Y Habia hasta un debate con tertulianos colaboradores de Las Campos de sus programos Sálvame y hasta una presentadora.
Fue tedioso y aburrido, y ya el debate no lo vi por lo mismo, aburrido, aburrido y dónde cada colaborador quiere ser más protagonista que los personajes.
El lio de alimentos, comida desayunos fue empalagoso, y eso de ver a la familia sin maquillaje a veces y su relación con el servicio carece de cualquier interés, yo lo quitaría o lo pondría en CUATRO que es los que los directores hacen cuando un programa va bajo minimos, aunque este anoche igual no lo fue porque muchos harían como yo.
Verlo para opinar, pero las mismas caras de Sálvame verlas tan repetidas es un exceso de bostezo.
Que lo quiten, es aburrido y hasta letal. Una buena cosa tiene , me hizo dormirme antes de lo que acostumbro.
Suena el despertador un día cualquiera en el casoplón de
María Teresa Campos.
Mientras, en la cocina, María, su sirvienta, le prepara el desayuno. Cuando María Teresa llama, le sube un desayuno bien surtido a su habitación.
En su ático, Terelu también tiene ya el desayuno preparado, pero ella lo come en la cocina. Arranca Las Campos, programa de Telecinco que en el debate previo (y totalmente prescindible, dicho sea de paso) insisten en calificar como "documental".
El morbo estaba servido: las Campos con la cara lavada, sin maquillar, recién levantadas, en su casa, en su cocina.
En parte, el espacio cumple estas expectativas. Efectivamente, vemos el casoplón de María Teresa Campos, esos pasillos, esas lámparas, esa piscina.
Y conocemos a María, la sirvienta a la que la comunicadora taladra con la mirada y con las palabras en varias ocasiones.
Pero en realidad de lo que trata Las Campos, o al menos, el primer capítulo de los dos que tienen preparados, es de Terelu y la comida. En la hora y cuarto de programa vemos a gente hablando de comida, haciendo comida, comiendo en soledad, comiendo en compañía, hablando de dietas (esa paradoja...). Y sin llegar a ninguna conclusión, como era de esperar.
A pesar del cuidado montaje y edición, con una selección musical que acompaña al contenido (usar la música de A dos metros bajo tierra para finalizar es un sacrilegio, ¡eso sí que no!), Las Campos no termina de explotar.
Ni juega con el humor que se podría derivar de algunas de las situaciones que se reflejan ni profundiza en el tema en cuestión.
Lo que sí ha conseguido es convertir un simple programa inocuo en un acontecimiento que se ha seguido en redes sociales con pasión.
Y del que Telecinco está sacando (y seguirá sacando) el mayor provecho posible.
Ya tienen tema para llenar varios Sálvames y derivados. Que siga el show.
En resumidas cuentas, el primer programa de Las Campos se puede reducir a comida, comida y más comida. Y Siri llamando "mamichula" a Terelu.
Mientras, en la cocina, María, su sirvienta, le prepara el desayuno. Cuando María Teresa llama, le sube un desayuno bien surtido a su habitación.
En su ático, Terelu también tiene ya el desayuno preparado, pero ella lo come en la cocina. Arranca Las Campos, programa de Telecinco que en el debate previo (y totalmente prescindible, dicho sea de paso) insisten en calificar como "documental".
El morbo estaba servido: las Campos con la cara lavada, sin maquillar, recién levantadas, en su casa, en su cocina.
En parte, el espacio cumple estas expectativas. Efectivamente, vemos el casoplón de María Teresa Campos, esos pasillos, esas lámparas, esa piscina.
Y conocemos a María, la sirvienta a la que la comunicadora taladra con la mirada y con las palabras en varias ocasiones.
Pero en realidad de lo que trata Las Campos, o al menos, el primer capítulo de los dos que tienen preparados, es de Terelu y la comida. En la hora y cuarto de programa vemos a gente hablando de comida, haciendo comida, comiendo en soledad, comiendo en compañía, hablando de dietas (esa paradoja...). Y sin llegar a ninguna conclusión, como era de esperar.
A pesar del cuidado montaje y edición, con una selección musical que acompaña al contenido (usar la música de A dos metros bajo tierra para finalizar es un sacrilegio, ¡eso sí que no!), Las Campos no termina de explotar.
Ni juega con el humor que se podría derivar de algunas de las situaciones que se reflejan ni profundiza en el tema en cuestión.
Lo que sí ha conseguido es convertir un simple programa inocuo en un acontecimiento que se ha seguido en redes sociales con pasión.
Y del que Telecinco está sacando (y seguirá sacando) el mayor provecho posible.
Ya tienen tema para llenar varios Sálvames y derivados. Que siga el show.
