El agente cubano de la CIA que participó en la captura del Che Guevara
en Bolivia, Félix Rodríguez, nos recibe a sus 76 años en su casa de
Miami rodeado de recuerdos de su carrera de soldado de la Guerra Fría. Pistolas, puñales, granadas y fotografías suyas con presidentes de EE UU
y espías que ya no existen. La productora española Scenic Rights
prepara un documental sobre su vida. Veterano de Vietnam e involucrado
en la contrainsurgencia en Centroamérica, Rodríguez asegura que la CIA
quería vivo al guerrillero para interrogarlo, pero el Gobierno de
Bolivia ordenó su ejecución. "Traté de salvarlo sin éxito", afirma,
aunque considera a Ernesto Guevara de la Serna "un asesino". Al lado, en
una mesilla, tiene una vieja pistola Star de fabricación española. "Cuidado si la coge, está cargada. Yo siempre tengo algo a mano, por si
acaso", dice el hombre que aparece satisfecho a la derecha del Che en su
última foto –astroso, en pie– antes de ser ejecutado por un sargento
boliviano.
Pistolas, puñales, granadas y fotografías suyas con presidentes de EE UU
y espías que ya no existen. La productora española Scenic Rights
prepara un documental sobre su vida. Veterano de Vietnam e involucrado
en la contrainsurgencia en Centroamérica,
Félix Rodríguez, este sábado en su casa en Miami.GIORGIO VIER
Esta es la última imagen suya vivo.
–Sí –responde–. La última que se le tiró antes de morir. –En La Higuera. –Eso es. En La Higuera. –¿Quién tomó la foto? –Esa foto la tomo el piloto del helicóptero, el mayor boliviano Jaime Niño de Guzmán.
El agente cubano de la CIA que participó en la captura del Che Guevara
en Bolivia, Félix Rodríguez, nos recibe a sus 76 años en su casa de
Miami rodeado de recuerdos de su carrera de soldado de la Guerra Fría.
Pistolas, puñales, granadas y fotografías suyas con presidentes de EE UU
y espías que ya no existen. La productora española Scenic Rights
prepara un documental sobre su vida. Veterano de Vietnam e involucrado
en la contrainsurgencia en Centroamérica, Rodríguez asegura que la CIA
quería vivo al guerrillero para interrogarlo, pero el Gobierno de
Bolivia ordenó su ejecución. "Traté de salvarlo sin éxito", afirma,
aunque considera a Ernesto Guevara de la Serna "un asesino". Al lado, en
una mesilla, tiene una vieja pistola Star de fabricación española.
"Cuidado si la coge, está cargada. Yo siempre tengo algo a mano, por si
acaso", dice el hombre que aparece satisfecho a la derecha del Che en su
última foto –astroso, en pie– antes de ser ejecutado por un sargento
boliviano.
