Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
26 abr 2018
Así se vestía Frida Kahlo para corregir sus defectos físicos
Luisgé Martín
Vista de la exposición 'Las apariencias engañan', en el Museo Frida Kahlo de Ciudad de México.
Fotografía de Javier Hinojosa (Archivo Diego Rivera y Frida Kahlo, Banco de México Fiduciario en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo)
La pintora mexicana utilizó sus vestidos para disimular defectos físicos y reivindicar el folclore de su país
En la
Casa Azul de Coayacán, en Ciudad de México,
hay desde 2012 una exposición sobre los vestidos que usaba
Frida Kahlo
.
La moda ha ido conquistando poco a poco la categoría de arte y ha irrumpido en los museos sin complejos, pero el sentido de esta exhibición no es únicamente estético, sino también político y curativo: se llama
Las apariencias engañan
porque trata de mostrar el modo en el que la pintora mexicana empleó la indumentaria para esconder o corregir sus imperfecciones físicas.
Frida Kahlo sufrió a lo largo de su vida veintidós operaciones quirúrgicas, de modo que su cuerpo fue deshaciéndose o mutando a medida que cumplía años.
Murió joven, pero los dolores, las malformaciones y las cicatrices que originaron en ella la polio, primero, y después el accidente de tráfico en que la barra de hierro del pasamanos de un autobús le perforó el útero, hicieron de su carne y de sus huesos un campo de batalla.
El resto de su vida estuvo en alguna medida marcado por esos menoscabos físicos, aunque, como se sabe bien, fue una gran seductora y una amante omnívora cuya cama al parecer compartieron, además de su marido
Diego Rivera
,
Leon Trotsk
i y
Chavela Vargas
entre otros.
El célebre vestido de tehuana, que en tantas fotos y retratos ha lucido, no estaba sólo pensado para disfrazar sus malformaciones: lo levantó como símbolo de poder femenino, puesto que dicho vestido procede del Itsmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca, donde la sociedad era gobernada en su totalidad por mujeres.
Con esa vestimenta cubriría tres objetivos fundamentales: fortalecer su identidad personal, reafirmar sus convicciones políticas y disimular sus imperfecciones físicas.
El comisariado de la exposición explica con detalle la funcionalidad del vestido:
“La ornamentación se concentra en la parte superior del cuerpo: blusas con bordado en punto de cadeneta, flores y joyería recargada.
Con ello se obliga al espectador a fijar su atención en esa parte superior, dando oportunidad así a Frida a editarse y fragmentarse a sí misma, distrayendo la atención de sus piernas y de la parte inferior del cuerpo”.
María Hesse publicó en 2016 una novela gráfica sobre la vida de Frida Kahlo
en la que repasa todos los aspectos relevantes de su vida.
Hesse no cree que la imagen de la mexicana se deba a su personalidad, sino más bien al contrario:
“Por un lado vistió muchas veces de forma masculina, sobre todo antes de conocer a Diego.
Esto nos dice mucho de ella, era muy provocativo para la época, en la que las mujeres tenían que ser
señoritas
.
El otro atuendo es el de Tehuana, remitiendo a una sociedad matriarcal.
Pero no podemos olvidar que este traje lo usaba por tapar su pierna derecha (más delgada que la izquierda) y por contentar a Diego Rivera”.
Frida Kahlo combinó a lo largo de su vida lo político y lo indumentario.
No vio ninguna contradicción entre el activismo feminista, que defendió con uñas y dientes, y la coquetería.
“Frida era tremendamente coqueta”, dice María Hesse, “pero también había en ella una continua reivindicación de la cultura mexicana”.
El ocultamiento no fue, sin duda, la razón última de la forma de vestir de Frida Kahlo, pues de ser así no se habría entendido por qué llevaba colgados en la bota alta que cubría su prótesis metálica dos cascabeles, listos para sonar con ritmo de renqueo.
Más bien se podría decir que Frida, con su temperamento, trataba de convertir las deformaciones en ironía. Escamotearlas y realzarlas al mismo tiempo.
O, dicho en otras palabras, esconderlas sin aceptar la humillación de tener que hacerlo.
“Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior”.
Por eso los trajes de Frida eran la desnudez que deseaba tener y que por distintas razones no podía tener. La desnudez debajo de la cual había otra desnudez.
Desde muy pequeña formaba parte del Club de los Cachuchas y tenía sus ideas político- indumentarias, que consistían en reivindicar las tradiciones mexicanas y lucirlas sobre el propio cuerpo.
María Hesse sostiene la hipótesis de que si Frida no hubiera sido una tullida, si no hubiera tenido que hacer que las apariencias engañaran, habría seguido vistiendo igual.
Con ese estilo inconfu8ndiblemente personal que a
Jean Paul Gaultier
le sirvió de inspiración para una de sus colecciones.
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