Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

21 abr 2017

En el punto de Mila Veo que Jorge Javier se siente bien y sin miedo Mila Ximénez

En el punto de Mila

Veo que Jorge Javier se siente bien y sin miedo

Mila Ximénez







Jorge Javier desnudo
Siempre que tengo unos días libres, hago miles de planes.Y además tengo la pésima costumbre de involucrar a amigos en ellos, con la firme promesa de cumplirlos.
 Pero casi nunca es así. No hay oferta más tentadora para mí que la ausencia de compromisos. 
 Lo curioso es que sigan contando conmigo.

Un disfrutón disciplinado

Esta vez no ha sido distinto.
 Unas cuantas disculpas y el cerrojo al exterior. Estos días he sido más drástica. 
El encierro ha sido absoluto. Necesitaba oír el silencio. Así que he vuelto a pasarme horas leyendo, algunas horas en el spa del gimnasio, y bailando bachata sola por casa. 
He mirado el teléfono muy de vez en cuando. Sobre todo para tener noticias de los niños.
 Y en una de estas recibo un mensaje de voz, que me deja inerte: “¿Has visto a Jorge, desnudo?”. No era capaz de reaccionar. Solo pensé: “Dios, ¿qué ha hecho?”.
 Sabía que estaba en Nueva York. Y de pronto, me lo imaginé vagando por el Bronx, despistado y aturdido después de un atraco, rodeado de turistas españoles con el móvil. 
Lo sé. Tuve un momento de locura transitoria que puso patas arriba mi disciplina metafísica.
 Intenté estabilizarme, e ir directamente a su Instagram, buscando alguna pista de este episodio.
 Y ahí estaba él, con gesto daliniano mirando a un punto muerto. Tardé en reparar en lo que enseñaba. Solo me alivió que parecía estar a salvo. 
Y tanto que lo estaba. Mirando esa foto fui más allá de su desnudo. Se siente bien y se ha alejado del miedo. Ha aflojado su mochila, y eso me gusta. Lo cierto es que me gustan muchas cosas de él.
 Se ha convertido en un disfrutón disciplinado. Y con el tiempo está acortando distancias con la gente que le quiere.
 Creo que P. ha tenido mucho que ver en esto. 
Tiene una cercanía lejana que le posibilita la ternura con el sarcasmo.
En fin, una vez recuperado el aliento y sorprendiéndome de mi sentimiento de tutela, no puedo evitar mandarle un mensaje con un emoticono de complicidad. Hablo con él y, sorprendentemente, no me hace preguntas narcisistas. 
Se le oye feliz. Y lleva tiempo con este sonido
. Pensaba dedicarle este blog al “aseado” Francisco Rivera, pero he pensado: “!Que le den!”.
Que le den a Jorge J. Vázquez, que está encantado de haberse conocido, como tu misma que te vas con un barrigón tremendo a Supervivientes y te gastas el pastón que ganaste en estirarte la cara y el cuerpo. Los dos son unos acomplejados, uno parece un mono y la otra un llavero, pues que bien. 

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