Los complementos veraniegos serán antagónicos: o minúsculos o talla XXL.
La próxima temporada no entiende de términos medios, sino
todo lo contrario.
Los adjetivos máximo y mínimo luchan desde su carácter de polos opuestos para definir los complementos —bolsos y calzado— para la próxima temporada de primavera y verano.
“Los extremos son más atrayentes y permiten escapar de lo común. Si optas por ellos demuestras más personalidad, con un producto diferenciador que te hace escapar de la monotonía de la gran masa”, explica el experto en moda Gabriel Torres, director de proyectos y docente de la escuela de moda y diseño LCI de Barcelona.
Los
bolsos representan actualmente casi el 30% de las ventas del mercado
del lujo.
Por ello las firmas invierten tiempo y esfuerzo en crear productos que generen deseo.
Se encuentran pequeñísimos en la firma italiana Valentino. Su director creativo, Pierpaolo Piccioli, tras la marcha de Maria Luisa Chiuri a Dior el pasado julio, hilvana referencias renacentistas y punk en una colección inspirada en la libertad que otorgan los cambios.
En la presentación de su línea de primavera-verano 2017, celebrada en septiembre en París, las modelos de Valentino caminaron ligeras sobre la pasarela con bolsitos de piel cruzados en los que apenas cabe un móvil, un pasaporte y un billete de avión a algún palacio decadente en el que disfrutar de una fiesta privada.
Los adjetivos máximo y mínimo luchan desde su carácter de polos opuestos para definir los complementos —bolsos y calzado— para la próxima temporada de primavera y verano.
“Los extremos son más atrayentes y permiten escapar de lo común. Si optas por ellos demuestras más personalidad, con un producto diferenciador que te hace escapar de la monotonía de la gran masa”, explica el experto en moda Gabriel Torres, director de proyectos y docente de la escuela de moda y diseño LCI de Barcelona.
Por ello las firmas invierten tiempo y esfuerzo en crear productos que generen deseo.
Se encuentran pequeñísimos en la firma italiana Valentino. Su director creativo, Pierpaolo Piccioli, tras la marcha de Maria Luisa Chiuri a Dior el pasado julio, hilvana referencias renacentistas y punk en una colección inspirada en la libertad que otorgan los cambios.
En la presentación de su línea de primavera-verano 2017, celebrada en septiembre en París, las modelos de Valentino caminaron ligeras sobre la pasarela con bolsitos de piel cruzados en los que apenas cabe un móvil, un pasaporte y un billete de avión a algún palacio decadente en el que disfrutar de una fiesta privada.
La próxima temporada no entiende de términos medios, sino
todo lo contrario. Los adjetivos máximo y mínimo luchan desde su
carácter de polos opuestos para definir los complementos —bolsos y
calzado— para la próxima temporada de primavera y verano. “Los extremos
son más atrayentes y permiten escapar de lo común. Si optas por ellos
demuestras más personalidad, con un producto diferenciador que te hace
escapar de la monotonía de la gran masa”, explica el experto en moda
Gabriel Torres, director de proyectos y docente de la escuela de moda y
diseño LCI de Barcelona.
Los
bolsos representan actualmente casi el 30% de las ventas del mercado
del lujo.
Por ello las firmas invierten tiempo y esfuerzo en crear productos que generen deseo.
Se encuentran pequeñísimos en la firma italiana Valentino. Su director creativo, Pierpaolo Piccioli, tras la marcha de Maria Luisa Chiuri a Dior el pasado julio, hilvana referencias renacentistas y punk en una colección inspirada en la libertad que otorgan los cambios.
En la presentación de su línea de primavera-verano 2017, celebrada en septiembre en París, las modelos de Valentino caminaron ligeras sobre la pasarela con bolsitos de piel cruzados en los que apenas cabe un móvil, un pasaporte y un billete de avión a algún palacio decadente en el que disfrutar de una fiesta privada.
Minúsculos son también algunos de los bolsos que imagina
Nadège Vanhee-Cybulski para Hermès.
En una de las salidas de la pasarela de la maison, una de las modelos lució a modo de collar una miniatura azul inspirada en el famoso modelo Kelly.
Otras lucieron en la mano un par de nano-bolsos cada una, uno redondo y otro cuadrado. La lectura de estos complementos es simple: las dueñas de ellos están obligadas a llevar lo esencial y prescindir de lo superfluo.
En el otro extremo se encuentra Cèline.
Entre las propuestas de la casa parisina destacan unos triunfantes sacos de piel para las Mary Poppins del siglo XXI; piezas talla XXL de color blanco que se cuelgan del hombro o se llevan bajo el brazo, pensadas para la vida nómada y lujosa.
Phoebe Philo, directora creativa de Cèline, es toda una maestra en el arte de dar vida a exclusivos sacos en los que, ahora sí, cabe de todo:
“Para el día me pone de los nervios si un bolso no es úti”, explicaba la diseñadora a la revista especializada en moda WWD, en una de las pocas declaraciones que Philo ha dado a la prensa.
La británica llegó a Céline en 2008 y, desde entonces, ha materializado sus manías en bolsos cómodos, versátiles y, sobre todo, prácticos.
Algo más excesivo ha sido Demna Gvaslia para Balenciaga, quien presentó para la próxima temporada bolsos que recuerdan a los asientos puf.
O los de Loewe y Prada, de tamaño maxi y asa corta, ideados para lucir como carteras de mano.
Por ello las firmas invierten tiempo y esfuerzo en crear productos que generen deseo.
Se encuentran pequeñísimos en la firma italiana Valentino. Su director creativo, Pierpaolo Piccioli, tras la marcha de Maria Luisa Chiuri a Dior el pasado julio, hilvana referencias renacentistas y punk en una colección inspirada en la libertad que otorgan los cambios.
En la presentación de su línea de primavera-verano 2017, celebrada en septiembre en París, las modelos de Valentino caminaron ligeras sobre la pasarela con bolsitos de piel cruzados en los que apenas cabe un móvil, un pasaporte y un billete de avión a algún palacio decadente en el que disfrutar de una fiesta privada.
En una de las salidas de la pasarela de la maison, una de las modelos lució a modo de collar una miniatura azul inspirada en el famoso modelo Kelly.
Otras lucieron en la mano un par de nano-bolsos cada una, uno redondo y otro cuadrado. La lectura de estos complementos es simple: las dueñas de ellos están obligadas a llevar lo esencial y prescindir de lo superfluo.
Entre las propuestas de la casa parisina destacan unos triunfantes sacos de piel para las Mary Poppins del siglo XXI; piezas talla XXL de color blanco que se cuelgan del hombro o se llevan bajo el brazo, pensadas para la vida nómada y lujosa.
Phoebe Philo, directora creativa de Cèline, es toda una maestra en el arte de dar vida a exclusivos sacos en los que, ahora sí, cabe de todo:
“Para el día me pone de los nervios si un bolso no es úti”, explicaba la diseñadora a la revista especializada en moda WWD, en una de las pocas declaraciones que Philo ha dado a la prensa.
La británica llegó a Céline en 2008 y, desde entonces, ha materializado sus manías en bolsos cómodos, versátiles y, sobre todo, prácticos.
Algo más excesivo ha sido Demna Gvaslia para Balenciaga, quien presentó para la próxima temporada bolsos que recuerdan a los asientos puf.
O los de Loewe y Prada, de tamaño maxi y asa corta, ideados para lucir como carteras de mano.
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