Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

19 abr 2017

Historias que cuentan............................Publicado por Diego Cuevas

Ángeles González-Sinde, Fran Perea y Borja Cobeaga. Foto: Paco Gómez.
A principios de año, el proyecto Havana Club 7: historias que cuentan anunció su intención de aventurarse por nuevos terrenos durante la búsqueda de historias que mereciesen ser narradas.
 La iniciativa había nacido cuatro años antes con unas entregas que convirtieron crónicas de periodistas y comunicadores eminentes en conversaciones sobre las tablas de los escenarios teatrales, pero en el caso de la presente edición el proyecto ha optado por ir más allá y reivindicar todas aquellas historias reales y cotidianas de las personas que forman parte del corazón de las poblaciones. 
Con ese objetivo, en Havana 7 dejaron abiertos los buzones entre enero y marzo del 2017 y le dieron la bienvenida a las memorias de todo aquel que creyese tener vivencias interesantes que contar, una invitación cuyo objetivo era seleccionar tres historias para trasladarlas a la pantalla grande valiéndose del formato cortometraje.
 Una vez finalizado el plazo de recepción, sobre las mesas de la empresa se apilaron varios cientos de misivas con pedazos de vivencias ajenas alojados en su interior.
 Los encargados de bucear entre la correspondencia para pescar las historias que se convertirían en imágenes eran tres personas especializadas en chapotear en mundos ajenos: Borja Cobeaga, Fran Perea y Ángeles González-Sinde.
Cada uno de ellos se ha aventurado a contar las historias que otros les han contado.
 En Jot Down les hemos pedido que escarben un poco en su experiencia como espectadores y rememoren las escenas fetiche de otras obras audiovisuales de las que han bebido las historias que se encuentran produciendo.

Borja Cobeaga y la tensión sorda de No es país para viejos
«Mi historia va sobre una entrevista de trabajo, se trata de un cortometraje donde la puesta en escena consiste en una mesa grande, un tío de recursos humanos y un entrevistado. 
Me encantan los relatos que transcurren en un solo sitio con pocos personajes, aquellos donde está todo muy concentrado», nos explica Cobeaga.
 «En general las películas ambientadas en el mundo laboral me suelen gustar bastante. 
De hecho, hace unos años rodé un cortometraje llamado Democracia sobre una reunión de trabajadores de una empresa. 
Se trata de un contexto que me interesa aunque en este caso en concreto realmente no me he fijado tanto en las películas que reflejan ese ambiente como en algo que hacen mucho los hermanos Coen: componer conversaciones aparentemente normales donde existe de fondo una tensión brutal que va creciendo lentamente». 
El realizador vasco apunta a una escena genial de No es país para viejos donde Anton Chigurh (Javier Bardem) mantiene una conversación con un dependiente: «Bardem está hablando con el dueño de una gasolinera y en aquel diálogo parece que no está pasando nada pero ocurren un montón de cosas, existe muchísima tensión».
 Se trataba de una secuencia que lograba aterrar al espectador con un par de elementos tan sencillos como una moneda lanzada al aire y un pedazo de plástico.
 «Lo que mejor recuerdo es cómo Bardem colocaba sobre la mesa el envoltorio de algo que se acababa de comer, un plástico arrugado que al ser depositado en el mostrador se iba expandiendo poco a poco, creando una tensión sorda, un río chirriante.
 Es exactamente ese tipo de tensión la que me interesa para el cortometraje.
 En mi historia, protagonizada por Daniel Pérez y Jorge Suquet, el encargado de recursos humanos se da cuenta durante una entrevista de trabajo de que el entrevistado es alguien que le hacía bullying en el colegio, se trata de un punto de partida muy potente».  

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