Una investigación puede dejar una crisis de nervios en tus cuerdas vocales.
Con frecuencia tenemos un problema con el uniforme, o
dotación como también le llaman, de nuestra selección nacional de
fútbol. Hace unos años, se lo encargaron a una empresa rusa y la verdad
consiguieron que algunos de nuestros extraordinarios atletas
desprendieran un aire a azafata de alguna empresa rusa de aviación. En
esta ocasión, el problema es que la camiseta lleva una estampación
vertical con un atrevido efecto óptico cuyo resultado es una franja de
color morado y podría crearse un metamensaje recordando la bandera
republicana.
¡Uy, la que se ha montadooo!
Lo que faltaba precisamente en estos tiempos de banderas erizadas y nacionalismos exaltados.
Pero a mí lo que me preocupa es esa persona en esa empresa textil que ha decidido mezclar el rojo con el azul.
Pienso que debería ser entrevistada en televisión, necesitamos conocer su razonamiento, una explicación.
El morado es un color difícil y el naranja también.
Yo una vez lo mezcle con verde para una boda en Ibiza y Tamara Falcó me riñó muchísimo.
Ahora me gustaría saber lo que ella opina de esta polemiquísima camiseta.
Encima anularon la fiesta para presentarla y me sienta mal no solo por los diseñadores sino también por los futbolistas.
Los tratan peor que a las modelos de los años 90, que las obligaban a salir con diseños imponibles y las pobres tenían que defenderlos sin ganas.
Con todas sus ganas, el papa Francisco condenó hace dos días, el uso del teléfono móvil durante la misa.
¡Uy, la que se ha montadooo!
Lo que faltaba precisamente en estos tiempos de banderas erizadas y nacionalismos exaltados.
Pero a mí lo que me preocupa es esa persona en esa empresa textil que ha decidido mezclar el rojo con el azul.
Pienso que debería ser entrevistada en televisión, necesitamos conocer su razonamiento, una explicación.
El morado es un color difícil y el naranja también.
Yo una vez lo mezcle con verde para una boda en Ibiza y Tamara Falcó me riñó muchísimo.
Ahora me gustaría saber lo que ella opina de esta polemiquísima camiseta.
Encima anularon la fiesta para presentarla y me sienta mal no solo por los diseñadores sino también por los futbolistas.
Los tratan peor que a las modelos de los años 90, que las obligaban a salir con diseños imponibles y las pobres tenían que defenderlos sin ganas.
Con todas sus ganas, el papa Francisco condenó hace dos días, el uso del teléfono móvil durante la misa.
“¡Alzad vuestros
corazones, no vuestros telefoninos!” dijo. Y dijo más: “La misa
no es un espectáculo”.
Entonces pensé, o tiene mala cobertura o qué
equivocado está el santo padre.
La misa es un espectáculo, y cuanto
mejor sea el espectáculo, mejor resulta la misa. ¿No?
La lista de los que disfrutan
de paraísos fiscales es como la caja B de la lista de millonarios de la
revista Forbes.
Pero salir públicamente en la investigación puede dejarte con una crisis de nervios en tus cuerdas vocales, como le pasó a Shakira,
que tuvo que anular su concierto en Alemania esta semana.
A mí no se me
fue la voz pero carraspeé cuando encontré al ex alcalde de Barcelona,
Xavier Trías, en ese listado.
Con Trías he departido bastante porque tengo mucho imán con los alcaldes, pero nunca le ví cara de tener una offshore.
Ni de ser un ave del paraíso.
Insisto en creer que la gente así lleva
ropa y relojes carísimos, pero resulta que eso lo hacemos los pobretones
con pretensiones. Shakira le agrega a su ingeniera financiera las
fundaciones que preside.
Cada vez entiendo menos a los millonarios y más
cuenta me doy de que jamás seré uno de ellos precisamente porque no sé
actuar bien ni en la cena benéfica para recaudar fondos ni delante del
banquero que me diseña mi paraíso artificial.
Soy tonto.
Shakira y el
príncipe Carlos, no.
Los que más nos alucinan con su juego de tronos son los ministros y
miembros de la realeza saudita que forman parte de la gigantesca purga
efectuada por el príncipe Mohammed bin Salmán.
Hay más presos que años
tiene el príncipe purgador.
Todos ricos y todos acusados de corrupción.
En eso Arabia y España coinciden, al parecer es una cosa que no
distingue ni banderas ni nacionalidades.
El príncipe no podía enviarlos a
la cárcel pero encontró la solución más glamurosa: meterlos en el hotel
Ritz de Riad.
En esas suites sí que combina el morado, porque
básicamente todo es dorado y lo bueno del oro, mi amor, es que combina
con todo. Esa es su nobleza.
De nuevo confirmo que soy bobo.
Yo quería
ser príncipe árabe en mi infancia, pero ahora me doy cuenta de que es
mucho el riesgo de ser purgado por un príncipe treintañero y terminar en
un Ritz Carlton rodeado de arena.
Esa solución deberíamos plantearla
aquí por si alguna vez llega a haber muchos culpables en el caso Gurtel, un caso que cada día nos pone más verdes.
Y rojos. Y morados.
De repente es como si todo el mundo hubiera decidido hacer un homenaje a esa película de Berlanga, Todos a la cárcel.
Pero con la decoración de un paraíso artificial, como la del hotel Ritz.
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