Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

7 ene 2017

Un muerto y una crónica.............................. Rebeca Carranco

El periodismo de sucesos versa en realidad sobre lo que mueve al ser humano: el amor, el dinero o el poder.

La comitiva judicial y los Mossos en el lugar del tiroteo en la Meridiana. Efe
“¿Trabajas?”. Cuando recibo el mensaje, cojo aire: es domingo 1 de enero a las diez de la noche, mi último día de vacaciones.
 Con resignación, cierro el Ipad donde veía la serie The Oa. Al principio, la información es difusa: un tiroteo con uno o más muertos en la entrada de la avenida de Meridiana de Barcelona.
 El regreso al trabajo es atropellado, anticipado y con deudas, entre ellas esta crónica.
 Hay quien habla de una pelea en un bar que acaba a tiros.
 Pero la dueña enseguida lo niega. 
En poco más de una hora, lo más básico queda claro: un hombre de 32 años ha sido asesinado, otro de unos 30 está herido crítico, y una joven de 22 ha recibido el rebote de una bala en la pierna.
 Les han disparado cuando iban en coche. 
Son todos dominicanos.
El día siguiente es un día de calle. 
De la avenida de Meridiana, donde dos jóvenes me mienten cuando dicen que no conocen a las víctimas.
 Los demás son vecinos que solo oyeron gritos o vieron a una joven sangrando.
 Algunos explican como propio lo que han dado en televisión. Otros te animan a que leas a algún medio de la competencia, “que ya lo cuenta todo”.
De allí, al Instituto de Medicina Legal, donde tras varias intentonas, nadie te recibe.
 Se prueba suerte esperando en la puerta, por si alguno de los que sale es el médico forense. 
No caerá esa breva. Una fortuna similar se corre en los juzgados. La jueza que estaba de guardia el domingo acaba de irse.
 Bingo. Por no mencionar lo del secreto de sumario.
 En el hospital tampoco hay nada: ni en urgencias, ni en el bar, ni en planta, ni en ningún sitio hay rastro de familia, amigos o conocidos de las víctimas.
Vuelvo a la redacción con la libreta llena de “no tengo ni idea”; “solo pasamos por aquí”, “no te puedo decir nada”, “estoy de vacaciones”… 
Pero el diario vive ajeno a mi fracaso. 
Todo son felicitaciones de año nuevo, besos, abrazos y alguna noticia de mi interés.
 En mi ausencia, desde Madrid han publicado un tema en el que yo trabajaba. Bien. 
“Se te ve muy tranquila, ya debes tener escrita la crónica”, me interrumpe con socarronería un compañero.
 Lo miro por encima del ordenador y le sonrío pensando en aquella ya mítica frase de la Pantoja (“dientes, dientes”).
 Es ya miércoles.
 No avanzo en el caso de la Meridiana. 
No avanzo en la crónica.
 No avanzo corriendo. Cojo las cosas y me voy.
 De camino al ascensor, me encuentro a mi mentor: “¿Qué? ¿Tienes ya la crónica?”, me pregunta sonriente. 
Clavo la mirada en el suelo y dejo que las puertas se cierren.
El jueves es el día. “Tienes una apertura esperándote”, me recuerda mi jefe.
 Y no es ni el crimen de la Meridiana, ni es la crónica, ni es el tercer tema que creí tener atado hasta que descubrí con sonrojo que lo había publicado ya otro medio. 
Corro de nuevo. Esta vez pienso en los sucesos.
¿Qué es el periodismo de sucesos? Una amiga muy dada a mezclar a gente variopinta usa siempre la misma fórmula para presentarme, a su entender muy exitosa: 
“Es periodista, escribe de los asesinatos y desgracias que pasan. Pregúntale lo que quieras, lo sabe todo”.
 Yo prefería cualquier otra presentación. Incluso que no me presentase.

El periodismo de sucesos versa en realidad sobre lo que mueve al ser humano: el amor, el dinero, el poder…
 Detrás de lo que se titula Tiroteo en la Meridiana, Macroperativo antidroga en La Mina o Redada contra la prostitución en La Rambla hay personas, con una historia pasada que explican una realidad presente.
 Un terreno inequívocamente resbaladizo, donde cabe una información seria y rigurosa.
 ¿Interesa el periodismo de sucesos? A juzgar por las audiencias (que no lo son todo), sí.

Tampoco se tuvo en cuenta otro tema que debía haber salido. Bien también.
El martes lo veo clarísimo.
 Después de dos desayunos, 12 conversaciones telefónicas, y una sugerente llamada de mi jefe, “cuando puedas hablamos de los temas de la semana”, lo que necesito es correr.
 Me calzo las bambas y bajo hasta la playa, donde me cruzo con varios grupos que ruedan más rápido y mejor.
 Pienso en Murakami, no en lo de que no le hayan dado el Nobel, sino en lo de por qué corremos.
Regreso dispuesta a rastrear a todos los dominicanos de Barcelona, de España y, por qué no, de parte del extranjero.
 Salto de la muerte de El Turco, asesinado en una discoteca latina el 22 de abril en Barcelona, al caso en noviembre de otro dominicano, hallado muerto con varios balazos dentro de un coche en Hospitalet.
 Los Mossos sospechan que lo de la Meridiana es una venganza.

Sigo dándole vueltas. Pienso en el vídeo con los dos hombres desplomados dentro del coche, que alguien colgó justo después del crimen. 
Decidimos no publicarlo. Encuentro otro vídeo en el que salen las tres mujeres justo después del tiroteo. Gritan, lloran, llaman por teléfono… Tampoco lo difundimos.

 

No hay comentarios: