La actriz y concursante de 'Masterchef' habla de sexo, amor y desamor y advierte al personal de que será una vieja muy guerrera.
Llega irritadísima, “engorilá, perdía” para ser exactos, por no sé qué lío de citas que le han montado por la tarde, cuando ella lleva “desde las 7 mañana”
tocándose salvas sean las partes, según detalla gráficamente.
Toca ponerse a cubierto. El Etna, el Vesubio y el Eyjafjalla ese islandés que inundó Europa de cenizas, son volcancillos al lado de los aspavientosl y la voz de trueno de la doña.
Luego, se va templando, pide una cola con todas sus calorías—“no ceo en lo light, yo soy de todo o nada”—, se somete amorosa a entrevista y fotos, y aún se queda un rato pegando la hebra.
Ella lo niega, pero una diría que hay un algo melancólico en sus ojazos negros.
¿Hasta dónde está de oír que es una mujer hecha a sí misma?
Hasta ningún sitio, porque es verdad.
Me he hecho a mí misma por dentro y por fuera, me ha costado mucho y me siento muy orgullosa.
Más por lo interior que por lo exterior, tendría que tener el patrimonio nacional para mantener esta fachada que se acaba cayendo. Pero por dentro puedes seguir construyéndote siempre.
¿Sigue en obras por dentro?
Sí, la comodidad me parece el principio del fin.
La juventud no está solo relacionada con el DNI, sino que tiene que ver con la pérdida de curiosidad, de deseo, de ganas de hacer cosas nuevas.
Lo que me va a salvar es la curiosidad.
¿Es usted culo de mal asiento?
Depende para qué y con quién.
Soy revoltosa, pero también le tengo mucho apego a mi casa, a mis cosas.
Mi casa no es donde vivo, mi casa soy yo, la gente que amo, mis perros, mis recuerdos, mi futuro, el pasado está bien para pasearte un ratito, pero nada más.
Ha dicho que ha pasado tiempo sin sexo, ¿cómo se vive sin él?
Peor, pero se vive.
Es más, yo creo que el sexo, cuando dejas de practicarlo, empiezas a no echarlo de menos.
Lo malo es cuando vuelves, que quieres recuperar el tiempo perdido a toda leche.
¿Como si tuviera mono?
Sí, porque yo soy adicta por naturaleza.
Las cosas que me dan miedo, procuro no probarlas, porque si las pruebo, repito
. Y ahí soy ancha de vía. A mí me cabe mucho, a mí me cabe el AVE.
Soy anárquica, pero, en esa construcción de la que hablábamos, me he disciplinado para aprender para manejar esas conductas, porque al final se trata de manejar tu vida como una cometa: tener mano e hilo para saber moverte.
Una mujer tan ibre ¿de qué es esclava?
De mis deseos. Y, puesta a ser esclava, soy una geisha.
Dice que el amor no se busca, ¿qué les diría entonces a la legión de usuarios de Meetic o Tinder?
Eso es una forma de acoplar tu vida, de acomodarte con alguien, pero, ¿enamorarse?
Eso es otra cosa. Un fenómeno como los huracanes. Sucede, incluso a tu pesar.
Y después tú eres libre de elegirlo o no. Ahora, yo siempre digo sí, como Kim Basinger.
¿Soy yo o veo un velo triste en sus ojos que antes no estaba?
No, creo que estoy en un buen momento. Sí, me firmaría como ahora, al menos una temporada.
¿Y en 10 años. cómo se ve?
Uy, eso para Rapel.
Este año he perdido a dos seres que amaba, uno, David Delfín, al que no le tocaba.
La vida me ha quitado a mucha gente.
En los 70 los perdía por la heroína, en los 80 y 90 por el SIDA y ahora se me mueren de cáncer.
Pensar a diez años es vanidad. Pero si no, me veo guerrera, guerrera mayor, pero guerrera.
Chenoa dice que no podía ni respirar cuando la dejó Bisbal. ¿Es peor dejar o que te dejen?
Yo preferiría que me dejaran a dejar queriendo.
Si te dejan, solo puedes darte cabezazos. Pero cuando quieres y tienes que dejar es como una amputación porque estás luchando contra tu naturaleza.
Tu cuerpo grita una cosa y tu sentido común otra. Eso es atroz.
¿Reza si le ve las orejas al lobo?
Rezo, sin vérselas, a mi abuela María.
Cuando hablan de mi vida difícil, digo que mi abuela lo tuvo peor. Fue analfaeta, viuda joven, no tuvo otro hombre, enterró a tres hijos y la recuerdo vieja y sonriente.
Ella es mi heroína.
