iniciativas como Bienvenidos a palacio, que organiza visitas a este tipo de edificios históricos (gratis).
La sobria fachada neoclásica de la calle de Santa Isabel no preludia el suntuoso interior que sorprenderá al visitante.
 Se accede por un amplio zaguán que fue entrada de carruajes y donde ahora recibe una exposición con fotografías históricas del palacio. 
Si se continúa hacia adelante, hay un amplio patio —techado posteriormente con estilo modernista— que da acceso a un antiguo salón de tapices.
 Fuera, una terraza de mármol preludia un hermoso jardín presidido por un majestuoso magnolio flanqueado por laureles y camelias.
 El antiguo invernadero es ahora un salón de actos.
De vuelta al zaguán aparece la escalera de honor, la principal, presidida por un retrato de Alfonso XII que pertenece al Museo del Prado (el palacio tiene en depósito tres cuadros de la pinacoteca). Por esta escalera se accedía cada vez que había uno de los fastuosos bailes de trajes que pusieron el palacio en el mapa de la prensa nacional e internacional. 
"Los bailes más importantes tuvieron lugar en 1862 y 1863. El primero de ellos fue de temática quijotesca y apareció profusamente en la prensa de la época", dice García.
 “Cuando los Reyes subieron y tomaron asiento en el salón, empezó a desfilar por delante de ellos una brillante comparsa. [...] Después comenzó el baile”, confirma una crónica de 1863 de la revista La Violeta.
 La duquesa de Fernán Núñez era mayordoma de Isabel II, así que los reyes solían acudir a sus fiestas.
Recibidor que da acceso a la zona noble del palacio.
Recibidor que da acceso a la zona noble del palacio.
Arriba espera la zona noble. 
El salón rojo mantiene la gran alfombra elaborada en 1860 en la Real Fábrica de Tapices y todos los muebles originales, de estilo isabelino, además de una lámpara original de cristal francés y los cortinajes y chimenea de la época.
 De ahí se accede al salón de baile, joya de la corona: tiene ocho metros de altura y tres lámparas monumentales de cristal de Baccarat;
 está decorado con pinturas que muestran niños con instrumentos y vidrieras pintadas.
 Al fondo, el palco de los músicos, al que subían los intérpretes; los nobles les hacían peticiones desde abajo a través de un tubo oculto en la pared.
Se dice que Isabel II tenía predilección por el siguiente salón, el amarillo —o isabelino—, y que se sentaba en un extremo del sofá de estilo francés que alberga.
 Es sencillo imaginársela en ese cómodo mueble realizándole alguna confidencia a la duquesa de Fernán Núñez, que escucharía atenta. 
La sala mantiene las enteladas de 1900 con sedas amarillas de Lyon y pinturas de Vicente Palmaroli.
 Más adelante está el comedor de gala, más sobrio y de estilo inglés, hecho en madera de nogal y decorado con un faisán profusamente tallado en madera. 
El comedor se adquirió en París en 1867 y se hizo traer aquí, y mantiene una chimenea neorrenacentista y un techo de estuco que imita fielmente la madera.
Y aún quedan otras salas como el comedor de diario, adornado con madera de roble y tapices, o la sala de música, donde no quedan muebles originales, sino los que adquirió el ministro de Fomento Gonzalo Fernández de la Mora.
 La sala de billar está presidida por un cuadro de Ramón Bayeu —cuñado de Goya—, titulado El juego de los niños y también cedido por El Prado.
 Al fondo, una escalera de nogal tallada con motivos vegetales y el escudo de los duques dicen adiós al visitante tras permitirle sentirse como un duque o una reina del siglo XIX.
El fastuoso salón de baile del Palacio de Fernán Núñez, con su decoración y lámparas originales; al fondo, el palco de los músicos. El fastuoso salón de baile del Palacio de Fernán Núñez, con su decoración y lámparas originales; al  fondo, el palco de los músicos.

 

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