Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

29 dic 2016

Seis problemas de salud que no presentan síntomas............... Kristin Suleng......

Hay enfermedades silentes, que llegan sin avisar.

 Y cuando se manifiestan puede ser demasiado tarde. Pero pueden prevenirse.

Puede que a usted le duela la garganta y estornude y vaya al médico de familia sin tener ningún catarro.
 O al contrario, puede que se sienta sano como un joven de 20 años y no haya visitado una consulta médica en mucho tiempo, ignorando las consecuencias de su elevada tensión arterial. 
Del mismo modo que algunos síntomas no significan que haya desarrollado ninguna enfermedad, es posible que algo vaya mal y su cuerpo no manifieste ninguna señal.
 Pero no se alarme. Las enfermedades silenciosas, aquellas que llegan sin dolores o cambios bruscos en el organismo pueden ponerse a raya con hábitos saludables y una frecuencia adecuada de visitas al médico que le ayudarán a diagnosticar a tiempo patologías tan diversas como la hipertensión, la hiperglucemia o el glaucoma.

Presión arterial alta: un clásico

Porque nada avisa de que su tensión haya aumentado, la hipertensión es la enfermedad que pasa más desapercibida.
 Manuel (nombre ficticio), de 50 años, acaba de hacerse un chequeo.
 Aunque se siente bien, su médico de familia le ha dicho que padece hipertensión, tras detectarle cifras repetidas de tensión arterial por encima del límite normal (140 milímetro de mercurio de tensión sistólica y 90 mm Hg de tensión diastólica). 
Lo que no sabía Manuel es que podía haberla estado sufriendo desde hace cinco años. 
“Durante mucho tiempo puede ser asintomática”, recuerda el médico de familia Salvador Casado.
 El umbral de presión arterial elevada puede variar en el caso de la preeclampsia (la hipertensión en las embarazadas), las personas mayores o pacientes con enfermedades renales o con antecedentes de infarto o ictus, anota el médico de familia Vicente Baos, quien aconseja que “cualquier adulto sano que vaya de visita al médico se tome la tensión arterial como una buena medida para detectar a tiempo esta dolencia”.


El Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud (PAPPS) de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), recomienda a la población general entre 18 y 39 años que mida su tensión cada cuatro o cinco años y, a partir de los 40, cada dos años, pero si existen factores de riesgo como exceso de peso o diabetes, se recomienda tomarla anualmente. 
“De no hacerlo, esas personas tienen más probabilidad de exponerse a una trombosis o a un infarto.
 Hay que llevar una vida sana evitando los excesos de sal, como en el caso de los alimentos procesados, hacer actividad física y moderar el consumo de alcohol”, señala el médico de familia Francisco Camarelles, miembro del grupo de Educación Sanitaria del PAPPS.

Glaucoma: la pérdida del campo visual que puede acabar en ceguera

El glaucoma, el aumento patológico de la presión intraocular, es la segunda causa de ceguera en el mundo y, a diferencia de la primera causa (las cataratas), puede ser irreversible si no se detecta a tiempo.
 Lo habitual es el que glaucoma aparezca sin dar señales: “En la mayoría de los casos, es una enfermedad silenciosa hasta que está muy avanzada. Todavía encontramos pacientes que se han quedado ciegos sin darse cuenta.
 Muchas veces no somos conscientes de nuestro campo visual, el cerebro trata de rellenar las zonas borrosas, y las integra. El problema es una pérdida del campo visual de la zona periférica y de la agudeza visual y no se diagnostica hasta que el paciente empieza a tropezar y a sufrir caídas.
 Las personas mayores con glaucoma tienen cuatro veces más riesgo de caerse que las que no lo tienen”, explica Pedro Pablo Rodríguez Calvo, especialista en oftalmología del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega de Oviedo.
 Aunque la pérdida de visión por el glaucoma puede ser irreversible, se puede conservar la visión si se detecta a tiempo y se sigue un tratamiento constante.
 “El único factor de riesgo que podemos tratar hoy es la tensión ocular alta.
 En muchos pacientes se reduce con colirios, pero hay en otros hay que recurrir al laser o la cirugía”, apunta Rodríguez Calvo.
 Según la Glaucoma Research Foundation, se recomienda que la revisión forme parte de los exámenes oculares rutinarios en niños, adolescentes y adultos, y a partir de los 40 hacerlo cada dos o cuatro años. 
Las personas con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad —mayores de 60 años, miopes, diabéticos, con antecedentes familiares de glaucoma o en caso de consumo prolongado de esteroides—, deben hacerse el examen cada uno o dos años a partir de los 35 años de edad.

Diabetes tipo 2: casi dos millones de españoles nos saben que la padecen

Como recoge el estudio de di@bet.es sobre la Prevalencia de la Diabetes en España, el 4% de la población española desconoce que padece diabetes mellitus tipo 2
Pese a que la más frecuente sea la de tipo 1, más habitual en los jóvenes y con una sintomatología muy brusca, la hiperglucemia en el adulto suele presentarse de forma más larvada y sin apenas síntomas en un principio. “Por ejemplo, hoy he visto un paciente de 60 años que tenía unas cifras límite, casi 200 miligramos/decilitro de glucemia con glucosuria [presencia de azúcar en orina], algo que ya da síntomas sospechosos de diabetes. 
Le pedí unos análisis porque decía que se cansaba más y orinaba más a menudo”, explica Baos.
“La recomendación es la que todos conocemos de autocuidado del peso y de la forma física.
 Un adulto que esté todo el día en la silla tiene muchas papeletas de acabar con hipertensión, diabetes tipo 2 y con enfermedades cardiovasculares.
 La dificultad es animar a que la gente lo haga”, advierte Casado. Que todo el mundo se haga un control de glucosa una vez al año no tiene sentido, indica Camarelles. 
“Si se es obeso o padece otras enfermedades como tener la presión alta, o contar con antecedentes familiares, entonces debe medirse la glucosa en análisis de sangre cada cierto tiempo aunque no tenga síntomas relacionados con la enfermedad (comer mucho, tener muchas ganas de orinar o mucha sed)”, subraya este médico de familia.




 

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