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Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
16 jul 2017
Jaime de Marichalar, de duque de Lugo a duque de lujo
El discreto declive del exmarido de la infanta Elena, cada vez más apartado de la vida empresarial y más cerca de la moda.
Cuando Jaime de Marichalar llegó a la vida de la infanta Elena hace 20 años, en la llamada jet set
española se habló de los pros y los contras de ese matrimonio. A favor
el nuevo integrante de la familia real tenía su particular sentido de la
estética que seguro iba a suponer, como así ocurrió, un cambio radical
en su esposa. En contra, su escaso expediente académico y un trabajo
discreto en banca para poder mantener a la hija de un rey. La herencia
de una tía y las gestiones que se hicieron desde el palacio de La
Zarzuela resolvieron el problema del recién casado.
Marichalar, de 54 años,
trabajó durante años como asesor del director de operaciones de Credit
Suisse y presidió la Fundación Winterthur pero en 2008, cuando la
empresa cambió su nombre a Fundación AXA, fue cesado. También estuvo
sentado en el consejo del grupo Portland Valderrivas, de Esther
Koplowitz, hasta que le destituyeron para enviarle a una filial
británica de la compañía Waste Recycling Group. Formó parte del Consejo de Administración de la Sociedad General
Inmobiliaria de España, fundada por Robert de Balkany, conocido como "El
rey de los centros comerciales" y amigo de don Juan Carlos, pero fue
despedido tras el fallecimiento del empresario. Levantaban a Marichalar
de las sillas con la misma rapidez con la que dejaba de estar protegido
por la Familia Real.
El divorcio de la infanta Elena fue discreto pero no
cordial. La hija mayor de don Juan Carlos y doña Sofía estaba totalmente
convencida de romper su matrimonio incluso cuando la Casa del Rey se
inventó aquel rimbombante “cese temporal de convivencia” en 2007, que
dos años después se convertía en un divorcio sin paliativos.
Jaime de Marichalar, por una calle de Madrid.GTRES
Fueron
don Juan Carlos y doña Sofía de acuerdo con su hija Elena quienes le
convencieron de que era mejor que su hijo se marchara fuera de España a
estudiar para preservar su intimidad y para que no se distrajera de los
libros. Marichalar siempre ha sido más permisivo con sus hijos y ha
disculpado en público y en privado las travesuras de su hijo Felipe.
Incluso ha llegado a asegurar que muchas de las noticias que se han dado
sobre él son inventos de la prensa.
La infanta Elena y Marichalar, al fondo de la foto, en el colegio Blue Ridge, de Virginia.
Quien un día fue duque de Lugo mantiene desde siempre una
tensa relación con los medios de comunicación, a quienes culpa de muchos
de sus problemas. Sin embargo, conserva una discreta pero regular
actividad social de la que da cuenta la prensa. Es habitual verle en los
toros, en la ópera, navegando en algún barco por Ibiza o en el polo de
Sotogrande. Pero donde no falla es en la primera fila de los desfiles de
París que organiza su gran amigo Bernard Arnault, presidente del
conglomerado del lujo LVMH que integra entre otras firmas a Louis
Vuitton, Kenzo, Dior, Christian Lacroix, Fendi, Donna Karan, Marc
Jacobs, así como las fragancias de Guerlain, Givenchy y otras marcas
como Moët & Chandon y Hennessy. Marichalar es su asesor para España. Este empleo le lleva a relacionarse con muchos personajes de la
industria de la moda y la farándula. Gracias a este nuevo perfil
profesional al exduque de Lugo se le llama coloquialmente el duque del
lujo. No es LVMH su único vínculo con este mundo. Además, trabaja
desde hace años en Art+Auction, una revista de subastas de arte que se
publica en Estados Unidos y Reino Unido. Fuera de los focos, sus conocidos cuentan que Marichalar es
un hombre triste al que se le ve vagabundear solo por la Milla de Oro de
Madrid.
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