La madre de Diana Quer comparece ante los medios cuando se cumple un mes de ausencia de su hija de 18 años y vuelve a pedir la colaboración ciudadana.
"Que no tengan miedo [de testificar], que los investigadores garantizan el anonimato", ha dicho.
"Se lo ruego como madre", ha clamado la progenitora de la veraneante madrileña a la que aquella noche se le apagó definitivamente el móvil en torno a las 4.15 horas, en una zona dentro del área de acción de un poste repetidor cercano a Taragoña (Rianxo).
"Hoy me toca a mí y cualquier mañana le puede tocar a otra persona", ha advertido al público en un país, España, en el que según las estadísticas oficiales desaparecen unas 14.000 personas al año y al menos un 8% de los casos nunca se llegan a resolver. López-Pinel ha querido, en ese momento de su comparecencia, mostrar su "solidaridad" con las familias de otras personas sobre las que tampoco hay rastro en la actualidad.
Y con respecto a estas, ha defendido que "no hay desaparecidos de primera y de segunda", pese a que el despliegue y los esfuerzos aparenten ser significativamente menores en otras búsquedas y no hayan convocado a los medios, como en el caso Quer, el coronel y el delegado del Gobierno en A Coruña o el propio Fernández de Mesa, director general de la Guardia Civil.
"Mamá te espera y mamá te busca y te buscará siempre hasta que aparezcas".
Al contrario que su exmarido, que ha confesado públicamente su falta de esperanza, Diana López-Pinel asegura que "siente" viva a la joven desaparecida.
Su abogado, Pedro Víctor de Bernardo, ha confirmado también hoy que su clienta "está abatida" pero al mismo tiempo "esperanzada" por la prórroga del secreto del sumario que acordó el viernes pasado la juez que dirige las pesquisas, la titular de Instrucción número 1 de Ribeira (A Coruña).
"Eso quiere decir que hay avances", afirma el letrado.
Estos avances, supuestamente, tienen que ver con los resultados de la criba de las matrículas que aparecen en las grabaciones de varias cámaras urbanas; también con el posicionamiento del teléfono de la chica, marcado aproximadamente por las antenas de telefonía; y con el acopio de testimonios de numerosas personas de A Pobra y amigos íntimos de Diana Quer y su familia en Madrid.
La madre de la muchacha pide ahora que la gente que sepa algo siga aportando detalles mínimos, pese a que ella calló al principio unos cuantos de bulto, como el de que el pantalón corto rosa con el que se la buscaba estuviese en todo momento en el cuarto de la joven en el chalé, y que en su lugar faltase un vaquero largo que supuestamente se puso cuando regresó a casa de noche porque tenía frío.
A pesar del mes transcurrido y el duro trabajo efectuado por equipos especializados de la Guardia Civil en este tiempo, según informa hoy Europa Press, las pesquisas se encuentran ahora "encalladas".
Se ha partido de una lista de 15.000 matrículas de coches grabadas por las cámaras y a partir de ahí, de unas 200 testificaciones y de los datos aportados por los teléfonos móviles de la desaparecida y su familia se intentan filtrar indicios fiables que lleven a algún sospechoso.
De momento, los cabos no logran atarse y los investigadores se han visto obligados a dar marcha atrás sobre sus propios pasos, repetir entrevistas y revisar algunas de las hipótesis iniciales como la que ponía el foco en el entorno de los feriantes que estaban aquellos días en el pueblo con motivo de las fiestas de O Carme dos Pincheiros.
López-Pinel (que al margen de la desaparición está siendo objeto de una investigación judicial por la que provisionalmente ha perdido la custodia de su hija Valeria) ha aprovechado también para criticar que "los medios estén pendientes de cosas que no importan nada", en referencia a aspectos íntimos de la guerra con su expareja tras un traumático divorcio.
Ayer, la juez de Ribeira que abrió una causa penal y resolvió quitarle cautelarmente la custodia de la adolescente a favor del padre, Juan Carlos Quer, se inhibió en esta investigación que avanza separadamente de la de la desaparición a favor de los juzgados de Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde residen habitualmente los excónyuges y sus hijas.
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