Quizás este sea el año en el que más fundiremos realidad con ficción.
De un tiempo para acá, tengo la sensación de vivir dentro de un capítulo de House of Cards,
la serie de Netflix sobre una pareja presidencial estadounidense, los
Underwood, adictos al poder y sus conflictos.
Capítulo tras capítulo van tejiendo una trenza de acusaciones, escaramuzas, rumores contra sus adversarios.
Esta semana, sin ir más lejos, un rumor en Francia puso contra las cuerdas a otro de sus candidatos presidenciales, Emmanuel Macron, acusándole de ser homosexual y de llevar una doble vida. Una subtrama típica en House of Cards y que cada vez llevamos con más normalidad en la vida real.
La prensa especuló sobre si no estaría la mano de Putin detrás de esto, igual que en House of Cards, donde hay un presidente ruso atlético, seco y malísimo, justo como nos imaginamos a Vladímir. Quizás este sea el año en el que más fundiremos realidad con ficción.
Por eso siento que vivo dentro de un capítulo de esa serie.
Y, cuando salgo, me encuentro con el lío de la paternidad del hijo de Ivonne Reyes y el escándalo por las joyas robadas durante la gala de los Goya, que ha quedado en una parodia de esa película clásica de Martes y Trece, El robobo de la jojoya.
En cuanto al hijo de Ivonne, ella siempre ha defendido que el papá es Pepe Navarro, pero unas pruebas de ADN, contrastadas con otro hijo del presentador y captadas por un detective privado gracias a un tenedor, han salido negativas y eso nos sume más en el debate: ¿Quién es el papá del hijo de Ivonne?
Capítulo tras capítulo van tejiendo una trenza de acusaciones, escaramuzas, rumores contra sus adversarios.
Esta semana, sin ir más lejos, un rumor en Francia puso contra las cuerdas a otro de sus candidatos presidenciales, Emmanuel Macron, acusándole de ser homosexual y de llevar una doble vida. Una subtrama típica en House of Cards y que cada vez llevamos con más normalidad en la vida real.
La prensa especuló sobre si no estaría la mano de Putin detrás de esto, igual que en House of Cards, donde hay un presidente ruso atlético, seco y malísimo, justo como nos imaginamos a Vladímir. Quizás este sea el año en el que más fundiremos realidad con ficción.
Por eso siento que vivo dentro de un capítulo de esa serie.
Y, cuando salgo, me encuentro con el lío de la paternidad del hijo de Ivonne Reyes y el escándalo por las joyas robadas durante la gala de los Goya, que ha quedado en una parodia de esa película clásica de Martes y Trece, El robobo de la jojoya.
En cuanto al hijo de Ivonne, ella siempre ha defendido que el papá es Pepe Navarro, pero unas pruebas de ADN, contrastadas con otro hijo del presentador y captadas por un detective privado gracias a un tenedor, han salido negativas y eso nos sume más en el debate: ¿Quién es el papá del hijo de Ivonne?
De un tiempo para acá, tengo la sensación de vivir dentro de un capítulo de House of Cards,
la serie de Netflix sobre una pareja presidencial estadounidense, los
Underwood, adictos al poder y sus conflictos.
Capítulo tras capítulo van tejiendo una trenza de acusaciones, escaramuzas, rumores contra sus adversarios.
Esta semana, sin ir más lejos, un rumor en Francia puso contra las cuerdas a otro de sus candidatos presidenciales, Emmanuel Macron, acusándole de ser homosexual y de llevar una doble vida. Una subtrama típica en House of Cards y que cada vez llevamos con más normalidad en la vida real.
La prensa especuló sobre si no estaría la mano de Putin detrás de esto, igual que en House of Cards, donde hay un presidente ruso atlético, seco y malísimo, justo como nos imaginamos a Vladímir. Quizás este sea el año en el que más fundiremos realidad con ficción.
Por eso siento que vivo dentro de un capítulo de esa serie.
Y, cuando salgo, me encuentro con el lío de la paternidad del hijo de Ivonne Reyes y el escándalo por las joyas robadas durante la gala de los Goya, que ha quedado en una parodia de esa película clásica de Martes y Trece, El robobo de la jojoya.
En cuanto al hijo de Ivonne, ella siempre ha defendido que el papá es Pepe Navarro, pero unas pruebas de ADN, contrastadas con otro hijo del presentador y captadas por un detective privado gracias a un tenedor, han salido negativas y eso nos sume más en el debate: ¿Quién es el papá del hijo de Ivonne?
La noticia del ADN discordante ha pillado a Ivonne en la espiral de Gran Hermano Vip en busca de un poco de ADN televisivo.
Sus “compañeros” en ese encierro también están fascinados con las siglas del ácido desoxirribonucleico y no hablan de otra cosa. Muchos recuerdan cómo era la pareja en los noventa.
Y yo también, coincidí con ellos en un restaurante madrileño que ocupaba la antigua sede del NODO del franquismo y del que había tomado prestado su nombre, no su ADN, para convertirse en el sitio más in de la ciudad entonces.
Allí, Ivonne y Pepe tonteaban, se reían, se daban de comer cuando entramos Javier Sardà y yo.
El tiempo se paralizó, porque en esos años Sardà y Navarro representaban dos caras enfrentadas del entretenimiento televisivo. Ivonne, tan venezolana como yo, rompió el hielo con su risa, desparpajo y curvas.
Capítulo tras capítulo van tejiendo una trenza de acusaciones, escaramuzas, rumores contra sus adversarios.
Esta semana, sin ir más lejos, un rumor en Francia puso contra las cuerdas a otro de sus candidatos presidenciales, Emmanuel Macron, acusándole de ser homosexual y de llevar una doble vida. Una subtrama típica en House of Cards y que cada vez llevamos con más normalidad en la vida real.
La prensa especuló sobre si no estaría la mano de Putin detrás de esto, igual que en House of Cards, donde hay un presidente ruso atlético, seco y malísimo, justo como nos imaginamos a Vladímir. Quizás este sea el año en el que más fundiremos realidad con ficción.
Por eso siento que vivo dentro de un capítulo de esa serie.
Y, cuando salgo, me encuentro con el lío de la paternidad del hijo de Ivonne Reyes y el escándalo por las joyas robadas durante la gala de los Goya, que ha quedado en una parodia de esa película clásica de Martes y Trece, El robobo de la jojoya.
En cuanto al hijo de Ivonne, ella siempre ha defendido que el papá es Pepe Navarro, pero unas pruebas de ADN, contrastadas con otro hijo del presentador y captadas por un detective privado gracias a un tenedor, han salido negativas y eso nos sume más en el debate: ¿Quién es el papá del hijo de Ivonne?
La noticia del ADN discordante ha pillado a Ivonne en la espiral de Gran Hermano Vip en busca de un poco de ADN televisivo.
Sus “compañeros” en ese encierro también están fascinados con las siglas del ácido desoxirribonucleico y no hablan de otra cosa. Muchos recuerdan cómo era la pareja en los noventa.
Y yo también, coincidí con ellos en un restaurante madrileño que ocupaba la antigua sede del NODO del franquismo y del que había tomado prestado su nombre, no su ADN, para convertirse en el sitio más in de la ciudad entonces.
Allí, Ivonne y Pepe tonteaban, se reían, se daban de comer cuando entramos Javier Sardà y yo.
El tiempo se paralizó, porque en esos años Sardà y Navarro representaban dos caras enfrentadas del entretenimiento televisivo. Ivonne, tan venezolana como yo, rompió el hielo con su risa, desparpajo y curvas.
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