Félix Rodríguez, este sábado en su casa en Miami.GIORGIO VIERA
La última fotografía del Che Guevara en Bolivia antes de su ejecución. A su derecha, el agente cubano de la CIA Félix Rodríguez.CORTESÍA FÉLIX RODRÍGUEZ
–¿Quién pide que se haga la foto y para qué? Rodríguez necesita meterse en detalles para responder a esa pregunta. Regresar en su memoria a Bolivia en el año 1967 y contar aquello por lo menudo. "Déjame hacerte la historia", dice. Durante 20 minutos, toma el hilo y lo extiende desde el momento en
que lo avisan de la caída de Guevara hasta que una cámara retrata su
última mirada. El monólogo –abreviado– dice así: "Nosotros recibimos la información de la captura del Che
el domingo 8 de octubre por la mañana. Se había entrenado a un grupo de
soldaditos jóvenes que hablaban el quechua, el aymara y el guaraní para
que fueran adelante del batallón a buscar inteligencia e información en
ropa de civil, porque así era más fácil hablar con el campesinado. Y
esta gente en ropa de civil regresa el siete por la noche, sábado, y le
da la información al capitán Gary Prado de que un campesino les había
enseñado un área que se llamaba la Quebrada del Yuro donde estaban
escondidos los guerrilleros; porque este campesino tenía una hortaliza
cerquita de ahí y los vio. Entonces, con esa información el capitán Gary Prado rodea la Quebrada
del Yuro el siete por la noche. Y el domingo ocho de octubre empieza a
avanzar por la mañana y ahí empieza el tiroteo. En esa operación el Che
es herido en la pierna izquierda, un balazo entre la rodilla y el
tobillo, pero nada de peligrosidad. Ahí mueren la mayor parte de los
guerrilleros y mueren algunos soldados, y ahí es donde cae preso el Che Guevara,
al que estaba intentando ayudar a salir Simeón Cuba Sarabia, que usaba
el nombre de Willy, un guerrillero boliviano bajito, prietecito, con una
barba enorme, una barba más tupida yo creo que la de los propios
cubanos, y ese no tenía un rasguño. Con ese lo agarran. Y en el momento
en que lo van a agarrar, me cuentan los soldaditos, el Che les dice: "No
tiren que yo soy el Che. Yo les valgo más vivo que muerto". Y ahí se lo
llevan y lo mandan para la escuelita de La Higuera y lo ubican a él
–mirando la escuelita de frente– en el salón de la izquierda, y detrás
de él, en el mismo cuartico, le ponen los cadáveres de dos cubanos. De ahí entonces, ellos me mandan la información por la mañana en
código, que decía: "Papá cansado", lo que significaba que el líder de la
guerrilla estaba preso y vivo. Pero no sabíamos si "Papá" era el Che
Guevara o si era el Inti Peredo, que era el líder de la guerrilla por la
parte boliviana. Así que volamos al área de operaciones y ahí nos
verificaron que "Papá cansado" era el Che Guevara. El extranjero. No dijeron el Che, dijeron "el extranjero". Esa noche tuvimos una recepción en un hotelito de Vallegrande, con
velas porque no había electricidad, y yo saqué un par de botellas de scotch
que había comprado hacía tiempo para un evento como este, para
celebrar. Eso era el domingo por la noche, el día que cayó preso él.
Al día siguiente, nueve de octubre, lunes, a las siete de la mañana
despegamos en un pequeño helicóptero pilotado por Niño de Guzmán. Aterrizamos al lado de la escuelita donde estaba el Che preso y estaban
esperándonos todos los oficiales del batallón, entre ellos el teniente
coronel Selich que tenía toda la documentación suya. El Che usaba una
cartera de cuero como las que cargan las mujeres, ancha, color camello, y
adentro tenía un libro grande que era un diario con los meses escritos
en alemán, del año 67, pero claro, escrito por él en español. Tenía
adentro una serie de fotografías de la familia, medicamentos para el
asma, unos libritos para mensajes en clave numérica de una sola vía, que
son imposibles de descifrar.
Tenía unas libreticas negras de argollitas escritas a máquina de
escribir y firmadas por un tal Ariel, que eran los mensajes que él
recibía de Cuba.
Aunque él no podía transmitirle a Cuba porque Cuba le
dio a propósito un transmisor roto, porque a él lo mandan allá para que
lo maten
. Porque el Che era prochino y Cuba dependía de la URSS. O sea,
los soviéticos no tenían ningún interés en que el Che Guevara triunfara
en Bolivia.
Lo dejaron solo, para que lo mataran ahí, definitivamente.
Así que entramos a la escuelita y en una habitación estaba el Che
tirado en el suelo, amarrado de pies y manos abajo de una ventanita que
había al lado de la puerta, y atrás los dos cadáveres. El único que
habló fue el coronel Centeno Anaya. Le hacía preguntas pero el Che lo
miraba y no contestaba nada. Ni le habló. Al punto de que el coronel le
dijo: "Óigame, usted es un extranjero, usted ha invadido mi país. Lo
menos que puede tener es la cortesía de contestar". Y nada.
