La baronesa aduce problemas de liquidez para deshacerse de un pastel del pintor impresionista. Exige que el Estado alquile 20 años su colección para que siga en España.
La baronesa Thyssen ha puesto a la venta Caballos de carreras en un paisaje
(1894), pastel sobre papel de Edgar Degas y una de las dos obras que
posee de este impresionista francés.
Con ello espera conseguir una cantidad similar a la obtenida con La esclusa, de John Constable, que subastó en 2012 por 27,9 millones de euros.
Carmen Cervera insiste en que puede ser millonaria en cuadros, pero que el mantenimiento de su colección y de su patrimonio resulta muy costoso, por lo que se ve “obligada” de nuevo a vender otra de sus obras más apreciadas.
Caballos de carreras en un paisaje servirá para resolver sus “problemas de liquidez más inmediatos”, indica.
No sabe si saldrá a subasta o será una venta directa, pero afirma que tiene varias personas interesadas en la pieza.
El pastel de Degas (París, 1834-1917), uno de los padres del impresionismo, no se exhibe actualmente en la colección permanente del Museo Thyssen de Madrid, sino que permanece en el almacén.
“Los que somos coleccionistas sabemos cuánto nos duele desprendernos de cada una de nuestras obras, pero en este momento no me queda más remedio.
Estoy gastando cantidades enormes en abogados y no tengo beneficios por ninguna parte.
No descarto poner en alquiler la casa de Marbella”, añadió ayer en Madrid la baronesa en un almuerzo con tres medios de comunicación, entre ellos EL PAÍS.
Al ministerio “no se le ha comunicado ni le ha llegado ninguna petición con esas propuestas de la baronesa”, explicaron ayer fuentes de Cultura.
Al menos por el momento, Thyssen no se desprenderá de Mata Mua, una de las pinturas más emblemáticas de Gauguin y con un significado muy emocional para ella (su esposo, el barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza, fallecido en 2002, la compró en dos ocasiones).
Otra de las obras representativas de su colección personal, El puente de Charing Cross en Londres, de Monet, podría tener un final similar al papel de Degas, aunque más a largo plazo.
Esta salida al mercado del degas se produce en plena negociación con el Gobierno sobre el futuro de la colección de la baronesa, depositada en la Fundación Thyssen, en Madrid.
El anuncio de la venta, por tanto, se puede interpretar como una forma de presionar a Cultura.
Las partes se dieron un plazo de tres meses para buscar una solución a la colección, cuando en enero este diario reveló la intención de Carmen Thyssen de mover sus obras.
Con ello espera conseguir una cantidad similar a la obtenida con La esclusa, de John Constable, que subastó en 2012 por 27,9 millones de euros.
Carmen Cervera insiste en que puede ser millonaria en cuadros, pero que el mantenimiento de su colección y de su patrimonio resulta muy costoso, por lo que se ve “obligada” de nuevo a vender otra de sus obras más apreciadas.
Caballos de carreras en un paisaje servirá para resolver sus “problemas de liquidez más inmediatos”, indica.
No sabe si saldrá a subasta o será una venta directa, pero afirma que tiene varias personas interesadas en la pieza.
El pastel de Degas (París, 1834-1917), uno de los padres del impresionismo, no se exhibe actualmente en la colección permanente del Museo Thyssen de Madrid, sino que permanece en el almacén.
“Los que somos coleccionistas sabemos cuánto nos duele desprendernos de cada una de nuestras obras, pero en este momento no me queda más remedio.
Estoy gastando cantidades enormes en abogados y no tengo beneficios por ninguna parte.
No descarto poner en alquiler la casa de Marbella”, añadió ayer en Madrid la baronesa en un almuerzo con tres medios de comunicación, entre ellos EL PAÍS.
Al ministerio “no se le ha comunicado ni le ha llegado ninguna petición con esas propuestas de la baronesa”, explicaron ayer fuentes de Cultura.
Al menos por el momento, Thyssen no se desprenderá de Mata Mua, una de las pinturas más emblemáticas de Gauguin y con un significado muy emocional para ella (su esposo, el barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza, fallecido en 2002, la compró en dos ocasiones).
Otra de las obras representativas de su colección personal, El puente de Charing Cross en Londres, de Monet, podría tener un final similar al papel de Degas, aunque más a largo plazo.
Esta salida al mercado del degas se produce en plena negociación con el Gobierno sobre el futuro de la colección de la baronesa, depositada en la Fundación Thyssen, en Madrid.
El anuncio de la venta, por tanto, se puede interpretar como una forma de presionar a Cultura.
Las partes se dieron un plazo de tres meses para buscar una solución a la colección, cuando en enero este diario reveló la intención de Carmen Thyssen de mover sus obras.
A finales de abril se conocerá la decisión definitiva sobre los 429 cuadros que se exponen desde 2002, ligados a un acuerdo que se ha ido renovando durante 12 años.
La baronesa ya ha anunciado algunas de las medidas más importantes que plantea para llegar a un acuerdo.
Su intención es arrendar al Estado todas las obras por 20 años renovables, con disponibilidad para mover por el mundo un grupo variable de unas 60 pinturas; exige cambios en las condiciones de las ventas y suprimir la obligación de informar al patronato.
Además, reclama que se cumpla el acuerdo suscrito en 1999 con el entonces ministro de Cultura, Mariano Rajoy, en virtud del cual tanto ella como el barón quedaban exentos de obligaciones fiscales en España —ella tiene pasaporte suizo y reside en Andorra—.
Aunque Carmen Thyssen se resiste a dar la cifra que pide por el arrendamiento a largo plazo de su colección, reconoce que se trata de una propuesta que dejaría resuelto el tema con sus herederos: su hijo Borja y las gemelas Carmen y Sabina.
Cervera espera que las conversaciones se resuelvan felizmente para todos, aunque supone que el reconocimiento de su régimen fiscal puede ser lo más controvertido.
“El acuerdo con Rajoy se suscribió”, explica, “porque en nuestro papel de mecenas teníamos que pasar mucho tiempo en Madrid trabajando con la colección.
Nuestra residencia estaba en Andorra; aunque no fue por escrito, se nos reconoció el derecho a no tener residencia fiscal en España.
En un momento [no recuerda cuándo] eso dejó de ser así.
Yo estoy pagando casi 500.000 euros al año en impuestos sobre el patrimonio y nunca he pedido ninguna contrapartida como vicepresidenta vitalicia de la Fundación Thyssen”.
Cervera declina contestar si ha hablado directamente con el presidente Rajoy sobre el asunto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario