El grupo editorial líder en español contempla trasladar su domicilio social a Sevilla o Madrid y aclarará su postura el próximo sábado, antes de la gala de su popular premio.
Barcelona
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Madrid
Ya lo avisó en 2012 José Manuel Lara Bosch, sucesor de José Manuel Lara Hernández, el fundador del primer grupo editorial español, radicado en Barcelona desde su fundación.
Esa premisa la ratificó el actual presidente, José Creuheras, cuando tomó posesión del cargo, tras la muerte del heredero de Lara. Mientras todo esto ocurre, la organización del Premio Planeta, que se falla el próximo domingo y cuenta con unos mil invitados y la confirmación de la asistencia de personalidades del ámbito político catalán y del Estado, sigue adelante pese a la preocupación que se palpa en el seno del grupo editorial.
La 66º edición del galardón mejor dotado de las letras en lengua castellana, con 601.000 euros, tendrá su tradicional antesala el día anterior, con la celebración de una multitudinaria rueda de prensa. Es una ocasión para verse con los periodistas y suele revestir, desde los tiempos del liderazgo del hijo del fundador, José Manuel Lara Bosch, un alto contenido sociopolítico o económico.
Así fue en especial desde 2012, cuando ratificó lo que había afirmado días antes a una emisora de radio: aseguró que si Cataluña se declaraba independiente, su grupo “tendría que ir a Zaragoza, Madrid o Cuenca”.
En la primera cita sin él, hace dos años, el hijo mayor del fallecido y consejero delegado del grupo, José Lara García, lo ratificó: “El significado de la frase de mi padre es muy claro y no soy quien para rectificarlo; pensamos absolutamente lo mismo que entonces”; y José Creuheras, flamante presidente, le secundó:
“La posición empresarial es inequívoca”.
Y sigue siendo así, según fuentes consultadas por este diario, por lo que el premio será convulso, pues Creuheras podría anunciar la marcha de Planeta.
Sería un cambio de sede social y no se aplicaría hasta la supuesta independencia real de Cataluña, de acuerdo con esas fuentes.
“No hay una decisión tomada, en la rueda de prensa, el presidente Creuheras dirá lo que deba decir”, añaden.
De consumarse, la decisión de Planeta, séptimo grupo editorial del mundo, se sumaría así a la huida en cascada de las grandes corporaciones que en las últimas 72 horas están trasladando sus sedes sociales y fiscales fuera de Cataluña.
En el caso del grupo de la familia Lara sería el primer movimiento que constata la inquietud que vive el sector editorial afincado en Cataluña.
Si la decisión no se ha ejecutado aún es porque, a diferencia de otras empresas que ya se han marchado de Cataluña, el Grupo Planeta no cotiza en bolsa, por lo que no siente la urgencia que podrían generar sus fluctuaciones.
También estarían las diferencias entre los dirigentes que apuestan por trasladarse a las oficinas de Madrid o los que optarían por Sevilla, aprovechando las instalaciones de la Fundación Lara.
En cualquier caso, ello no afectaría a los 17 sellos de Planeta que editan en catalán bajo el paraguas de Grup 62, del mismo modo que los del conglomerado del grupo francés Editis, asimismo propiedad de los Lara, mantienen su sede en París.
El otro gran sello afincado en Barcelona, Penguin Random House Grupo Editorial (filial de la alemana Bertelsmann, cuarta editorial del mundo) guarda silencio absoluto.
Los dos grupos pugnan por el liderazgo de la edición en castellano; de proclamarse la DUI, se daría la paradoja de que tendrían la sede en un país en el que podrían cambiar las reglas de los idiomas oficiales y que, además, quedaría fuera de la Unión Europea, con las consiguientes suspensiones de leyes y acuerdos y la necesidad de ratificar nuevos tratados.
“No hay ningún negocio editorial que tenga su sede en un país extranjero que hable otro idioma”, dijo en 2012 Lara Bosch. Entonces ya pidió a los Gobiernos español y catalán “diálogo y diálogo” para superar el desencuentro, y alertó de que “la independencia es un mal irreparable para unos y otros”.
La situación se produce en un marco en el que Cataluña es la capital de la edición española: produce el 44% de los libros que se editan en castellano en España (el año pasado se lanzaron 27.078 títulos) y acumula casi el 51% de la facturación del sector, que en 2016 se tradujo en 1.176 millones de euros, frente a los 981 millones de los sellos de Madrid.
“Barcelona es la capital de la industria editorial en castellano más importante del mundo y estaría bien que pudiera seguir siéndolo”, opina el catalán Daniel Fernández, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España.
Otros editores en castellano afincados en la capital catalana consultados pero que piden no ser citados, muestran sin embargo su preocupación por los derechos de edición de obras en caso de independencia.
Los agentes literarios pedirían “una cantidad para editar el libro en castellano para Cataluña y otra para publicarlo en España”.
“Los agentes ya llevan un tiempo con la tendencia de fragmentar los derechos en castellano por países para inflacionar aún más el mercado”, señala Julián Viñuales, editor de Malpaso, sello mexicano con sede en Barcelona.
Los propios agentes literarios se muestran tanto o más preocupados.
Varios admiten que están estudiando el traslado de su sede social o fiscal.
Preocupación que comparten los distribuidores.
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