El director de una sucursal bancaria dejó de ser una persona a quien la gente recurría en busca de ayuda, alguien más del barrio que, habitualmente, estaba al tanto de la marcha de los negocios y de la situación de sus vecinos y clientes, para convertirse en un buscador estresado de nuevas víctimas de aquella reinventada codicia a quien enredar en su tela de araña.
Un jeta, un canalla, un ladrón.
Nos enteramos ahora, gracias a un reportaje del diario digital El Español, de que, en la calle a pesar de haber sido condenado no sé cuántas veces por chorizo, Mario Conde sigue llevando un tren de vida impresionante y manteniendo si no todas, un gran número de propiedades.
Mansiones, casas en zonas privilegiadas, fincas, coches de lujo, barcos, chófer, criados…
Aún recuerdo cuando la yet set, que era como se llamaba por aquel entonces a los pijos españoles, se volvían locos porque Mario Conde se dignase mirarles a la cara, no te digo nada si además les hacía un gesto o un tenue movimiento de saludo con su engomiada cabellera morena entre artista de Hollywood y capillita andaluz. Pues ese Mario Conde, que sigue siendo uno de los mayores deudores a las arcas del Estado con una deuda de casi 10 millones de euros sigue paseando por las calles entre los honrados, entre los currantes y los parados…
Bueno, donde los parados van no creo que él se deje caer demasiado, pero que no se esconde es cierto.
La justicia tendrá razones, por supuesto de peso, que la ignorancia popular ignora, y esas deben ser las que permiten a este golfo continuar en la calle, luciendo su eterno moreno ofensivo.
Puede ser que alguno piense que estoy enfadado con él, pero se equivoca, porque tengo la suerte de no conocerle, solamente me indigna poder tener en la mesa de al lado de un restaurante a un individuo que representa lo peor de mi país, al que quiero tanto que desearía que estos caraduras no tuvieran cobijo en él y si lo tuvieran no fuera en otro sitio que en la cárcel.
Lean el artículo que publica El Español y van a ver como piensan igual que yo, a no ser que sean el propio Mario Conde, claro, que, vete tú a saber, como tonto no es, lo mismo coincide con mis argumentos y se ríe.
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