Los agentes dejan el municipio barcelonés tras cuatro días de tensión y enfrentamientos.
J. J. Gálvez
Los abrazos de despedida entre varios mossos y policías, que han abandonado este jueves Pineda de Mar,
han cerrado cuatro días de tensión en esta turística localidad
barcelonesa, convertida durante la semana en uno de los focos del
conflicto catalán.
Aquí, desde el pasado lunes, después de que un grupo de guardias civiles cargara de paisano contra varios habitantes del vecino municipio de Calella, cientos de personas se han concentrado reiteradamente a las puertas del hotel donde pernoctan los efectivos desplazados hasta Cataluña.
Todo, con un único objetivo: conseguir echarlos.
Una movilización pacífica, pero donde se escucharon insultos contra
los agentes —como "hijos de puta"— y que derivó en que varios de ellos
se enfrentaran a los congregados al grito de "que nos dejen actuar".
Este jueves, después de que finalizasen los contratos firmados con los hoteles y tras los episodios de hostigamiento, los policías han abandonado Pineda.
Interior ha reservado habitaciones para los agentes en Huesca, Zaragoza, Teruel y Castellón, informa Óscar López-Fonseca.
Cerca de 400 agentes de la Policía Nacional se alojaban en dos hoteles de Pineda de Mar desde hace semanas.
Según explican fuentes del Ayuntamiento, la convivencia había sido absolutamente tranquila hasta la noche del referéndum ilegal. Después de las cargas policiales registradas durante el pasado 1 de octubre, un grupo de vecinos hizo una cacerolada ante sus hoteles. Esta leve campaña de hostigamiento elevó un poco la tensión, que se disparó a la noche siguiente, cuando se conocieron las cargas de guardias civiles en Calella.
El Consistorio intentó "negociar" entonces con ambas partes para que los policías se marcharan y rebajar así la tensión.
Pero Interior decidió mantenerlos en los establecimientos.
Además, el líder del PP en Cataluña, Xavier Albiol, se desplazó el martes hasta la localidad para respaldar a los agentes.
Una decisión que encendió más los ánimos de los independentistas, que volvieron a protestar y exigieron explicaciones al alcalde, Xavier Amor (PSC).
El regidor, recibido entre abucheos, leyó entonces un comunicado consensuado por todas las fuerzas políticas:
"La junta de portavoces manifestamos nuestra preocupación por la situación generada en nuestro municipio.
Hacemos una petición al mantenimiento de la convivencia y la cohesión social.
En estos momentos excepcionales seguiremos haciendo las gestiones para recuperar la normalidad en nuestro pueblo".
Tras esta intervención y una llamada a la calma por parte de los líderes independentistas —"La Moncloa quiere que aquí se produzcan imágenes violentas.
No se las demos", dijo uno de ellos—, los ánimos se calmaron en la noche del martes y se disolvió la concentración.
El miércoles continuó sin incidentes, aunque un grupo de miembros del PP de Barcelona volvió a desplazarse hasta el hotel de Pineda para saludar a los agentes.
Este jueves, algunos mossos se han acercado hasta el hotel donde se alojan los policías nacionales para despedirlos con abrazos y gestos de cariño.
Una imagen significativa si se tiene en cuenta las fricciones que han surgido con la policía autonómica, que mantuvo una actitud pasiva en la mayoría de los casos el pasado domingo y se limitó a levantar acta en los puntos de votación, en lugar de intervenir.
Una situación que tiene divididos a los propios mossos d’Esquadra.
Aquí, desde el pasado lunes, después de que un grupo de guardias civiles cargara de paisano contra varios habitantes del vecino municipio de Calella, cientos de personas se han concentrado reiteradamente a las puertas del hotel donde pernoctan los efectivos desplazados hasta Cataluña.
Todo, con un único objetivo: conseguir echarlos.
Este jueves, después de que finalizasen los contratos firmados con los hoteles y tras los episodios de hostigamiento, los policías han abandonado Pineda.
Interior ha reservado habitaciones para los agentes en Huesca, Zaragoza, Teruel y Castellón, informa Óscar López-Fonseca.
Cerca de 400 agentes de la Policía Nacional se alojaban en dos hoteles de Pineda de Mar desde hace semanas.
Según explican fuentes del Ayuntamiento, la convivencia había sido absolutamente tranquila hasta la noche del referéndum ilegal. Después de las cargas policiales registradas durante el pasado 1 de octubre, un grupo de vecinos hizo una cacerolada ante sus hoteles. Esta leve campaña de hostigamiento elevó un poco la tensión, que se disparó a la noche siguiente, cuando se conocieron las cargas de guardias civiles en Calella.
El Consistorio intentó "negociar" entonces con ambas partes para que los policías se marcharan y rebajar así la tensión.
Pero Interior decidió mantenerlos en los establecimientos.
Además, el líder del PP en Cataluña, Xavier Albiol, se desplazó el martes hasta la localidad para respaldar a los agentes.
Una decisión que encendió más los ánimos de los independentistas, que volvieron a protestar y exigieron explicaciones al alcalde, Xavier Amor (PSC).
El regidor, recibido entre abucheos, leyó entonces un comunicado consensuado por todas las fuerzas políticas:
"La junta de portavoces manifestamos nuestra preocupación por la situación generada en nuestro municipio.
Hacemos una petición al mantenimiento de la convivencia y la cohesión social.
En estos momentos excepcionales seguiremos haciendo las gestiones para recuperar la normalidad en nuestro pueblo".
Tras esta intervención y una llamada a la calma por parte de los líderes independentistas —"La Moncloa quiere que aquí se produzcan imágenes violentas.
No se las demos", dijo uno de ellos—, los ánimos se calmaron en la noche del martes y se disolvió la concentración.
El miércoles continuó sin incidentes, aunque un grupo de miembros del PP de Barcelona volvió a desplazarse hasta el hotel de Pineda para saludar a los agentes.
Este jueves, algunos mossos se han acercado hasta el hotel donde se alojan los policías nacionales para despedirlos con abrazos y gestos de cariño.
Una imagen significativa si se tiene en cuenta las fricciones que han surgido con la policía autonómica, que mantuvo una actitud pasiva en la mayoría de los casos el pasado domingo y se limitó a levantar acta en los puntos de votación, en lugar de intervenir.
Una situación que tiene divididos a los propios mossos d’Esquadra.
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