En resumidas cuentas, el primer programa de Las Campos se puede reducir a comida, comida y más comida. Y Siri llamando "mamichula" a Terelu.
Y María. Y la piscina de la Campos. Esa piscina.Puaf!!! ya quedas harto de comida por ese programa que tendrá cúpula y todo para dirigirlo. Que cansancio y aburrimiento.
Llevábamos meses esperando. ¡Qué digo meses! ¡Años! Incluso décadas.
Por fin, las Campos, esos seres mitológicos, esas leyendas vivientes de la televisión, se han animado a bajar de su pedestal para mostrarle al pueblo llano en qué consisten sus codiciadas vidas. La oportunidad perfecta para mostrar en prime time los recovecos de esa vida ideal que madre e hija venden en programas y revistas.
Lavar los trapos sucios con las cámaras delante.
Claro que toda esta lujuria comenzó a flaquear cuando nos dimos cuenta de que no pensaban hacer un reality al uso.
No, en serio, ¿qué invento es éste?
Anoche asistimos al gran show de Las Campos.
El primer episodio de lo que, confiamos, sea un futuro repleto de temporadas. Solo así conseguiremos que las protagonistas se olviden de las cámaras, de esa excusa absurda de abordar temas serios y polémicos como hilo conductor y se entreguen a la grandeza del formato.
¿Qué necesidad hay de enmascarar un reality para venderlo como algo más cuando lo que todos queremos ver es a madre e hija viviendo su vida sin tapujos ni censuras?
La primera entrega de Las Campos ha tenido muchos aciertos -incluso más de los que esperábamos-, también muchos fallos, claro.
Aquí tienen lo mejor y lo peor del, sin duda, estreno de la temporada:
2- La locura de ritmo. ¿Por qué nos ventilamos momentos estelares en pocos minutos y luego dedicamos medio programa a una cena que tampoco es para tanto? ¿Por qué el capítulo termina sin cerrar temas si se supone que son monográficos? Nos hemos perdido.
3- La gordofobia reinante. Cuando mezclas demasiadas cosas en un mismo recipiente te acaba quedando un engrudo de color marrón que nadie sabe lo que es.
Lo mismo con un programa. ¿Hay que insistir tanto en que Terelu ha engordado? ¿Hace falta lanzar tantas opiniones contrapuestas que acaban mareando a cualquiera?
La intención parece buena. El resultado, no tanto.Aburrimiento, si Terelu está gorda no se pone a dieta ,hace un programa totalmente en serio sobre su gordura, cosa que la Directora, otra plasta, entiende porque ella a dieta está gorda.....no se lo digan porque llora.
4- El previo del reality. Debatir sobre un programa que el público no ha visto mata el interés y anima a apagar la televisión.
Sobre todo, si dura casi lo mismo que el propio programa. ¿Cuánta gente se fue ayer antes de que comenzase el episodio? En España no aprendemos con los horarios.
5- El post del reality. Alaska y Mario hicieron muy bien apostando por MTV para emitir su programa.
Se aseguraban que no iban a estar comentando nada. Con Las Campos, ya hemos tenido un debate hasta las dos de la madrugada -y un previo de una hora-. No era necesario.
6- ¿Dónde está Bigote Arrocet? ¿Y por qué solo sale tres microsegundos en pantalla? ¿Tendrá su propio episodio de amor maduro? Fijo.
7- Llamar 'docurreality' a lo que es un 'reality' de toda la vida. A estas alturas, no nos vamos a creer lo del gato y la liebre.
El intento de salvar la papeleta y las portadas de revistas se nota. Demasiado.
8- La elección de los invitados. ¿Florentino Fernández y Tania Llasera? ¿La propia Carlota que ya conduce el previo y post del programa?
La exigencia del hilo argumental obliga a tirar por un tipo de invitado, pero aun así, podía haberse innovado algo más.
Por fin, las Campos, esos seres mitológicos, esas leyendas vivientes de la televisión, se han animado a bajar de su pedestal para mostrarle al pueblo llano en qué consisten sus codiciadas vidas. La oportunidad perfecta para mostrar en prime time los recovecos de esa vida ideal que madre e hija venden en programas y revistas.
Lavar los trapos sucios con las cámaras delante.
Claro que toda esta lujuria comenzó a flaquear cuando nos dimos cuenta de que no pensaban hacer un reality al uso.
No, en serio, ¿qué invento es éste?
Anoche asistimos al gran show de Las Campos.
El primer episodio de lo que, confiamos, sea un futuro repleto de temporadas. Solo así conseguiremos que las protagonistas se olviden de las cámaras, de esa excusa absurda de abordar temas serios y polémicos como hilo conductor y se entreguen a la grandeza del formato.
