Cada mando militar es el encargado de evitar que un producto, importado o producido en el país, llegue a manos de los revendedores.
Se trata del más reciente esfuerzo del Gobierno de Nicolás Maduro por intentar paliar la aguda escasez y el desabastecimiento crónicos de la nación sudamericana.
A través del general en jefe Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa y jefe de la denominada Gran Misión Abastecimiento Soberano, el régimen chavista intenta reforzar los controles manu militari
. Está convencido de que hay una confabulación en su contra para evitar que los productos lleguen a los anaqueles, y cree que los militares pondrán a funcionar toda la cadena de producción y distribución de los productos que componen la dieta de los venezolanos.
Horas después del anuncio de Padrino López comenzaron las bromas en las redes sociales.
La letra de una vieja guaracha de la legendaria orquesta Billo's Caracas Boys, llamada Los Cadetes, fue modificada para incluir en el estribillo las alusiones a las nuevas funciones del generalato de las fuerzas armadas venezolanas. "La marina tiene carne, la aviación tiene el arroz, los cadetes venden pollo y la guardia, papelón".
A lo largo de toda la era bolivariana, que comenzó en febrero de 1999, el Gobierno siempre ha achacado a las cadenas de distribución el elevado precio de los bienes o la desaparición de éstos de las estanterías debido a los controles de precios establecidos desde los tiempos del difunto Hugo Chávez.
Después de declararse socialista en 2007, el régimen decidió incrementar la participación estatal en la economía e intervenir en el proceso de distribución.
En 2008 crearon las guías de distribución, un documento que entrega la Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria, para controlar la entrega de la materia prima a las fábricas y luego el traslado del producto final desde los almacenes hasta los supermercados públicos y privados.
La caída del precio del crudo ha obligado al régimen a intentar rescatar la alicaída producción nacional
Los productos no terminan en los supermercados, sino que son desviados a redes clandestinas que los comercializan mediante la mensajería instantánea de los teléfonos inteligentes.
Tras declararse socialista Venezuela se convirtió en una gran economía de puertos. Las cifras del Banco Central de Venezuela indican que las importaciones públicas no petroleras se incrementaron desde 5.565 millones de dólares en 2007 hasta 12.614 millones de dólares en 2014, último año con cifras disponibles. Mientras el precio del petróleo era elevado el Gobierno pudo financiar el consumo y suplir todo aquello que el sector privado no estaba produciendo.
La caída del precio del crudo ha obligado al régimen a intentar rescatar la alicaída producción nacional y a vigilar con los militares que toda la materia prima que arriba a los puertos no se desvíe hacia el mercado negro.
Poco después de ser nombrado zar de los Alimentos, el general Padrino López afirmó el objetivo de las designaciones es tener claro un mapa de comercialización y distribución por cada productor.
"Lo que buscamos es gobernar realmente los 18 productos primarios tanto de farmacia como de consumo", explicó.
Cada uno de los 18 generales se encargará de evitar que cada rubro, importado o producido, caiga en manos de los bachaqueros, como se les conoce a las personas que revenden alimentos básicos
. Eso es casi la guerra en Venezuela.
Pero también tienen una misión casi tan cuesta arriba como ganar una guerra.
Una encuesta de More Consulting en agosto pasado, poco antes del nombramiento de los oficiales, mostraba un panorama desolador: solo el 24,8% de los encuestados (una proyección de 7,4 millones de venezolanos) declaró comer tres veces al día alimentos equilibrados; un 47,9% de los consultados (14.4 millones de habitantes) respondió que hace las tres comidas a base de proteínas de segundo nivel (vísceras de carne, higaditos, patas de pollo, sardinas, mortadela o huevos) y un 24,2% de los encuestados -unos 7.3 millones de venezolanos según las proyecciones- dijeron que ingieren alimentos dos veces al día en promedio sin proteína alguna en sus raciones.
Los detractores de la militarización de la alimentación advierten desde ya niveles más elevados de corrupción
. Los antecedentes no son alentadores: todos los alimentos e insumos de la dieta básica se importan a una tasa de diez bolívares por dólar, un marcador sobrevalorado si se toma en cuenta que el cambio no oficial está por el orden de 1.000 bolívares por dólar. Los analistas han advertido allí de la posibilidad de que siga generándose actos de corrupción como las decenas denunciadas en la prensa local o la Asamblea Nacional.
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