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3 sept 2017

León ya ha encontrado su santo grial.................. Elena G. Sevillano

Una investigación asegura que el cáliz medieval de doña Urraca expuesto en San Isidoro

es la copa de Cristo. Los historiadores la califican de fraude.

El cáliz de doña Urraca, en el museo de la colegiata de San Isidoro, en León.
El cáliz de doña Urraca, en el museo de la colegiata de San Isidoro, en León.
Hace tres años que la estrella de la colegiata de San Isidoro, en León, ya no es su afamado panteón real, conocido como la capilla sixtina del románico por sus espectaculares murales. 
Le ha robado protagonismo el cáliz de doña Urraca, una enigmática joya de la orfebrería medieval que ha pasado de exhibirse en una vitrina con el resto del tesoro del museo a brillar en solitario. 
Los visitantes se la encuentran ahora, entre exclamaciones de admiración, en el centro de una sala, protegida por cristales antibalas y cuidadosamente iluminada desde todos los ángulos.
Muchos de los turistas creen estar ante el mismísimo Santo Grial. Otros se toman con más cautela las explicaciones de la guía.
 “No digo que el origen no sea del siglo I, pero eso de que hayan acreditado que es el cáliz de la última cena...”, dice Julián, un visitante que acaba la frase arrugando la nariz.
 Un libro publicado en 2014 por una profesora de historia medieval y un historiador del arte es el responsable de que las visitas a San Isidoro crecieran un 27% ante la posibilidad de contemplar la mayor reliquia de la cristiandad.
 Aseguran haber demostrado, con “asepsia científica”, que el cáliz de doña Urraca esconde la mítica copa.
Su trabajo, sin embargo, se enfrenta a acusaciones de fraude por parte de medievalistas y arabistas tanto españoles como extranjeros, que han publicado críticas feroces a Los reyes del Grial, el ensayo en el que Margarita Torres y José Miguel Ortega han plasmado su investigación histórica.
 En la última, de hace apenas unas semanas, el arabista del CSIC Luis Molina les acusa de “groseros errores” al interpretar textos árabes. 
Tan “estridentes” que, asegura, no se pueden atribuir “únicamente a la ignorancia o la despreocupación por la verdad”.
 “El interés en forzar la traducción, en retorcerla y torturarla hasta que diga lo que se quiere es evidente”, añade el especialista de la Escuela de Estudios Árabes de Granada.
 
Visita al Panteón de los Reyes, en la Real Colegiata de San Isidoro (León).
Visita al Panteón de los Reyes, en la Real Colegiata de San Isidoro (León).
Torres y Ortega aseguran estar muy tranquilos. Se toman las acusaciones “a risa”, dice Torres. Defienden que el grial lleva casi diez siglos escondido en León. 
Oculto, pero a la vista. 
Según su trabajo, que califican de “definitivo”, el cáliz que antaño se custodiaba en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén viajó primero a Egipto y después, a mediados del siglo XII, el califa fatimí se lo envió al emir de la taifa de Denia como regalo de agradecimiento.
Egipto sufría una grave hambruna por una sequía extrema y el entonces califa, Al-Mustansir, pidió ayuda a las taifas. 
Solo Denia le respondió fletando un barco con víveres. El emir, a cambio, pidió que le mandaran la reliquia cristiana, porque quería congraciarse con el entonces gobernante más poderoso de la península Ibérica, Fernando I, rey de León, padre de la infanta doña Urraca.
La copa de Jesús sería, por tanto, un sencillo cuenco de piedra de ónice que Urraca, para protegerlo, habría entregado junto con sus joyas al orfebre que diseñó el cáliz que se conserva en San Isidoro. Se trata de la parte superior, tal y como explica la guía del museo —que evita hablar de “grial” aunque da por buena la investigación de Torres y Ortega—, que quedó a la vista pero a la vez cubierto por una lámina de oro “para que jamás ningunos labios tocaran el vaso original”.

 

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