Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

27 ene 2017

Latinoamérica no quiere verse en el cine....................... Gregorio Belinchón


Gael Garcia Bernal, en un fotograma de 'Neruda'.
El mercado tiene 632 millones de potenciales clientes. Más de 400 hablan castellano y el resto, portugués.
 Es Iberoamérica.
 Cualquier otro sector industrial se pegaría por números así. 
Y sin embargo, el cine de la zona, por razones muy diversas, no acaba de encontrar su camino hasta este vasto público.
 Desde hace décadas, las películas hispanoamericanas no logran enganchar a los espectadores más allá de sus fronteras nacionales. 
Sí, crecen las cuotas de mercado en cada país. 
Pero, ¿por qué un argentino no ve cine colombiano? ¿Por qué a un español no le interesan las películas mexicanas? ¿O un uruguayo no se acerca a filmes chilenos? 
Vale para cualquiera de las 22 naciones que componen la zona, y que tienen —salvo dos— el idioma castellano en común, un arma poderosa que debería de allanar los estrenos de unos países en sus vecinos... y la realidad en cambio es otra.
En 2015 en esos 22 países se estrenaron 791 obras de producción propia, con 81,9 millones de espectadores.
 Una cifra alejadísima de las 4.135 películas estadounidenses lanzadas ese año en la zona, según el Anuario del Cine Iberoamericano, de Barlovento Comunicación y MRC.
 Lo peor es que los filmes hollywoodienses se vieron —y ocuparon la mayoría del mercado— en toda la región mientras que esas 791 películas llegaron a pantallas mayoritariamente locales: no se exportaron.
 Baste con el ejemplo español: en 2015 las películas latinoamericanas supusieron el 2,1% de los largos exhibidos en el país. 
Y sumaron el 0,2% de los espectadores, apenas unos 167.000, según el último Anuario de la SGAE, por debajo del cine australiano entre otros. 
Es decir, ha recibido más público Tarde para la ira, por escoger la menos vista de las cinco aspirantes al Goya a mejor filme de este año, que todas las películas latinoamericanas proyectadas en las salas en 2015. 
Otro dato negativo se vislumbra en las cuotas de mercado. En República Dominicana, el 31% de los espectadores ve cine propio; en España, un 20,28% (datos de 2015), en México un 14,3%, en Perú un 13,48% y en Argentina un 10,72%.
 El resto no alcanza el 9% y en 10 de ellos no se llega ni al 3%.
 Y esto se refleja en que la película latina más vista en 2015 en toda esta área fue Ocho apellidos catalanes, con 5,6 millones de espectadores, y en ese año solo se estrenó... en España. 
“Tenemos un clarísimo problema de distribución”, cuenta el mexicano Gael García Bernal, que además de actor es uno de los impulsores de Cinema23, plataforma para promover la cultura cinematográfica de América Latina, España y Portugal, que entre otras iniciativas entrega los premios Fénix, y que ya supera los 800 integrantes.
 “Es muy difícil que lleguemos a nuestros espectadores, no pueden acceder a nuestras películas
El mercado está dominado por las majors de Hollywood. Tenemos que luchar por nuestro espacio”, apunta el protagonista de Neruda, de Pablo Larraín.
Aunque de los grandes estudios de EE UU también se puede aprender, según Ramon Colom, presidente de Fapae (la federación de productores de España): “En las películas estadounidenses no se aclara por ningún lado la nacionalidad, no existe.
 Consideran que es un filme en inglés. Trabajan para un mercado en un idioma. 
Creo que ese punto de partida es el que debería tomar la industria audiovisual hispana”. El productor de Neruda, el chileno Juan de Dios Larraín, asegura: “Creemos audiencia. 
Y mantengámosla. Hagamos que conozcan a los actores, construyamos un star system latino”. 
Larraín no cree que los acentos sean un problema, al contrario que Santiago Segura, que en 2016 ha rodado en Argentina un filme y grabado la serie Supermax, coproducción impulsada por la brasileña O Globo con actores de todo el continente: “En España somos muy paletos con los acentos y tengo amigos que no ven películas latinoamericanas porque dicen que no las entienden bien.
 A mí en cambio me gustan”. 
Cierto, en España poca gente ve cine latino, más allá de las películas protagonizadas por el argentino Ricardo Darín, que sí tiene tirón.
 Mariela Besuievsky, uruguaya afincada en España, de la productora Tornasol, está detrás de películas como la oscarizada El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella y con Darín.
 “Hay talents que saltan de Argentina a España, y alguno mexicano, como Gael.
 En contra está que cada vez hay menos espacio en todos estos países para el cine de autor, los distribuidores arriesgan menos, gastan poco en la promoción y lo latino acaba convertido en un cine de nicho [para un sector muy específico] cada vez más nicho. 
Y los medios no nos hacéis caso”. El brasileño Wagner Moura, el protagonista de la serie Narcos, apunta, en esa línea, que a la gente le falta conocimiento: “Debemos hacer ruido mediático.
 Y luchar constantemente contra los estadounidenses para que nuestro cine, habitualmente mejor y más de autor, encuentre lugar en las multisalas”.
 Tal vez alguna solución salga de una reunión que productores y responsables institucionales del cine español, argentino y mexicano quieren celebrar en la próxima Berlinale, según revela Colom.
 Por cierto, México es el país invitado en esta edición del festival de Berlín, que siempre está atento al cine de la zona. 
¿Queda alguien optimista en este contexto? El mexicano Jonás Cuarón, director de Desierto, sonríe: “Me van a matar enCinema23, pero sí creo que poco a poco la gente ve más nuestro cine. 
Mi película, Neruda, las de Campanella... me confirman que ahí hay público.
 Démosle películas a su altura”. 

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