Entonces de ahí yo le pido al coronel si me puede facilitar la
documentación del Che para fotografiarla para mi gobierno y le da orden
al teniente coronel Selich de que me la entregue. Se me entrega la
cartera aquella de cuero y yo me voy a trabajar con la documentación a
otro lugar. Iba fotografiando el diario y regresaba a hablar con el Che. Entraba y salía constantemente, desde la mañana hasta la una de la
tarde. Estando en eso suena el teléfono y uno de los soldaditos me dice:
"Mi capitán, una llamada". Voy hasta el teléfono y me dan "órdenes
superiores: 500–600". Era un código muy sencillo que habíamos
estipulado.
500 era el Che Guevara. 600 muerto. 700, manténgalo vivo. Pido que me repitan. Me vuelven a confirmar. "Órdenes del alto mando: 500–600". Félix Rodríguez, en su casa de Miami.G. VIERA
Cuando Centeno Anaya viene lo llamo a parte y le digo: "Mi coronel, han
llegado instrucciones de su gobierno de eliminar al prisionero.
Las de
mi gobierno son tratar de salvarle la vida y tenemos helicópteros y
aviones para llevarlo a Panamá para un interrogatorio".
Él responde:
"Mira, Félix, son órdenes del señor presidente y señor comandante de las
Fuerzas Armadas".
Miró su reloj y me dijo: "Tienes hasta las dos de la
tarde para interrogarlo.
Y a las dos de la tarde lo puedes ajusticiar de
la forma que tú quieras porque sabemos el daño que le ha hecho a tu
patria. Pero yo quiero que a las dos de la tarde tú me traigas el
cadáver del Che Guevara".
Yo le respondí: "Mi coronel, he tratado de
hacerle cambiar de idea, pero si no hay una contraorden le doy mi
palabra de hombre que yo le llevo el cadáver del Che".
Más tarde, estando hablando yo con el Che, viene el piloto Niño de
Guzmán con una cámara Pentax del jefe de Inteligencia. "Mi capitán, el
mayor Saucedo quiere una foto con el prisionero". Yo miro al Che y le
digo: "Comandante, ¿a usted le importa?". Y dijo: "No, a mí no". Entonces caminamos. Él caminaba con dificultad por el balazo en la
pierna izquierda. Salimos de la escuelita y ahí fue cuando nos paramos a
hacer la foto esta. Yo le doy mi propia cámara al piloto y le digo al
Che: "Comandante, mire al pajarito". Empezó a reirse, porque es lo que
decimos nosotros en Cuba a los niños. "Niño, mira el pajarito". Es más, yo pensé que él se estaba riendo en el momento en que se tiró
la foto. Pero, obviamente, cambió para esta expresión de la cara que
ves ahora. Yo vestía el uniforme de tropas especiales de EE UU, pero sin
insignia ninguna. Yo ahí tenía 26 años. Él 39. Parecía un pordiosero.
Las ropas estaban raídas, sucias, cochinas. No tenía botas, eran unos
pedazos de cuero amarrados en los pies. El pelo mugreño . Realmente, a
veces yo estaba hablando con él y no le prestaba atención a lo que me
estaba diciendo, porque yo nunca lo había visto personalmente pero me
acordaba de las imágenes del Che cuando visitaba Moscú, que estaba con
los rusos, cuando visitaba Mao Zedong en Pekín. Aquel hombre arrogante,
con aquellos abrigos del carajo . Y ver a este hombre ahora como un tipo
que estaba pidiendo limosna. Daba pena". ¿Cuál fue para usted el mayor defecto y la mayor virtud del Che?
–Virtud yo creo que no tenía ninguna. Lo que puedo decir es que el
tipo era dedicado a sus ideales, que obviamente estaban equivocados y
fueron un desastre total. Y que en los mismos entrenamientos me contó
gente que entrenó con él que era muy persistente. Estaba cansado, muerto
y trataba de seguir adelante. No se rendía. Pero, por otro lado, fue un
asesino que disfrutaba matando gente y que estaba lleno de odio hacia
el enemigo. Una persona que mandó fusilar a miles de cubanos. –¿Su captura fue el mayor logro de su carrera? –Uno de los principales, aunque es el que más ha salido a relucir. –¿Hay alguna operación que le duela recordar?
