Con su acento y su porte podría desbancar a Kardashian.
Mientras las actrices Loles León y Cayetana Guillén Cuervo cocinaban con humor el nuevo menú de MasterChef Celebrity para la audiencia de TVE,
yo masticaba el triunfo de Donald Trump delante de CNN, y de unos
comentaristas que trataban de tragar el desaguisado.
Para evitar el ardor de estómago preferí enfocarme en lo importante: Melania Trump.
El resultado de las elecciones presidenciales en EE UU vuelve a demostrar que ser mujer ayuda poco. Todo lo que se comenta sobre Hillary Clinton, que no es empática, que entiende el gobierno como nadie pero no cae bien, que le pesa aún su reacción ante el affaire Monica Lewinsky, todo eso queda reducido a una cosa: no gusta que sea mujer.
Millones de estadounidenses lo dejaron claro con sus votos: la mujer que quieren ver en la Casa Blanca es Melania
. Esposa escultural, madre, diseñadora de bisutería, poco habladora y siempre un paso detrás de su marido, otro hombre más al frente de la Casa Blanca.
Hillary no ganó pero Melania sí.
Melania, exmodelo, compañera de Esther Cañadas, no solo aporta un chorro de belleza a su marido. Es centroeuropea y eso a Donald le importa muchísimo.
A él le fascina lo que estaba detrás del telón de acero.
Su primera esposa, Ivana, era checa y exesquiadora olímpica.
Su nuevo mejor amigo es el exdirigente de la KGB, Vladímir Putin.
Y, sobre todo, es blanca caucásica.
Melania tiene algo más que el entrenamiento en las pasarelas.
Creció en el interior de una modesta pero feliz vivienda socialista (afortunadamente su padre estaba afiliado al partido comunista) y desde hace 15 años vive en el interior de un tríplex en lo más alto de la Torre Trump.
Con su acento y su porte podría desbancar a Kardashian en el favoritismo de Instagram y de las revistas de moda
. Sumados a su actitud silenciosa y conocedora de ese lema de Jackie Kennedy: “La mínima información con el máximo de cortesía”.
Para evitar el ardor de estómago preferí enfocarme en lo importante: Melania Trump.
El resultado de las elecciones presidenciales en EE UU vuelve a demostrar que ser mujer ayuda poco. Todo lo que se comenta sobre Hillary Clinton, que no es empática, que entiende el gobierno como nadie pero no cae bien, que le pesa aún su reacción ante el affaire Monica Lewinsky, todo eso queda reducido a una cosa: no gusta que sea mujer.
Millones de estadounidenses lo dejaron claro con sus votos: la mujer que quieren ver en la Casa Blanca es Melania
. Esposa escultural, madre, diseñadora de bisutería, poco habladora y siempre un paso detrás de su marido, otro hombre más al frente de la Casa Blanca.
Hillary no ganó pero Melania sí.
Melania, exmodelo, compañera de Esther Cañadas, no solo aporta un chorro de belleza a su marido. Es centroeuropea y eso a Donald le importa muchísimo.
A él le fascina lo que estaba detrás del telón de acero.
Su primera esposa, Ivana, era checa y exesquiadora olímpica.
Su nuevo mejor amigo es el exdirigente de la KGB, Vladímir Putin.
Y, sobre todo, es blanca caucásica.
Melania tiene algo más que el entrenamiento en las pasarelas.
Creció en el interior de una modesta pero feliz vivienda socialista (afortunadamente su padre estaba afiliado al partido comunista) y desde hace 15 años vive en el interior de un tríplex en lo más alto de la Torre Trump.
Con su acento y su porte podría desbancar a Kardashian en el favoritismo de Instagram y de las revistas de moda
. Sumados a su actitud silenciosa y conocedora de ese lema de Jackie Kennedy: “La mínima información con el máximo de cortesía”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario