Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

17 dic 2017

Juan Carlos I: “El mar es la libertad”................ Quino Peti.

Juan Carlos, I, en el Real Club Náutico de Sanxenxo (Galicia).
Encajonado en el puesto de gobierno del último prototipo de la saga Bribón, su estatura de metro con noventa enfundada en pantalones y chaqueta impermeables de color gris con el número de vela ESP-16 y el nombre del barco grabados en la pechera, el rostro cubierto con grandes gafas de sol y la gorra burdeos que lleva como amuleto en las regatas, Juan Carlos I, Rey emérito de España, mantiene el rumbo de ceñida a la rueda con la mano derecha mientras señala con la izquierda la ría de Pontevedra a su paso por Sanxenxo.
 “El mar es la libertad", dice.
Faltan pocos minutos para la salida de la última prueba del circuito español de la clase seis metros (6mR). 
Una competición que reúne entre marzo y noviembre en estas aguas gallegas resguardadas del océano Atlántico a las tripulaciones de ocho joyas de la navegación a vela. 
A la una de la tarde, bajo un cielo cubierto de nubes y con el graznido de gaviotas de fondo, los veleros en liza, algunos de ellos construidos en la primera mitad del siglo XX, dibujan con sus maniobras escenas evocadoras de las pinturas costeñas de Edward Hopper.
Suele decir a menudo que él es regatista, y su padre, Juan de Borbón y Battenberg, el navegante junto a quien aprendió a hacerse a la mar. 
“Mi padre era un hombre adusto y tierno a la vez, como muchas veces son los marinos”, le contó a José Luis de Vilallonga durante la elaboración de un libro sobre conversaciones con Juan Carlos I. 
Muchos de los que navegaron con don Juan, conde de Barcelona, recuerdan su vozarrón a bordo y los grandes tatuajes de dragones en sendos antebrazos, uno indio y otro chino, como huella de las singladuras a principios de los años treinta del pasado siglo.
 Una pasión, la del mar, que el conde de Barcelona heredó a su vez de su padre: el rey Alfonso XIII llegó a capitanear 27 naves e impulsó la vela en el norte de España a principios del siglo XX, como desgrana Luis Tourón Figueroa en su reciente libro Los barcos de Alfonso XIII. La vela es un asunto de familia que el Rey emérito también se preocupó de inculcar desde muy pronto a su descendencia. 
Las infantas han competido en regatas de alto nivel y su hijo, el rey Felipe, ganó dos campeonatos de España en la clase Soling antes de convertirse en abanderado de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.

Juan Carlos I: “El mar es la libertad”

Juan Carlos, I, en el Real Club Náutico de Sanxenxo (Galicia).
Juan Carlos I, a la rueda del nuevo 'Bribón', un velero de la clase 6mR, poco antes de la salida de la última regata del circuito nacional 2017 de la categoría en Sanxenxo (Galicia).
Juan Carlos I está hoy retirado de sus obligaciones como monarca, pero sus tripulantes le siguen llamando “El Jefe”.
 Todos mantienen la complicidad durante las estrecheces de las singladuras, pero jamás rebajan el tratamiento de “señor”.
 En tierra, donde las sonoras carcajadas del Rey emérito retumban en el espigón del puerto deportivo de Sanxenxo, bromean todo el tiempo rememorando la navegación del día e incontables aventuras marineras.
 Su regreso a la competición náutica ha transformado por completo el carácter taciturno que marcó su época previa a la abdicación. 
Ha de ejercitarse a conciencia para practicar hoy este deporte sin dejar de atender a sus cuidados médicos, pero en el entorno más cercano insisten en su renovado brío gracias al mar.Juan Carlos I, a la rueda del nuevo 'Bribón', un velero de la clase 6mR, poco antes de la salida de la última regata del circuito nacional 2017 de la categoría en Sanxenxo (Galicia).

Don Juan Carlos siempre lleva a bordo una mochila de donde lo mismo sale su teléfono móvil que una rutilante navaja multiusos Leatherman que un buen día regala al proel Alberto Viejo por si surge cualquier contratiempo ahí fuera. 
Él promueve el ambiente propio de un grupo de amigos. Así lo sienten los avezados marinos que están a su lado. Pero para ellos siempre seguirá siendo “El Jefe”. 
Como tal ha ejercido durante 38 años al frente de la Casa Real.
 Tras su nacimiento en Roma en 1938 y el arranque de su infancia en el exilio de Estoril, llegó a España con 10 años.
 Cursó sus estudios de bachiller y realizó la instrucción militar en todas las academias antes de casarse con Sofía de Grecia.
 Juntos ocuparon el palacio de la Zarzuela, antiguo pabellón de caza de los Borbones a las afueras de la capital española.
 Desde allí, reinventó un reinado.
 Y lo consolidó tras la muerte del dictador Francisco Franco, quien le había nombrado sucesor a título de Rey pasando por encima del orden dinástico correspondiente a su padre, el conde de Barcelona. 
Ejerció de patrón de la transición española.

Restauró la democracia tras cuatro decenios de dictadura promoviendo mediante la Ley para la Reforma Política las primeras elecciones generales, unos comicios de los que el pasado junio se cumplieron 40 años
 En 2018 se cumplirán otros 40 de la aprobación de la Constitución Española, que impulsó mediante el consenso de las principales fuerzas parlamentarias. 
Su papel frente al golpe de Estado perpetrado en el Congreso de los Diputados el 23 de febrero de 1981 lo consolidó como Rey de todos los españoles y se convirtió en el gran hito de su trayectoria.
 Una intervención sobre la que se ha trazado una analogía con el discurso televisado que su hijo y heredero del trono, Felipe VI, pronunció el pasado 3 de octubre ante el desafío independentista de Cataluña exigiendo el restablecimiento del orden constitucional.
El Rey emérito permanece al tanto de la actualidad.
 Al margen de la responsabilidad institucional, escruta cada nuevo acontecimiento en torno a las diversas crisis de Estado y, cómo no, Cataluña. 
En sus círculos más cercanos, alude a sus dotes negociadoras, puestas en práctica durante momentos cruciales de la Transición, recalcando la importancia de dicha cualidad para la resolución de conflictos.
 Más centrado hoy en fijar el rumbo para la última regata de la temporada, y ante cualquier tentativa de interpelación al respecto, aclara: 
“Algo que también sucede cuando estamos navegando es que aquí no entra la política. Por supuesto, la sigo de cerca. Es algo que va dentro de uno”. 
Cumplida su misión como jefe del Estado, Juan Carlos I mantiene la capitanía en el mar. 
El eje de su nueva vida.
 Ahora tiene tiempo para dedicárselo a una actividad que, con diversos picos de intensidad, ha sido una constante en su biografía.
 Está convencido de seguir prestando un servicio a España en el campo de regatas. Ha convertido el impulso a este deporte en compromiso personal. Y lo ha integrado como parte de su inmediato legado.El Rey emérito (con gorra roja), en el puerto deportivo de Sanxenxo (Galicia).

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