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29 ene 2018
Orwell, un “partisano arrogante” por la Guerra Civil española
El
historiador Paul Preston critica la mirada ideologizada que hizo el
escritor inglés de la caída de la República a los 80 años de su
‘Homenaje a Cataluña’.
George Orwell, en una imagen de principios de los años 40.Homenaje a Cataluña, de George Orwell,
quizá sea, a los 80 años de su publicación, uno de los libros más
leídos (o quizá el único, para muchos, y especialmente en el mundo
anglosajón) sobre la Guerra Civil.
Y junto a la película Tierra y libertad, de Ken Loach,
que se basó en ese testimonio, de los que más claramente fijó la idea
de que la represión del proceso revolucionario que lideraban anarquistas
y trotskistas por parte de las autoridades fue lo que llevó a la
derrota final de la República ante el fascismo franquista.
Es un relato
“intenso, bien escrito, un testimonio agudo”, admite el historiador Paul Preston,
pero predomina en él la mirada de “un partisano arrogante que dice al
lector lo que ha de pensar” y está cargado de comentarios “ingenuos y
engañosos”, por lo que se puede acusar al autor de “deshonestidad y de
culpable ignorancia”.
Así lo afirma el prestigioso especialista de la Guerra Civil y biógrafo de Franco en un extenso artículo, Llums i ombres a ‘Homenatge a Catalunya’, en el décimo número de la publicación digital Segle XX. Revista catalana d’Història, editada por la Universitat de Barcelona en colaboración con la Fundación Cipriano García, de CCOO.
“El
libro hizo más para desacreditar la causa legitimista que cualquier
otro libro escrito por enemigos de la Segunda República”, sentenció
sobre Homenaje a Cataluña al poco de aparecer, en 1938, el gran corresponsal de The New York Times
en el conflicto, Herbert Mathews, según recoge Preston en su
documentado trabajo de 30 páginas. Los errores de Orwell tendrían su
pilar central en el hecho de que todo su análisis político y sus
predicciones “están profundamente viciadas por su aceptación de las
visiones partidistas de los camaradas anarquistas y del POUM, así como
por un desconocimiento del contexto” sociopolítico de la guerra, según
Preston. El futuro autor de Rebelión en la granja, militante
del socialista Partido Laborista Independiente inglés, llegó a Barcelona
en diciembre de 1936 y se alistó como miliciano del Partit Obrer
d’Unificació Marxista (POUM), de tendencia trotskista, acabando en el
Frente de Aragón. Amén de documentar que Orwell no dominaba en exceso ni el catalán ni el
castellano (que el propio escritor calificó de “criminal”), lo que
siembra “algunas dudas sobre su honestidad” cuando reproduce
supuestamente con mucho detalle conversaciones y encuentros, o de
asegurar que el gobierno de la República estaba “virtualmente bajo
control de los comunistas” como indicaba la persecución que sufría el
POUM, Preston le recrimina con cierta contundencia que mantuviera la
tesis de que fue la represión estalinista aplicada por el Gobierno,
especialmente en la etapa de Juan Negrín, la que comportara
indirectamente la victoria de Franco. “Es una explicación perversa de la
causa de la derrota republicana”, sostiene. El historiador le acusa de
exagerar la atmósfera revolucionaria que describe en la Barcelona de
enero de 1937 ni de ser tampoco consciente de “la violencia gratuita que
había acompañado la revolución social”.
Portada de la primera edición inglesa de 'Homenaje a Cataluña', de 1938.
En opinión de Preston, “era cuestión de sentido común que
era necesario reducir las actividades revolucionarias de anarquistas y
de los antiestalinistas del POUM” y defiende que los famosos Fets de Maig
de 1937 que enfrentaron al gobierno de la Generalitat con anarquistas y
POUM en las calles de Barcelona y que épicamente describió el escritor a
favor de los últimos “fueron provocados por la necesidad de eliminar
obstáculos a toda conducción eficiente de la guerra (…) Orwell no supo
ver que la República española no sólo luchaba contra Franco y sus
ejércitos, sino también contra el poder militar y económico de Mussolini
y Hitler, en un contexto de hostilidad anglofrancesa”. Pero Preston, quizá en la aportación más polémica, va un paso más allá y
sostiene que Orwell sabía que defendía una tesis errónea cuando se
publicó el libro y que incluso ya había cambiado significativamente de
opinión respecto a lo que había escrito, reconociendo la necesidad de un
esfuerzo bélico unificado en el bando republicano, cambio al que no
habría sido ajeno un encuentro con el propio Negrín en 1940, quien ´le
habría explicado las razones de la actitud del gobierno republicano. Todo ello lo reflejaría en su ensayo de 1942 Recordando la guerra de España: “La tesis trotskista de que la guerra se habría ganado si no se hubiera
saboteado la revolución es probablemente falsa. Nacionalizar fábricas,
demoler iglesias y publicar manifiestos revolucionarios no habría
aumentado la eficacia de los ejércitos”, le cita el historiador. También
expone un fragmento de una carta de 1938 a un amigo: “No dudo que he
hecho muchos errores y declaraciones engañosas (…) Di una versión más
comprensiva de la línea POUM de lo que realmente sentía, porque
siempre les dije que estaban equivocados (…) Pero es que no tenían
audiencia alguna en la prensa capitalista y solo fueron objeto de
libelos en la prensa de izquierdas”, se excusa.
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