Un Blues

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18 mar 2017

Jack el Destripador, caso abierto........................Guillermo Altares.

El criminal nunca fue descubierto, pero se sigue identificando con la imagen de un hombre con capa y sombrero de copa. / Manuel Vázquez
Ha pasado más de un siglo desde lo que la prensa popular de la época llamó los crímenes de Whitechapel, y el resto del mundo, los asesinatos de Jack el Destripador.
 Las atroces muertes de cinco prostitutas en Londres en el otoño de 1888 nunca fueron resueltas. 
El interés por el caso no ha decaído. Sigue generando debates, polémicas, libros, investigaciones, museos y negocios.
 Cada año se suman nuevos nombres a la interminable lista de sospechosos que encabeza el médico personal de la reina de Inglaterra. 
EN LOS  últimos meses de 1888 se cometieron una serie de terribles asesinatos en Whitechapel, la zona más violenta de Londres, un barrio donde la muerte y la miseria campaban a sus anchas.
 Sin embargo, a diferencia de muchos otros, aquellos crímenes nunca fueron olvidados.
 Salvo tal vez el magnicidio del presidente John Fitzgerald Kennedy en Dallas en 1963, ningún asesinato ha sido analizado tan minuciosamente ni ha proporcionado tantas teorías conspiratorias. Cada una de las pruebas obtenidas ha sido sometida a un infatigable escrutinio a lo largo de las décadas para, al final, seguir siendo un misterio dentro un enigma.
 Jack el Destripador, el asesino de cinco prostitutas entre el 31 de agosto y el 9 de noviembre, es todavía un caso abierto. 
Whitechapel, el barrio en el que Jack el Destripador cometió sus crímenes, se encuentra en el este de Londres. Manuel Vázquez
 
Cada año se publican libros que ofrecen nuevas teorías sobre la identidad del criminal.
 Pero, más que aclarar el asunto, lo oscurecen, porque existen muy pocos puntos de acuerdo entre los diferentes investigadores que rebuscan en los más mínimos detalles para sostener tesis muchas veces imposibles.
 El autor de novela negra y bibliófilo Otto Penzler ha recopilado una parte importante de esta información en The Big Book of Jack the Ripper (El gran libro de Jack el Destripador), editado recientemente en Estados Unidos.
 Sus 800 páginas reúnen no solo las principales teorías, textos y artículos de la época, sino también insólitos relatos literarios.
 Entre ellos, uno de la danesa Isak Dinesen, la autora de Memorias de África
En su conocida novela gráfica From Hell (Desde el infierno), el guionista Alan Moore atribuye esta cita a Jack el Destripador: “Un día, la gente mirará al pasado y se dará cuenta de que conmigo nació el siglo XX”. 
Aquellos crímenes ofrecen muchos aspectos que enlazan con nuestra época.
 “Es una historia que nos fascina por muchos motivos”, explica Penzler, que también editó un libro que recopila historias apócrifas de Sherlock Holmes y es propietario de una librería especializada en literatura negra en Nueva York, The Mysterious Bookshop. 
“Los asesinatos fueron especialmente atroces. 
En ese momento, los diarios de Londres peleaban por los lectores y recurrieron a titulares muy sensacionalistas.
 Además, la fotografía en la prensa era relativamente nueva y se publicaron imágenes espeluznantes. 
El nombre, Jack el Destripador, también es extraordinariamente evocador: Jack el Asesino no sería lo mismo.
 Y el hecho de que sea una historia que no se ha cerrado nunca ha llevado a que sigamos especulando hasta ahora”. 
Más allá del morbo, el caso sigue generando polémica.
 La apertura de un museo privado dedicado a los crímenes en el East End de Londres, una zona que se gentrifica a marchas forzadas con cafeterías especializadas en cereales y apartamentos a precios estratosféricos, ha provocado intensas críticas en los últimos meses. No solo por el aprovechamiento turístico de las atrocidades, sino porque, no se puede olvidar, la historia tiene como protagonista a un asesino de mujeres.
 Jack el Destripador, un nombre que triunfó inmediatamente en la prensa popular, fue el ejemplo más universal, brutal y descarnado de la violencia machista. 
Deborah Orr, columnista de The Guardian, calificó el nuevo museo de “desgracia”.
El recién inaugurado museo que reconstruye los crímenes de Jack el Destripador. Manuel Vázquez
 El centro ofrece una recreación bastante kitsch, con muñecos y reconstrucción de calles y habitaciones, de los escenarios en los que se produjeron los crímenes.
 Recurre a todos los tópicos, entre ellos el del asesino con sombrero de copa y capa.
 Mucho más tecnológico resulta el recién inaugurado City of London Police Museum, que dedica una sección a los homicidios de Whitechapel: los visitantes pueden interactuar con una versión digital de una de las víctimas, Catherine Eddowes, recluida en una celda de la comisaría de Bishopsgate.
 Poco después de ser liberada, esta prostituta se convertiría el 30 de septiembre de 1888 en la cuarta mujer asesinada por Jack –­la segunda en la misma noche, ya que una hora antes había cortado la garganta a Elizabeth Stride–.
 El montaje de este museo de la policía, inaugurado en noviembre, nos transporta al contexto de drama y sordidez que rodea a estos asesinatos.
 Londres era entonces la ciudad más poblada del mundo, con un millón de habitantes.
 Era la capital de un imperio, pero albergaba una pobreza infinita.
A través de estos crímenes se puede leer la inimaginable miseria que se concentraba en esa época en el East End, el este de la ciudad, donde se instalaban los inmigrantes recién llegados –sobre todo, judíos que huían de las persecuciones en Rusia y Europa del Este–, entre tabernas miserables, prostitutas y violencia. 
Dickens fue el gran narrador de esa pobreza urbana.
 Pocos años después de los asesinatos, un periodista estadounidense retrató la vida en aquella zona de la capital británica en un libro titulado La gente del abismo. 
El autor se convirtió más tarde en uno de los grandes escritores de todos los tiempos, Jack London.
 “Hay una imagen bella en el East End y solo una”, escribió antes de describir a unos niños bailando en la calle.
 En esa obra, London hablaba de la “pobreza abyecta” del barrio y de las condiciones de “esclavitud” de los trabajadores. 
 

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