La escasez de crédito y los bajos salarios contienen las compraventas y un mayor auge del precio de la vivienda, pero son parches que palían la falta de medidas contra los excesos.
El mercado de la vivienda en España
ha vuelto a crecer en 2016 a un ritmo que no se veía desde hace una
década.
Acostumbrado a los números rojos que lo han acompañado durante los últimos años, el sector se sacude el polvo de la inactividad, dice adiós al ajuste y enfila una nueva fase de alegrías: las propiedades se revalorizan, se vuelven a construir nuevas promociones y se venden más pisos (y cada vez más sobre plano).
¿Significa esto que se están sentando las bases para una nueva burbuja inmobiliaria?
¿Afecta a los ciudadanos que vayan a comprar o vender una casa? ¿Hay motivos para la preocupación?
La respuesta de los que día a día analizan y trabajan en este sector es unánime al afirmar que el país está en una etapa de normalización y no en el camino del desenfreno.
La precariedad laboral, los bajos salarios y las políticas de contención del crédito, tanto a particulares como a promotoras, están haciendo de muro de contención.
De momento, estas son las únicas salvaguardas pero, de desaparecer, el mercado podría volver a calentarse demasiado, ya que la Administración española no ha tomado medidas para evitar otra burbuja.
El Banco Central Europeo (BCE) reconoce que muchos países han comenzado a fortalecer sus políticas de prudencia macroeconómica en este sector, pero considera que es necesario hacer más.
De hecho, tanto el BCE como el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya han alertado de que se están creando burbujas en los mercados inmobiliarios de Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Luxemburgo, Reino Unido y Suecia. Pero de momento han dejado fuera a España, a pesar de que la vivienda se encareció una media del 4,7% en 2016, su tercer repunte anual consecutivo y el más elevado desde el ejercicio de 2007, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Además, el año pasado se vendieron 457.689 casas.
Esta cifra no solo supone un incremento del 13,9% interanual, sino que para encontrar un ejercicio con más transacciones hay que remontarse a 2010, recoge el Ministerio de Fomento.
Precisamente han sido estos crecimientos registrados durante el pasado año los que han hecho saltar las alarmas y han despertado el fantasma de la temida burbuja.
El semanario británico The Economist alertó hace un par de semanas de que los precios de la vivienda en España están aún sobrevalorados un 16% en función de los ingresos netos de los ciudadanos, a pesar de que desde 2007, cuando se alcanzaron las cotas máximas, las casas se han devaluado casi un 40%.
"La lectura que hay que hacer de esos datos es que hay un problema de deflación de salarios e ingresos familiares y no tanto del precio de la vivienda y, además, no tiene en cuenta la economía informal", explica Ismael Clemente, consejero delegado de Merlin Properties, la mayor Socimi (sociedad cotizada de inversión inmobiliaria) del mercado español.
No es la primera vez que la revista pone la lupa sobre España.
Ya en 2003 avisó de que había una burbuja y advirtió contra el elevado número de hipotecas a interés variable.
"Actualmente no vemos signos de que se esté gestando una burbuja generalizada, aunque sí detectamos cierto calentamiento de precios en determinadas localizaciones motivado principalmente por la escasez de oferta, sobre todo en determinados barrios de Madrid y Barcelona, donde el mercado se está sobrecalentando por la falta de suelo finalista", dice David Martínez, director general de la promotora residencial Aedas Homes, creada por el fondo estadounidense Castlelake.
Cierto es que esta escasez de oferta y la demanda de inversores —auspiciada por una rentabilidad bruta anual del 8,8% y los bajos tipos de interés— están jugando un papel importante en el fuerte incremento de precios que se están registrando en las principales ciudades, especialmente en zonas concretas del centro de Madrid. Pero "por sí sola esta demanda [la de inversores] no podrá mantener la subida a medio y largo plazo", razona Beatriz Corredor, exministra de Vivienda y actual directora de Relaciones Institucionales del Colegio de Registradores.
Acostumbrado a los números rojos que lo han acompañado durante los últimos años, el sector se sacude el polvo de la inactividad, dice adiós al ajuste y enfila una nueva fase de alegrías: las propiedades se revalorizan, se vuelven a construir nuevas promociones y se venden más pisos (y cada vez más sobre plano).
¿Significa esto que se están sentando las bases para una nueva burbuja inmobiliaria?
¿Afecta a los ciudadanos que vayan a comprar o vender una casa? ¿Hay motivos para la preocupación?
La respuesta de los que día a día analizan y trabajan en este sector es unánime al afirmar que el país está en una etapa de normalización y no en el camino del desenfreno.
La precariedad laboral, los bajos salarios y las políticas de contención del crédito, tanto a particulares como a promotoras, están haciendo de muro de contención.
De momento, estas son las únicas salvaguardas pero, de desaparecer, el mercado podría volver a calentarse demasiado, ya que la Administración española no ha tomado medidas para evitar otra burbuja.
El Banco Central Europeo (BCE) reconoce que muchos países han comenzado a fortalecer sus políticas de prudencia macroeconómica en este sector, pero considera que es necesario hacer más.
De hecho, tanto el BCE como el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya han alertado de que se están creando burbujas en los mercados inmobiliarios de Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Luxemburgo, Reino Unido y Suecia. Pero de momento han dejado fuera a España, a pesar de que la vivienda se encareció una media del 4,7% en 2016, su tercer repunte anual consecutivo y el más elevado desde el ejercicio de 2007, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Además, el año pasado se vendieron 457.689 casas.
Esta cifra no solo supone un incremento del 13,9% interanual, sino que para encontrar un ejercicio con más transacciones hay que remontarse a 2010, recoge el Ministerio de Fomento.
Precisamente han sido estos crecimientos registrados durante el pasado año los que han hecho saltar las alarmas y han despertado el fantasma de la temida burbuja.
El semanario británico The Economist alertó hace un par de semanas de que los precios de la vivienda en España están aún sobrevalorados un 16% en función de los ingresos netos de los ciudadanos, a pesar de que desde 2007, cuando se alcanzaron las cotas máximas, las casas se han devaluado casi un 40%.
"La lectura que hay que hacer de esos datos es que hay un problema de deflación de salarios e ingresos familiares y no tanto del precio de la vivienda y, además, no tiene en cuenta la economía informal", explica Ismael Clemente, consejero delegado de Merlin Properties, la mayor Socimi (sociedad cotizada de inversión inmobiliaria) del mercado español.
No es la primera vez que la revista pone la lupa sobre España.
Ya en 2003 avisó de que había una burbuja y advirtió contra el elevado número de hipotecas a interés variable.
"Actualmente no vemos signos de que se esté gestando una burbuja generalizada, aunque sí detectamos cierto calentamiento de precios en determinadas localizaciones motivado principalmente por la escasez de oferta, sobre todo en determinados barrios de Madrid y Barcelona, donde el mercado se está sobrecalentando por la falta de suelo finalista", dice David Martínez, director general de la promotora residencial Aedas Homes, creada por el fondo estadounidense Castlelake.
Cierto es que esta escasez de oferta y la demanda de inversores —auspiciada por una rentabilidad bruta anual del 8,8% y los bajos tipos de interés— están jugando un papel importante en el fuerte incremento de precios que se están registrando en las principales ciudades, especialmente en zonas concretas del centro de Madrid. Pero "por sí sola esta demanda [la de inversores] no podrá mantener la subida a medio y largo plazo", razona Beatriz Corredor, exministra de Vivienda y actual directora de Relaciones Institucionales del Colegio de Registradores.
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