Foto: Modern Citizen
“Zara es una gran corporación pero no está demasiado centrada en la
calidad, y cuando compras allí, te sientes como una más.
Además genera
éxitos muy rápido mientras que algunos compradores quieren algo un poco
más lento, con una elección más cuidada”.
Contra la limitada calidad y
el ritmo frenético de las grandes cadenas de moda pronta quiere luchar
Jessica Lee, la joven de 31 años de edad que está detrás de Modern Citizen.
La firma, que probablemente aún no suene demasiado en España, se
postula como una de las marcas asequibles más interesantes y capitanea,
según medios especializados como Racked o Business of Fashion, la nueva hornada de compedidores de Zara.
Al menos en Estados Unidos.
Ya se sabe que las comparaciones son odiosas y muchas veces exageradas.
Puede que Modern Citizen esté a años luz de embolsarse los 654 millones de euros
netos que ganó Inditex en el primer trimestre de este año.
Pero eso no
resta solidez a su propuesta.
Lee, al igual que Amancio Ortega allá por
lo años 70, ha creado de la nada una firma con propuestas contemporáneas y muy buena relación calidad-precio.
Ni rondas de inversión ni el respaldo de grandes compañías. Impulsada por su experiencia previa trabajando en GAP, esta joven recaudó 250.000 dólares con la ayuda de familiares y amigos para crear su propio negocio.
Una aventura empresarial que comenzó digitalmente en 2014 y que ya cuenta con su primera tienda física en San Francisco.
La firma apuesta por prendas minimalistas con buena relación calidad-precio. Foto: Modern Citizen
Modern Citizen se aleja bastante de la apuesta por la última tendencia
para centrarse en básicos y prendas, principalmente lisas, para el día a
día.
No esperen encontrar en su catálogo el último clon de Vetements ni
referencias a las chicas nerd de Gucci.
La firma defiende como fórmula de éxito ofrecer prendas básicas de calidad aceptable y precio asumible.
La misma receta que llevó a Everlane, otra enseña estadounidense que viene pisando fuerte, a convertir unos sencillos pantalones negros en objeto de deseo para 12.000 mujeres.
El precio medio de sus creaciones ronda los 65 euros (hay que tener en
cuenta que los precios de Zara son más altos fuera de España) e incluye
un buen surtido de vestidos lisos de distintos cortes y longitudes,
discretos tops con alguna concesión a los volantes y otros tantos
pantalones y faldas perfectos para ir a la oficina.
Tampoco faltan
accesorios, productos de belleza y una línea de decoración como mandan
las reglas actuales de la diversificación.
Lo más llamativo de su propuesta es que defienden el ‘Made in China’ por bandera.
Cuando muchas marcas mantienen en segundo plano que producen en países
asiáticos, llega Modern Citizen para gritarlo a los cuatro vientos. La
explicación es sencilla: fabrican en China, sí, pero con unas
condiciones de trabajo reguladas y en la mismas fábricas que producen
para diseñadores como 3.1 Phillip Lim. Tal y como explica la fundadora a Racked,
produce en fábricas de Hong Kong y quiere “humanizar” la fabricación en
el país asiático, de donde proviene su familia. “Nunca entendí la idea
de la mala calidad asociada con China, probablemente debido a mi
herencia china, pero creo que es un sesgo cultural, una percepción que
espero pueda ser cambiada. El país ha estado fabricando ropa para todo
el mundo durante los últimos 100 años.
Pensar en un país entero como ‘de
mala calidad’ me parece realmente torpe, teniendo en cuenta que algunos
de los mejores productos del mundo se hacen allí”, defiende.
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