Para mí, es un retrato de estos tiempos: una imagen chocante, tenebrosa
y rupturista.
El único que sonríe es Don Donald, mientras que el resto
consigue transmitir un desasosiego casi sobrenatural.
Las mantillas o
tocados de Ivanka y Melania parecen diseñadas por las gemelas
terroríficas de El Resplandor o por alguien muy afín a Hillary
Clinton o por alguna velina bromista que quiso reírse un poco.
Me parece
que al papa Francisco casi le dio un corte de digestión porque, el
pobre, podría sospechar que más que hacerle una visita venían a pedirle
un exorcismo.
En América dicen que parecen de la Familia Adams, pero a mí me recuerdan
a aquella foto de familia en el último matrimonio de Liza Minelli,
donde también hubo una indigestión estilística importante.
Pero está claro que las
dos, que no se llevan tan bien, coinciden en algo: por más ricas que
sean, el sagrado protocolo las confunde.
Tampoco hay que llevarse las
manos a la cabeza, porque el expresident Francisco Camps
también se hizo un lío aceptando trajes regalados de Gürtel precisamente
para ir a una audiencia con el papa Ratzinger.
No sabía si tenía que
llevar corbatín blanco y frac blanco o no y al final esos trajes
terminaron apartándolo de la presidencia. Y del Vaticano.
La foto viene a perfilar la idea que Estados Unidos suele tener del
resto del mundo
. No pueden entender que en continentes tan pequeños
cohabiten tantas ferias y protocolos.
Melania no usó velo en Arabia
Saudí pero optó por una cofia rarísima para ir al Vaticano.
Parece de
justicia, ciega y divina, que dos millonarias salgan retratadas como
unas caricaturas de la americana guapa, rica pero equivocada.
Aunque
Melania ganó muchos puntos en Israel cuando le dio un manotazo a su marido,
quien la hacía caminar detrás como si le diera vergüenza.
En Estados
Unidos han puesto esa imagen casi tanto como retransmiten Despacito
de Luis Fonsi por todas las radios.
Con eso, Melania se reactivó y ese
milagro duró hasta entrar en la biblioteca privada del Papa.
La actriz Victoria Abril, el pasado 17 de mayo en el Festival de Cannes.Andreas Rentz (getty images
La vida es más una feria que una biblioteca
. Y en Estados Unidos hay
otro tipo de milagros y de conocimiento.
El más intrigante es Cher. La
cantante, de 71 años, regresó semidesnuda al escenario en la entrega de los premios Billboard
donde desempolvó parte de su repertorio.
Y también desenterró dos
trajes, uno de Bob Mackie del año 89 que le sienta aún mejor en 2017.
Los críticos solo se atrevieron a señalar que en el 89 se veía un
ombligo a través de la transparencia agujereada y que ahora hay
transparencia pero ya no hay ombligo.
A lo mejor no es tan necesario
para seguir siendo un icono y una voz maravillosa y para constatar que
no hay nada mejor en la vida que ser Cher.
Es más, si me dejaran, me
pondría ese traje el día que me toque mi audiencia con el Papa.
Esa reaparición de Cher coincidió con la de Felipe González. Ambos
estrategas nacieron en los años cuarenta y ambos siguen en el escenario.
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