Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

31 oct 2017

El “peligro mortal” de la gramática feminista

Un manual escolar escrito en lenguaje inclusivo desata una tormenta en Francia

La Academia alerta de la pérdida de poder del idioma.

Reunión anual de los miembros de la Academia Francesa, en diciembre de 2016, en París.
Reunión anual de los miembros de la Academia Francesa, en diciembre de 2016, en París. AFP/Getty Images

 Todo empezó con un libro de texto. 

Un manual escolar firmado por Sophie Le Callennec, profesora francesa de geografía e historia, ha desencadenado un debate nacional al ser el primero en adoptar el llamado lenguaje inclusivo, pensado para evitar las fórmulas sexistas.

 El volumen en cuestión, titulado Cuestionar el mundo, publicado en septiembre y dirigido a alumnos de Educación Moral y Cívica de 3º de primaria, ha levantado una ola de indignación y dividido a políticos e intelectuales sobre la necesidad de integrarlo o no en el uso común de la lengua.


La polémica ha llegado esta semana a la Academia Francesa. Sus 40 integrantes, los llamados inmortales, difundieron este jueves un comunicado donde se declaraban opuestos al uso de un lenguaje igualitario. “Ante esta aberración inclusiva, la lengua francesa se encuentra, a partir de ahora, en peligro mortal. 
Nuestra nación es responsable ante las generaciones futuras”, sostuvo el organismo, fundado en 1763.
Pese a todo, Le Callennec no hizo más que seguir los consejos formulados por el Gobierno francés en 2015.
 El Consejo Superior para la Igualdad, dependiente del Ejecutivo, publicó entonces una guía práctica “para una comunicación pública sin estereotipos de sexo”, que recomendaba citar siempre los dos géneros, ordenando alfabéticamente el resultado —se escribe “agriculteurs et agricultrices”, pero “femmes et hommes”— y feminizar los sustantivos que se refieran a oficios o cargos públicos, asignatura pendiente del francés. 
Además, la guía invitaba a incorporar un sufijo femenino a todo sustantivo masculino, separándolo tipográficamente dentro de cada palabra.
 Si esta gramática no sexista no terminó de calar, puede que fuera por la complejidad que esta última propuesta supone. 
Si en un escrito en castellano se puede sustituir la palabra ciudadanos por ‘ciudadanos/as’, ‘ciudadanxs’ o ‘ciudadan@s’, en francés resulta más difícil, porque no siempre es tan sencillo como alterar una vocal y porque el resultado es menos fácil de leer. 
Ante la falta de normativa compartida, se suelen utilizar guiones, barras, paréntesis, mayúsculas y hasta tres tipos de puntos. 
Así, el resultado puede ser citoyen/ne/s, citoyen.ne.s, citoyen-ne-s, citoyenNEs, citoyen(ne)s o, el más habitual de todos, citoyen·ne·s. De hecho, la Asociación Francesa de Normalización, a cargo de la estandarización tipográfica, estudia introducir ese punto medio en los teclados del país en 2018.

 Su intención inicial fue reconocer su uso en lenguas como el catalán y el occitano, pero la adhesión creciente a esta gramática alternativa no puede ser ajena al gesto. 

La utilizan, cada vez más, autoridades públicas, el mundo del asociacionismo y ciertos medios de comunicación, como la revista lésbica Well Well Well. 

 Pese a todo, la resistencia a adoptarla sigue siendo férrea y, seguramente, mayoritaria. Desde la aparición del manual de la discordia, la prensa conservadora ha denostado el método. 

Le Figaro lo calificó de “galimatías” y el semanario Le Point, que le dedica su portada esta semana, ha reescrito en lenguaje inclusivo fragmentos de Molière o Proust, tal vez para subrayar la ridiculez del invento.

 Por su parte, el filósofo Raphaël Enthoven tildó esta escritura de “agresión a la sintaxis” y “neolengua” orwelliana, expresando el sentir de otros intelectuales franceses.

 

No hay comentarios: