Cuando ir en avión se convierte en algo agitado y turbulento los temores de un accidente nos acechan.
La ceremonia se repite.
Tras pelearnos para encajar multitud de bártulos sobre nuestras cabezas, la tripulación de cabina o un más moderno vídeo nos explican aquello de las salidas de emergencia, del cinturón de seguridad y nada de inflar el chaleco dentro del avión.
Cuando los motores arrancan se nos indica que hemos de permanecer sentados, con los cinturones abrochados y que subamos las ventanillas hasta que la iluminación en cabina se atenúa.
El protocolo de dejarnos medio a oscuras no es para ayudar a calmar nuestros nervios ante la inminente maniobra de despegue. En realidad, tiene como objetivo acostumbrar a nuestras pupilas a la falta de luz en caso de que algo no vaya bien.
Nuestra vista estará acostumbrada a la cantidad de luz exterior y nos facilitará la evacuación con la única guía de la iluminación de emergencia.
Una vez en el aire y de tanto en tanto, el capitán puede que encienda de nuevo las luces que indican que permanezcamos sentados y con los cinturones abrochados debido a la presencia de turbulencias.
En general, no revisten gravedad y es casi imposible que provoquen que el avión caiga, pero el hecho de estar sujetos al asiento nos puede evitar un buen golpe.
Los pilotos las consideran más un inconveniente para la tripulación y los pasajeros que un peligro.
Debido a las turbulencias solo 60 personas al año sufren daños en Estados Unidos, siendo dos tercios de ellos tripulación de cabina. Es decir, unos 20 pasajeros de los 800 millones que anualmente se mueven sobre los cielos de Estados Unidos tienen algún percance físico como consecuencia de estos movimientos turbulentos.
La turbulencia es una de las características de los fluidos en movimiento.
En cuanto un fluido, como es el caso del aire, se mueve puede hacerlo de forma suave o generando remolinos que tienden a moverse en lo que se denomina el flujo medio.
Un gran ejemplo de turbulencia —aunque no en sentido estricto—, es el humo de un cigarrillo.
Este asciende en la misma dirección, pero lo hace mediante remolinos que tienen diferente dirección y velocidad que el flujo medio.
Los remolinos o vórtices, que pueden llegar afectar a la aviación no son los del tamaño del humo de un cigarro, sino que deben tener una dimensión comparable al del avión.
Por tanto, solo sentiremos sacudidas si son de un tamaño de alrededor de unos 100 metros.
Tras pelearnos para encajar multitud de bártulos sobre nuestras cabezas, la tripulación de cabina o un más moderno vídeo nos explican aquello de las salidas de emergencia, del cinturón de seguridad y nada de inflar el chaleco dentro del avión.
Cuando los motores arrancan se nos indica que hemos de permanecer sentados, con los cinturones abrochados y que subamos las ventanillas hasta que la iluminación en cabina se atenúa.
El protocolo de dejarnos medio a oscuras no es para ayudar a calmar nuestros nervios ante la inminente maniobra de despegue. En realidad, tiene como objetivo acostumbrar a nuestras pupilas a la falta de luz en caso de que algo no vaya bien.
Nuestra vista estará acostumbrada a la cantidad de luz exterior y nos facilitará la evacuación con la única guía de la iluminación de emergencia.
Una vez en el aire y de tanto en tanto, el capitán puede que encienda de nuevo las luces que indican que permanezcamos sentados y con los cinturones abrochados debido a la presencia de turbulencias.
¿Qué son estas turbulencias?
Las turbulencias en aviación son similares a los baches en las carreteras.En general, no revisten gravedad y es casi imposible que provoquen que el avión caiga, pero el hecho de estar sujetos al asiento nos puede evitar un buen golpe.
Los pilotos las consideran más un inconveniente para la tripulación y los pasajeros que un peligro.
Debido a las turbulencias solo 60 personas al año sufren daños en Estados Unidos, siendo dos tercios de ellos tripulación de cabina. Es decir, unos 20 pasajeros de los 800 millones que anualmente se mueven sobre los cielos de Estados Unidos tienen algún percance físico como consecuencia de estos movimientos turbulentos.
La turbulencia es una de las características de los fluidos en movimiento.
En cuanto un fluido, como es el caso del aire, se mueve puede hacerlo de forma suave o generando remolinos que tienden a moverse en lo que se denomina el flujo medio.
Un gran ejemplo de turbulencia —aunque no en sentido estricto—, es el humo de un cigarrillo.
Este asciende en la misma dirección, pero lo hace mediante remolinos que tienen diferente dirección y velocidad que el flujo medio.
Los remolinos o vórtices, que pueden llegar afectar a la aviación no son los del tamaño del humo de un cigarro, sino que deben tener una dimensión comparable al del avión.
Por tanto, solo sentiremos sacudidas si son de un tamaño de alrededor de unos 100 metros.
- En la atmósfera existen varios fenómenos que producen la clase de turbulencia que puede afectar a los aviones en vuelo:
Turbulencia por nubes convectivas
Uno de ellos es el mecanismo de ascenso y descenso de aire que se produce en las nubes convectivas. Este tipo de nubes se caracterizan por su aspecto algodonoso y burbujeante como por ejemplo los cúmulos; y aquellas que dan lugar a tormentas: los cumulonimbos.En esta zona —cercana a los trópicos— la conjunción de altas temperaturas y la confluencia de los vientos dominantes es un gran generador de convección.
Turbulencia por la orografía
Las zonas montañosas o islas con gran altitud pueden producir ondulaciones en el viento que llegan a propagarse hasta los niveles donde se desarrollan los vuelos comerciales.En lugares como los Pirineos, Alpes o Himalaya, y en las islas Canarias o Azores son habituales las turbulencias de carácter orográfico.
Turbulencia de aire claro
Esta turbulencia invisible se produce en las cercanías de la corriente en chorro, un río atmosférico que fluye cercano a nuestras latitudes a unos 12 kilómetros de altura. Es el responsable de generar turbulencias en sus bordes haciendo que los vuelos transoceánicos sean más cortos al volar de América a Europa. También es el causante de que hayan caído notablemente las temperaturas en España en esta semana.
Bueno yo le tengo pánico a las turbulencias y cuando el avión va como temblando. He viajado mucho en avión y puedo decir que han sido más los vuelos malos que buenos....
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