Encajonado en el puesto de gobierno del último prototipo de la saga Bribón,
su estatura de metro con noventa enfundada en pantalones y chaqueta
impermeables de color gris con el número de vela ESP-16 y el nombre del
barco grabados en la pechera, el rostro cubierto con grandes gafas de
sol y la gorra burdeos que lleva como amuleto en las regatas, Juan Carlos I,
Rey emérito de España, mantiene el rumbo de ceñida a la rueda con la
mano derecha mientras señala con la izquierda la ría de Pontevedra a su
paso por Sanxenxo.
“El mar es la libertad", dice.
Faltan pocos minutos
para la salida de la última prueba del circuito español de la clase seis
metros (6mR). Juan Carlos I: “El mar es la libertad”
Don Juan Carlos siempre lleva a bordo una mochila de donde lo mismo sale su teléfono móvil que una rutilante navaja multiusos Leatherman que un buen día regala al proel Alberto Viejo por si surge cualquier contratiempo ahí fuera.
Restauró la democracia tras cuatro decenios de dictadura promoviendo mediante la Ley para la Reforma Política las primeras elecciones generales, unos comicios de los que el pasado junio se cumplieron 40 años.

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