Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
14 ene 2018
16 películas que te parecieron alucinantes en su momento y hoy renegarías de ellas
La
relación del público con el cine, como sucede con el primer amor,
implica varios tropiezos hasta encontrar el amor verdadero.
Y
reencontrarse con tus películas favoritas de la juventud tiene, a veces,
el mismo efecto que tomarse un café con tu primera pareja: ya no tenéis
nada de que hablar, apenas entiendes por qué te enamoraste de ella y,
sobre todo, recuerdas por qué rompisteis.
Estas 16 películas se
erigieron como clásicos contemporáneos, pero no son tan buenas como
creíamos.
Donnie Darko' (Richard Kelly, 2001) Lo que nos pareció en su momento.
Una sugerente alegoría pesadillesca sobre los monstruos interiores y la
levedad que supone madurar con un conflicto arraigado en el
subconsciente. Vamos, que no la entendimos. Lo que es en realidad.
'Donnie Darko' es la adaptación cinematográfica de ese amigo que, en
medio de una fiesta, se pone a explicarte el cine de David Lynch sin que
se lo hayas preguntado.
Una película pretenciosa y efectista que sabe
que cuanta menos gente la entienda más culto despertará. Desde entonces,
su director ha hecho dos películas ('Southland Tales' y 'The Box') que
dejan claro que él tampoco entendió 'Donnie Darko'.
'Entrevista con el vampiro' (Neil Jordan, 1994) Lo que nos pareció en su momento.
Una lujosa producción barroca, sensual y sangrienta que juntaba a las
estrellas más carismáticas del momento (Tom Cruise, Brad Pitt y Antonio
Banderas) con Christian Slater. Lo que es en realidad.
Un disparate deprimente que no tiene argumento (básicamente trata sobre
vampiros tristes que discuten sin parar y tiran la vajilla) y en el que
el verdadero peliculón ocurrió detrás de las cámaras: Cruise (que
contrató a un ayudante cuyo único trabajo era asegurarse de que el rubio
de sus cejas iba a juego con el de su peluca) eliminando las frases
interesantes del personaje de Pitt para que no le hiciera sombra,
Kirsten Dunst asqueada por tener que besar a Pitt al estar convencida de
que tenía piojos, Slater reemplazando al fallecido River Phoenix a dos
semanas de empezar a rodar y Brad Pitt intentando romper su contrato
porque odiaba cada minuto del rodaje.
'Bailar en la oscuridad' (Lars Von Trier, 2000) Lo que nos pareció en su momento.
Un experimento artístico crudo y una metáfora sobre la capacidad humana
de mantener la dignidad, la imaginación y el optimismo.
Lo que es en realidad.
Sentarse a ver 'Bailar en la oscuridad' es como preguntarle a un
compañero de trabajo durante el café “¿qué tal?” y qué se pase 20
minutos contándote sus desgracias sin dejarte tiempo a aclarar que era
una pregunta retórica. Uno quiere ver un drama social musical y se
encuentra con un ensañamiento grotesco que bordea la parodia (cuando
crees que la película no puede regodearse más en la miseria de la
protagonista, encuentra nuevas formas) con un sadismo de culebrón. En la
vida real, Von Trier no se conformó con humillar al personaje
protagonista, sino que también vejó emocionalmente a la actriz que lo
interpretaba, la cantante Björk.
'Indiana Jones y el templo maldito' (Steven Spielberg, 1984) Lo que nos pareció en su momento.
En los 80, cualquier cosa con Indiana Jones era mejor que cualquier
cosa sin Indiana Jones.
Esta segunda parte, además, era la favorita de
los chavales porque no dejan de pasar cosas, Indy se echa un amigo de 10
años y la trama es tan sencilla que se puede seguir mientras juegas con
un cubo de Rubik. Lo que es en realidad. Un
pasatiempo con el que Spielberg cumplió su sueño de dirigir una película
de James Bond (el prólogo), se relajó mientras preparaba su primer gran
drama ('El color púrpura') y cuyo personaje femenino él mismo ha
confesado que representaba sus frustraciones durante su divorcio: Kate
Capshaw (casualmente, su segunda mujer) se pasa dos horas gritando. La
trama acumula persecuciones, pero ninguna acaba yendo en ninguna
dirección.
'Memorias de África' (Sydney Pollack, 1985) Lo que nos pareció en su momento.
Una majestuosa epopeya romántica de esas que ya no se hacen, diseñada
para que cada escena despierte dos reacciones en el espectador de
mediana edad: “qué fotografía tan bonita” y “hay que ver lo bien que
trabaja esta mujer” (o sea, Meryl Streep).
