Hablamos con expertos sobre los beneficios que produce en la piel y la salud el agua a baja temperatura.
Bebemos agua fría y nos lavamos con agua caliente.
Y por motivos de salud y belleza deberíamos empezar a hacer justo lo contrario.
Como la hidroterapia ha demostrado, éste liquido puede tener innumerables beneficios que, entre otras cosas, dependen también de su temperatura.
Uno de los más firmes defensores del poder del agua fría fue Sebastian Kneipp (1821-1897), sacerdote y médico naturista alemán que escribió un tratado sobre el H2O y sus usos medicinales.
De familia humilde, Kneipp enfermó en su juventud de tuberculosis.
A pesar de que los médicos lo desahuciaron, este joven estudiante de teología encontró en una biblioteca de Munich un tratado del médico Johann Seigmund Hahn que empezó a poner en practica consigo mismo, ya que no tenía nada que perder.
La edad de oro de los balnearios recogió algunas de las prácticas de éste entendido en la materia; aunque, posteriormente, el uso del agua fría adquirió mala prensa y se le relacionó con una forma de vida espartana, poco confortable y sospechosamente cercana a practicas poco científicas.Sin embargo, como reconoce José Vicente Lajo Plaza, director del Centro Médico Estético Lajo Plaza, en Madrid, “para la piel siempre es más aconsejable el frío que el calor, como demuestran los cutis de las mujeres nórdicas frente a las pieles de países cálidos”.
Teoría que corrobora Estrella Pujol, directora del centro de belleza Oxigen, en Barcelona, “el agua fría es beneficiosa en varios aspectos: es muy estimulante, nos despierta, activa la circulación, aumenta el metabolismo –en el proceso de regulación de la temperatura, el cuerpo quema calorías- y tonifica piel y músculos.
El agua caliente, por el contrario, deshidrata más y elimina la grasa natural de la piel, que actúa de barrera protectora, lo que favorece la aparición de problemas dérmicos como eccemas o irritaciones”.
El tratamiento incluía baños en el agua fría del Danubio o caminatas por la montaña con los pies descalzos sobre el rocío de la mañana.
Contrariamente a todo pronóstico, Kneipp no se murió de pulmonía, sino que se curó y vivió 50 años más de lo que le habían pronosticado.
¿Hay que empezar el día con una ducha fría?“Si se tiene el valor suficiente, sería fenomenal”, apunta el doctor Lajo, “pero como esto suele resultar muy traumático, especialmente en invierno, se recomienda empezar con agua caliente e ir enfriando poco a poco, hasta llegar a la temperatura más baja soportable.
Luego, y desde los pies, ir subiendo con el grifo hasta la cabeza, para provocar una vasoconstricción refleja.
Antes de finalizar se puede volver a subir un poco los grados, para acabar con una temperatura templada.
Los beneficios de este sistema son la mejora de la circulación y una acción antiinflamatoria”, apunta este experto.
Tradicionalmente, se ha asociado la contractura muscular a la necesidad de calor.
Pero, según Lajo, “lo ideal es el contraste frío-calor en la ducha y terminar con baja temperatura.
Cuando hay un músculo contraído hay también una cierta inflamación, con lo que se combina el poder del agua caliente para relajar y el de la fría para desinflamar.
Se ha comprobado que, en deportistas de alto rendimiento, la recuperación muscular después del esfuerzo físico es mejor, si se aplican agua fría o hielo”.
El calor, enemigo del cutis
La mayoría de los expertos coinciden en que la cara hay que lavarla siempre con agua fría e, incluso, muchas mujeres guardan algunos de sus cosméticos, como el tónico, en la nevera. “El agua fría ayuda a bajar la hinchazón en el área de los ojos, producida por no haber descanso lo suficiente, atenúa las rojeces; activa la circulación, con lo que se tendrá un mejor color, y es aconsejable en casos de acné o cuando sale un grano, ya que elimina la inflamación y reduce el periodo de cura”, afirma Lajo.
