La enfermedad terminal de la única hija del dictador abre interrogantes sobre la herencia de sus bienes y títulos nobiliarios.
Carmen Franco, segunda por la izquierda, junto a sus hijos José Cristóbal, Carmen, Arantxa, Merry, Mariola, Francisco y Jaime (estos dos últimos en segunda fila) durante el funeral de Cristobal Martínez-Bordiú, Marqués de Villaverde. EFE Luis Torres
Si el dictador Francisco Franco levantara la cabeza seguro que se sorprendería de los vaivenes amorosos, divorcios, confesiones sobre adicciones y pleitos con la Justicia de alguno de sus siete nietos, Carmen, Mariola, Francis, Merry, Cristóbal, Arancha y Jaime.Pero sería difícil que pusiera pegas a cómo han rentabilizado la herencia que la familia recibió a su muerte.
El cáncer terminal que padece su única hija y heredera, Carmen Franco y Polo (91 años), y su decisión de no hacer nada para que la enfermedad siga su curso, vuelve a poner de actualidad la vida, herencia, títulos y futuro de la familia de quien tuvo en sus manos los designios de España durante 40 años.
Cada uno de sus miembros ha seguido caminos diferentes pero a todos ellos les une el patrimonio.
La gran pregunta es qué pasará cuando desaparezca Carmen Franco, que ha sido la matriarca del clan y la titular de la mayor parte de los negocios y propiedades.
El entramado de empresas que se atribuye a la familia, la sospecha de posibles fondos desconocidos y las piezas de mobiliario, joyas y arte que la familia acumuló durante los años de dictadura de Franco, complican el cálculo de una fortuna que algunos estiman entre 500 y 600 millones de euros, otros disparan a cantidades muy superiores y que la familia califica de "cifras de ciencia ficción".
De lo que no hay duda es de que cuando Carmen Franco fallezca se abrirán dos vías entre sus descendientes: la herencia propiamente dicha y quién llevará los títulos nobiliarios que ostenta.
Madrid
El cáncer terminal que padece su única hija y heredera, Carmen Franco y Polo (91 años), y su decisión de no hacer nada para que la enfermedad siga su curso, vuelve a poner de actualidad la vida, herencia, títulos y futuro de la familia de quien tuvo en sus manos los designios de España durante 40 años. Cada uno de sus miembros ha seguido caminos diferentes pero a todos ellos les une el patrimonio.
La gran pregunta es qué pasará cuando desaparezca Carmen Franco, que ha sido la matriarca del clan y la titular de la mayor parte de los negocios y propiedades. El entramado de empresas que se atribuye a la familia, la sospecha de posibles fondos desconocidos y las piezas de mobiliario, joyas y arte que la familia acumuló durante los años de dictadura de Franco, complican el cálculo de una fortuna que algunos estiman entre 500 y 600 millones de euros, otros disparan a cantidades muy superiores y que la familia califica de "cifras de ciencia ficción". De lo que no hay duda es de que cuando Carmen Franco fallezca se abrirán dos vías entre sus descendientes: la herencia propiamente dicha y quién llevará los títulos nobiliarios que ostenta.
Carmen Franco es condesa de Franco y señora de Meirás y su tercer hijo, Francis Franco, heredó el título de marqués de Villaverde a la muerte de su padre en 1998, cuando la ley aún establecía que lo recibía el primer hijo varón.
Él siempre ha demostrado debilidad por el título de duque de Franco —incluso cambió legalmente el orden de sus apellidos para asegurar la continuidad del de su abuelo—, pero la ley ha torcido sus planes.
Desde 2006, la Ley de Igualdad para la Sucesión de Títulos Nobiliarios acabó con la prevalencia del varón y hoy Carmen Martínez-Bordiú, la mayor de los hermanos (tiene 66 años), es la heredera legal del ducado de Franco y del señorío de Meirás.
Según Martín de Oleza y Peris, abogado especializado en derecho nobiliario y barón de Alcalalí, podrían existir varias opciones, incluidas que Carmen no ejerza sus derechos o que se produzca un cambio de línea de manera que se intercambien los títulos entre los hermanos.
En cualquier caso, se tendrían que realizar complicadas escrituras notariales que deberían ratificar todos los descendientes mayores de edad. Incluso en dicho escenario, y dado que el único propietario de un título nobiliario es su primer beneficiario y sus herederos son solo poseedores, podría ocurrir que una futura generación reclamara sus derechos atendiendo a su estirpe.
Esto sin tener en cuenta factores como que el ducado lleva aparejada Grandeza de España y que no es lo mismo un título con antigüedad y raigambre que otro de creación más reciente.
"Al final el valor de un título", explica Martín de Oleza, "es el que tenga para cada uno atendiendo a consideraciones históricas y sentimentales".
En paralelo llegará el reparto pecuniario, una tarea que tampoco se prevé sencilla a pesar de la fama de asceta que tenía Franco.
Su hija, Carmen, y todos sus nietos viven, en diversos grados de bonanza, de empresas dedicadas a negocios inmobiliarios: compra de inmuebles de renta antigua, alquileres de plazas de garaje, viviendas y oficinas situados en varias provincias de España.
La mayoría de ellos prefieren mantenerse alejados de los medios, pero la primogénita también suma a su economía los emolumentos por exclusivas que recibe de programas y revistas del corazón.
Entre las joyas de estas propiedades —ahora en manos de la matriarca— se encuentra el edificio de la calle Hermanos Bécquer, 8. 4.800 metros cuadrados en uno de los barrios más cotizados de Madrid.
Lo que queda de la finca rústica Valdefuentes de nueve millones de m2 de la que en 2006 se recalificaron 3,3 millones de m2.
El palacio de Cornide, en La Coruña, valorado en unos 5,5 millones de euros.
La casa natal de Franco en Ferrol y el polémico Pazo de Meirás, situado en Sada (A Coruña).
Sobre esta propiedad Goretti Sanmartín, vicepresidente de la Diputación de A Coruña, explica que "ni hay ni habrá ninguna negociación con la familia porque el objetivo es encontrar argumentos jurídicos para que vuelva a ser patrimonio público sin coste para las arcas institucionales".
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