Cuando ir en avión se convierte en algo agitado y turbulento los temores de un accidente nos acechan.
Interior de un avión de la compañía Iberia en febrero de 2017.JAIME VILLANUEVA
La ceremonia se repite. Tras pelearnos para encajar multitud de
bártulos sobre nuestras cabezas, la tripulación de cabina o un más
moderno vídeo nos explican aquello de las salidas de emergencia, del
cinturón de seguridad y nada de inflar el chaleco dentro del avión. Cuando los motores arrancan se nos indica que hemos de permanecer
sentados, con los cinturones abrochados y que subamos las ventanillas
hasta que la iluminación en cabina se atenúa. El protocolo de dejarnos
medio a oscuras no es para ayudar a calmar nuestros nervios ante la
inminente maniobra de despegue. En realidad, tiene como objetivo
acostumbrar a nuestras pupilas a la falta de luz en caso de que algo no
vaya bien. Nuestra vista estará acostumbrada a la cantidad de luz
exterior y nos facilitará la evacuación con la única guía de la
iluminación de emergencia. Una vez en el aire y de tanto en tanto, el capitán puede que
encienda de nuevo las luces que indican que permanezcamos sentados y
con los cinturones abrochados debido a la presencia de turbulencias.
¿Qué son estas turbulencias?
Las turbulencias en aviación son similares a los baches en las carreteras.
En general, no revisten gravedad y es casi imposible que provoquen que
el avión caiga, pero el hecho de estar sujetos al asiento nos puede
evitar un buen golpe. Los pilotos las consideran más un inconveniente
para la tripulación y los pasajeros que un peligro. Debido a las
turbulencias solo 60 personas al año sufren daños en Estados Unidos,
siendo dos tercios de ellos tripulación de cabina. Es decir, unos 20
pasajeros de los 800 millones que anualmente se mueven sobre los cielos
de Estados Unidos tienen algún percance físico como consecuencia de
estos movimientos turbulentos. La turbulencia es una de las características de los fluidos en
movimiento. En cuanto un fluido, como es el caso del aire, se mueve
puede hacerlo de forma suave o generando remolinos que tienden a moverse
en lo que se denomina el flujo medio. Un gran ejemplo de turbulencia
—aunque no en sentido estricto—, es el humo de un cigarrillo. Este
asciende en la misma dirección, pero lo hace mediante remolinos que
tienen diferente dirección y velocidad que el flujo medio. Los remolinos
o vórtices, que pueden llegar afectar a la aviación no son los del
tamaño del humo de un cigarro, sino que deben tener una dimensión
comparable al del avión. Por tanto, solo sentiremos sacudidas si son de un tamaño de alrededor de unos 100 metros.
En la atmósfera existen varios fenómenos que producen la clase de turbulencia que puede afectar a los aviones en vuelo:
Situación en enero y julio de 2017 de la Zona de Convergencia Intertropical donde se favorece la convección y las turbulencias.WIKIMEDIA
Turbulencia por nubes convectivas
Uno de ellos es el mecanismo de ascenso y descenso de aire
que se produce en las nubes convectivas. Este tipo de nubes se
caracterizan por su aspecto algodonoso y burbujeante como por ejemplo
los cúmulos; y aquellas que dan lugar a tormentas: los cumulonimbos.
Ondas que pueden ser generadoras de turbulencia visibles via satelite en las nubes alrededor de las islas Azores
Los pilotos tratan de esquivar estos núcleos tormentosos,
aunque en lugares como la Zona de Convergencia Intertropical les resulta
muy difícil. En esta zona —cercana a los trópicos— la conjunción de
altas temperaturas y la confluencia de los vientos dominantes es un gran
generador de convección.
Turbulencia por la orografía
Las zonas montañosas o islas con gran altitud pueden
producir ondulaciones en el viento que llegan a propagarse hasta los
niveles donde se desarrollan los vuelos comerciales. En lugares como los
Pirineos, Alpes o Himalaya, y en las islas Canarias o Azores son
habituales las turbulencias de carácter orográfico.
Turbulencia de aire claro
Un tipo de turbulencia que es más difícil de prever. Recibe
este nombre al producirse a una altura en que las nubes no son un
indicador de remolinos. Para los pilotos, al no tener claras
indicaciones de su presencia suelen ser fuentes de incidentes, debido a
que apenas da tiempo a avisar a los pasajeros para que se abrochen los
cinturones de seguridad. Esta turbulencia invisible se produce en las cercanías de la
corriente en chorro, un río atmosférico que fluye cercano a nuestras
latitudes a unos 12 kilómetros de altura. Es el responsable de generar
turbulencias en sus bordes haciendo que los vuelos transoceánicos sean
más cortos al volar de América a Europa. También es el causante de que
hayan caído notablemente las temperaturas en España en esta semana. Bueno yo le tengo pánico a las turbulencias y cuando el avión va como temblando. He viajado mucho en avión y puedo decir que han sido más los vuelos malos que buenos....
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