“Aconsejo a mis pacientes que guarden algunos productos de belleza en la nevera”, continúa este experto, “como las cremas de renovación, que ayudan a mejorar la piel; exfoliantes, las de efecto peeling y las que contienen ácido glicólico o retinol.
El frío limita, en cierta manera, la penetrabilidad de la crema y evita su acción irritante”.
Las calefacciones salvajes, que recrean el trópico en pleno diciembre, es otra practica que no beneficia en nada a nuestro cutis y que, a la larga, puede producir la aparición de capilares o cuperosis, debido a los contrastes bruscos de temperatura.
Según el doctor Lajo, “en invierno es muy típico el enrojecimiento de la cara cuando venimos de la calle y entramos en un lugar caliente.
No es sino un mecanismo de la piel para adaptarse a los cambios climáticos, en el que los vasos capilares se dilatan con el calor y se contraen con el frío.
Pero si hay fragilidad capilar o este proceso se repite demasiado, esos vasos pueden romperse dando lugar a venas visibles que habrá que quitar con láser.
La propensión a padecer este trastorno depende del tipo de piel, de los cambios frio-calor y de la edad, ya que a más años se produce un mayor adelgazamiento de la epidermis y, por lo tanto, más posibilidades de que esas venas escondidas pasen a hacerse visibles.
La cuperosis y la rosácea son trastornos muy típicos de las mujeres del norte, con pieles claras y que viven en climas fríos”.
Algunas actrices de Hollywood, conscientes de que los bajos grados tonifican y reafirman la piel, presumen de dormir con la ventana abierta todo el año para mantener su cara resplandeciente; ya que el periodo de sueño es uno de los momentos básicos para resetear la piel y hacer que se recupere del estrés diario.
Charlize Theron o Liz Hurley practican esta costumbre.
En cuanto al agua caliente, aplicada al rostro, puede ser usada en momentos puntuales. “Los vahos ayudan a dilatar los poros y eliminar así las impurezas o puntos negros, pero no hay que abusar de ellos.
Las saunas o baños turcos son también excelentes maneras de eliminar toxinas, sobre todo tras el ejercicio físico.
Pero hay que acabar siempre con agua fría”, añade José Vicente Lajo.
Enfriar antes de maquillar
Últimamente se ha hecho popular la técnica coreana del Jamsu para evitar brillos y fijar el maquillaje.
Jamsu significa ‘sumergir en agua’ y de eso se trata; de introducir la cara, recién maquillada, en un recipiente con agua muy fría. Primero hay que aplicar la base y el corrector de manera normal para luego cubrir el rostro con una gruesa capa de polvos.
Una vez hecho esto se sumerge la cara durante un máximo de 30 segundos. Se seca con ligeros toques y se pasa a maquillarse los ojos y labios.
Un método controvertido pero, en todo caso, prohibido a las que tengan pieles secas.
Gato, maquillador oficial de Maybelline New York, utiliza la técnica del frio-calor antes de trabajar con alguien. “Para empezar una sesión de maquillaje”, comenta, “siempre le pido a la persona que vaya al baño y se moje la cara alternando frío-calor. Especialmente si es por la mañana y hace poco que se ha levantado. Es como el café de la piel y ayuda a quitar la cara de sueño, las bolsas de los ojos, abrir el párpado y activar la circulación, con lo que mejora el tono de la piel; que además, se ve más tersa”.
Partidario de guardar la crema de contorno de ojos en la nevera y algunas mascarillas, Gato, sin embargo, no cree que el frío favorezca a todos los cosméticos. “La base de maquillaje no puede estar fría porque sino no se fundiría bien con la piel y con el sudor empezaría a cuartearse”.
“En invierno es cuando la piel está más seca, porque al efecto de las calefacciones se le añade el frío y el viento, que dañan mucho la piel.
Hay que beber, aunque en esta época se tengan menos ganas, y evitar lavarse la cara con agua caliente, ya que está disuelve más la grasa y la hace más vulnerable”, apunta este experto.
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