Lo que es en realidad.
Pues 160 minutos que parecen 160 años. El rodaje tuvo lugar en África y
en Hollywood eso solo puede significar una cosa: que nos la iban a
enseñar de arriba a abajo. Los cautivadores planos aéreos del paisaje
nos transportan a la naturaleza salvaje (cuando se estrenó, el
espectador medio no tenía acceso a viajes tan exóticos), lo cual
convierte a 'Memorias de África' en la primera adaptación
cinematográfica de una postal.
Y resulta tan aburrida como mirar una
postal durante 160 minutos.
'Desperado' (Robert Rodriguez, 1995) Lo que nos pareció en su momento.
Nos vendieron que Quentin Tarantino, recién salido de 'Pulp Fiction',
era co-autor, pero lo único que hacía era interpretar a un personaje
secundario cuyo monólogo, eso sí, sin duda escribió él.
Banderas lo daba
todo, había muchos tiros y Salma Hayek despertó sexualmente a toda una
generación de adolescentes. Lo que es en realidad.
La culpable del nacimiento de un subgénero que todavía seguimos
sufriendo: fantasmadas perpetradas por un director al que le han dado un
par de millones para que se corra una juerga con sus colegas en el
desierto y en las que las mujeres son tratadas como revistas porno en
movimiento. La mayoría de estas películas (todas las de Guy Ritchie, por
ejemplo) al menos tienen diálogos agitados.
'Desperado' ni eso. No es
una película, es una despedida de soltero con pistolas de fogueo.
'Carros de fuego' (Hugh Hudson, 1981) Lo que nos pareció en su momento.
Un fenómeno social que conmovió a las masas gracias a su heroico
retrato del espíritu humano y que culminó en el Oscar a la mejor
película, adelantando en el 'foto-finish' a la favorita, 'Rojos' (Warren
Beatty, 1981).
Lo que es en realidad. Hay que
respetarla porque lleva 27 años funcionando como el canon fundacional de
las 'feel-good movies' (películas que por encima de todo buscan hacerte
sentir bien) que tanto nos han hecho reír, llorar y hacer las dos cosas
a la vez.
También nos dio la banda sonora de Vangelis, la más parodiada
de la historia del cine. Pero esa música y esas buenas intenciones
calaron entre el público de 1981, que le pasó por alto a la película un
ínfimo desarrollo de personajes y una puesta en escena ramplona.
El
público recuerda lo que le hizo sentir esta película, pero apenas
recuerda lo que contaba. Por algo será.
'Top Gun' (Tony Scott, 1986) Lo que nos pareció en su momento
.
La película que más molaba del mundo. Tom Cruise puso de moda las gafas
de aviador (como había puesto de moda las 'way-farer' tres años antes
en 'Risky Business') y la amistad masculina demostró que podía ser
sensible: aquí nació el 'bromance'.
Lo que es en realidad.
Una película que cambió Hollywood. Su mastodóntico éxito de taquilla
demostró que las películas no necesariamente debían ser una historia
sino que también podían ser un producto. ¿La marca? Estados Unidos. ¿El
ingrediente? Adrenalina.
¿El objetivo? Despertar sensaciones (en
absoluto narrativas) de exaltación patriótica, masculinidad hiperbólica
pero accesible y ganas de alistarse en el ejército. Y por lo tanto
estaba rodada como un anuncio de cerveza, de vaqueros o de gafas de sol.
Una euforia contagiosa que oculta que 'Top Gun' no tiene intención de
ser una película de verdad porque lo que quiere es vender un concepto.
Veremos si la secuela, de estreno en 2019, consigue que lo volvamos a
comprar.
'Desayuno con diamantes' (Blake Edwards, 1961) Lo que nos pareció en su momento.
La mayoría del público la recuerda como dos horas de Audrey Hepburn
vestida por Hubert de Givenchy y comiendo 'croissants' delante del
escaparate de la joyería Tiffany's. Lo que es en realidad.
Es mejor bolso que película. Rampantemente superficial para la tortuosa
historia que en realidad cuenta (o, mejor dicho, que no cuenta), ofrece
una tediosa sucesión de 'sketches' cómicos sin saber muy bien qué
película quiere ser.
Confía demasiado en el encanto de Hepburn y en la
melancolía que evoca 'Moon river', una canción que suena doce veces. El
señor Yamamoto, interpretado por un Mickey Rooney maquillado y
explotando todos los estereotipos japoneses e inventando otros nuevos,
es de lo más racista que ha hecho Hollywood, por bochornoso y por
innecesario.
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