–Posiblemente el episodio más duro fue precisamente cuando tuve que
comunicar la orden, de parte del Gobierno boliviano, de que eliminaran
al Che. Aunque también pensé en el desastre que causó en mi patria en su
día que dejaran libre a Fidel Castro. –¿Comunicó la orden delante de Guevara? –No, a mí me la comunican y luego entro a la habitación, me paro
delante de él y le digo: "Comandante, lo siento, es una orden superior". Y él entendió perfectamente lo que le estaba diciendo. –¿Qué dijo? –"Es mejor así. Yo nunca debí haber caído preso vivo". Entonces sacó
la pipa y me dijo: "Yo quiero entregarle esta pipa a un soldadito
boliviano que se portó bien conmigo". Me guardé la pipa y le pregunté:
"¿Quiere algo para su familia?". Y él me respondió, diría que de forma
sarcástica: "Bueno, si puedes dile a Fidel que prontó verá una
revolución tiunfante en América". Yo lo interpreto como si le hubiera
dicho a Fidel: "Me abandonaste, pero esto va a triunfar de todas
maneras". Después cambió la expresión y me dijo: "Si puedes, dile a mi
señora que se case otra vez y que trate de ser feliz". Esas fueron sus
últimas palabras. Se acercó a mí, nos dimos la mano, nos dimos un
abrazo, dio unos pasos atrás y se paró fijo pensando que era yo quien le
iba a tirar.
¿Qué pasó con la pipa?
–Mira, fue una de las cosas de las que sí me arrepiento. A la pipa yo
le saqué la picadura y la guardé. Inclusive en la culata de una de las
pistolas que uso tengo parte de la picadura de su última fumada, metida
en un cristalito. Después vino el sargento Mario Terán diciendo: "¡Mi
capitán, yo quiero la pipa! ¡Yo lo maté, yo me lo merezco!". Y yo, que
por dentro no quería tener que cumplir con un deseo suyo sabiendo todo
lo que le había hecho a mi patria, cogí la pipa y se la di al sargento: "Toma, para que te acuerdes de tu hazaña" [dice con tono de rechazo].
Cogió la pipa, bajó la cabeza y se fue. –¿Qué fue lo que más le llamó la atención al ver al Che? –Ver a un hombre tan destruido. –¿Qué sintió mientras hablaba con él? –En ese momento, honestamente, no tenía la percepción de lo que
estaba ocurriendo, la magnitud que tenía esa operación. Para mí era una
operación más. Para mí el Che Guevara no era la gran cosa, no era la
figura que fabricó después Cuba. –¿Le sorprendió algo de lo que le dijo?
–Cada vez que yo le hacía preguntas de interés táctico para nosotros
me respondía: "Usted sabe que yo no le puedo contestar eso". Por otro
lado, hubo un momento en que empezamos a hablar de la economía cubana, y
él se puso a culpar de todo al embargo americano. Y yo le dije:
"Comandante, usted fue presidente del Banco de la Nación y ni siquiera
era economista". Entonces él me contesta: "¿Tú sabes cómo llegué a
presidente del Banco?". Y me cuenta: "Un día entendí que Fidel estaba
pidiendo un comunista dedicado y levanté la mano. Pero estaba pidiendo
un economista dedicado". –¿Presenció su ejecución? –No. No tenía ningún interés en ver eso. Me fui para otro lugar y me
senté en un banquito a unos cien metros a tomar notas. Oí una ráfaga
corta e hice la anotación: una y quince de la tarde. La hora exacta en
que fue ejecutado. 50 años de la muerte del Che Guevara Pero hoy dia 9 de Noviembre de 2017 sigue vivo en el recuerdo y su cara en todos los jóvenes.
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