Toca ponerse a cubierto. El Etna, el Vesubio y el Eyjafjalla ese islandés que inundó Europa de cenizas, son volcancillos al lado de los aspavientosl y la voz de trueno de la doña.
Luego, se va templando, pide una cola con todas sus calorías—“no ceo en lo light, yo soy de todo o nada”—, se somete amorosa a entrevista y fotos, y aún se queda un rato pegando la hebra.
Ella lo niega, pero una diría que hay un algo melancólico en sus ojazos negros.
¿Hasta dónde está de oír que es una mujer hecha a sí misma?
Hasta ningún sitio, porque es verdad.
Me he hecho a mí misma por dentro y por fuera, me ha costado mucho y me siento muy orgullosa.
Más por lo interior que por lo exterior, tendría que tener el patrimonio nacional para mantener esta fachada que se acaba cayendo. Pero por dentro puedes seguir construyéndote siempre.
¿Sigue en obras por dentro?
Sí, la comodidad me parece el principio del fin.
La juventud no está solo relacionada con el DNI, sino que tiene que ver con la pérdida de curiosidad, de deseo, de ganas de hacer cosas nuevas.
Lo que me va a salvar es la curiosidad.
Ni cocinera ni monja
Que Bibiana Fernández (Tánger, 1954) esté aprendiendo a hacer
esferificaciones en 'Masterchef', o que haya tenido que vender sus casas
para pagar a Hacienda y vuelva a vivir de alquiler es accesorio.
Lo nuclear es que es un icono vivo. Y peleando.
Lo nuclear es que es un icono vivo. Y peleando.
Depende para qué y con quién.
Soy revoltosa, pero también le tengo mucho apego a mi casa, a mis cosas.
Mi casa no es donde vivo, mi casa soy yo, la gente que amo, mis perros, mis recuerdos, mi futuro, el pasado está bien para pasearte un ratito, pero nada más.
Ha dicho que ha pasado tiempo sin sexo, ¿cómo se vive sin él?
Peor, pero se vive.
Es más, yo creo que el sexo, cuando dejas de practicarlo, empiezas a no echarlo de menos.
Lo malo es cuando vuelves, que quieres recuperar el tiempo perdido a toda leche.
¿Como si tuviera mono?
Sí, porque yo soy adicta por naturaleza.
Las cosas que me dan miedo, procuro no probarlas, porque si las pruebo, repito
. Y ahí soy ancha de vía. A mí me cabe mucho, a mí me cabe el AVE.
Soy anárquica, pero, en esa construcción de la que hablábamos, me he disciplinado para aprender para manejar esas conductas, porque al final se trata de manejar tu vida como una cometa: tener mano e hilo para saber moverte.
Una mujer tan ibre ¿de qué es esclava?
De mis deseos. Y, puesta a ser esclava, soy una geisha.
Dice que el amor no se busca, ¿qué les diría entonces a la legión de usuarios de Meetic o Tinder?
Eso es una forma de acoplar tu vida, de acomodarte con alguien, pero, ¿enamorarse?
Eso es otra cosa. Un fenómeno como los huracanes. Sucede, incluso a tu pesar.
Y después tú eres libre de elegirlo o no. Ahora, yo siempre digo sí, como Kim Basinger.
¿Soy yo o veo un velo triste en sus ojos que antes no estaba?
No, creo que estoy en un buen momento. Sí, me firmaría como ahora, al menos una temporada.
¿Y en 10 años. cómo se ve?
Uy, eso para Rapel.
Este año he perdido a dos seres que amaba, uno, David Delfín, al que no le tocaba.
La vida me ha quitado a mucha gente.
En los 70 los perdía por la heroína, en los 80 y 90 por el SIDA y ahora se me mueren de cáncer.
Pensar a diez años es vanidad. Pero si no, me veo guerrera, guerrera mayor, pero guerrera.
Chenoa dice que no podía ni respirar cuando la dejó Bisbal. ¿Es peor dejar o que te dejen?
Yo preferiría que me dejaran a dejar queriendo.
Si te dejan, solo puedes darte cabezazos. Pero cuando quieres y tienes que dejar es como una amputación porque estás luchando contra tu naturaleza.
Tu cuerpo grita una cosa y tu sentido común otra. Eso es atroz.
¿Reza si le ve las orejas al lobo?
Rezo, sin vérselas, a mi abuela María.
Cuando hablan de mi vida difícil, digo que mi abuela lo tuvo peor. Fue analfaeta, viuda joven, no tuvo otro hombre, enterró a tres hijos y la recuerdo vieja y sonriente.
Ella es mi heroína.
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