¿Qué necesidad hay de enmascarar un reality para venderlo como algo más cuando lo que todos queremos ver es a madre e hija viviendo su vida sin tapujos ni censuras?
La primera entrega de Las Campos ha tenido muchos aciertos -incluso más de los que esperábamos-, también muchos fallos, claro.
Aquí tienen lo mejor y lo peor del, sin duda, estreno de la temporada:
Lo peor:
1- La excusa de buscar un tema para hilar el programa. No aporta nada, no genera más que un importante caos de opiniones y despista del verdadero interés del asunto: las Campos.2- La locura de ritmo. ¿Por qué nos ventilamos momentos estelares en pocos minutos y luego dedicamos medio programa a una cena que tampoco es para tanto? ¿Por qué el capítulo termina sin cerrar temas si se supone que son monográficos? Nos hemos perdido.
3- La gordofobia reinante. Cuando mezclas demasiadas cosas en un mismo recipiente te acaba quedando un engrudo de color marrón que nadie sabe lo que es.
Lo mismo con un programa. ¿Hay que insistir tanto en que Terelu ha engordado? ¿Hace falta lanzar tantas opiniones contrapuestas que acaban mareando a cualquiera?
La intención parece buena. El resultado, no tanto.Aburrimiento, si Terelu está gorda no se pone a dieta ,hace un programa totalmente en serio sobre su gordura, cosa que la Directora, otra plasta, entiende porque ella a dieta está gorda.....no se lo digan porque llora.
4- El previo del reality. Debatir sobre un programa que el público no ha visto mata el interés y anima a apagar la televisión.
Sobre todo, si dura casi lo mismo que el propio programa. ¿Cuánta gente se fue ayer antes de que comenzase el episodio? En España no aprendemos con los horarios.
5- El post del reality. Alaska y Mario hicieron muy bien apostando por MTV para emitir su programa.
Se aseguraban que no iban a estar comentando nada. Con Las Campos, ya hemos tenido un debate hasta las dos de la madrugada -y un previo de una hora-. No era necesario.
6- ¿Dónde está Bigote Arrocet? ¿Y por qué solo sale tres microsegundos en pantalla? ¿Tendrá su propio episodio de amor maduro? Fijo.
7- Llamar 'docurreality' a lo que es un 'reality' de toda la vida. A estas alturas, no nos vamos a creer lo del gato y la liebre.
El intento de salvar la papeleta y las portadas de revistas se nota. Demasiado.
8- La elección de los invitados. ¿Florentino Fernández y Tania Llasera? ¿La propia Carlota que ya conduce el previo y post del programa?
La exigencia del hilo argumental obliga a tirar por un tipo de invitado, pero aun así, podía haberse innovado algo más.
No haber renunciado a seguir maquillando una realidad que se augura no tan perfecta.
Puede que sea el primero y luego mejor. Cruzamos los dedos.
10- Que María, la empleada de María Teresa, no tenga ya su propio reality.
Lo mejor:
1- El encanto de María Teresa. Su momento desayunando mientras habla a la cámara, sentada en su saloncito rococó y escandalizándose por las noticias es ya historia pura de la televisión.Ojalá presentase los programas desde ahí.
2- Terelu. Así de claro. El programa está pensando para hacer brillar a la benjamina de las Campos y lo consigue.
Imposible no terminar queriéndola y declarándose 'tereluliber'. O mejor, asumiendo sus muchos defectos y dándoles la vuelta.
3- Las frases de Terelu. “Si bebiera menos estaría más delgada, pero sería menos feliz”.
“No me gusta el alpiste y con alpiste me refiero a ensaladas”. “Me da igual ser una bola de billar”. Todo esto ya justifica el programa.
4 Mayte, la amiga de María Teresa. Promete darnos muchas alegrías.
Podría ser amiga de Carmen Martínez-Bordiú o de Naty Abascal. Una señora bien -señora fetén- con problemas de señora bien -señora fetén-.
6- Terelu hablando con Siri. "Hola mamichula corona" va a ser mi saludo a partir de ahora.
7- La evidente performance de las protagonistas. Notar como se esfuerzan por quedar bien delante de las cámaras, por ser siempre simpáticas y agradables, también tiene su punto de ternura.
A ver si ahora, por una chorrada, ¡se les va a desmontar el imperio!
8- Los tuppers de María Teresa. Vivir en un casoplón que ya lo quisieran las Kardashian. Tener servicio, chófer y que te lleven el desayuno en bandeja. ¡Pero ser incapaz de guardar los tuppers ordenados en el cajón!
María Teresa, todos los pisos de estudiantes de España te saludan.
9- Las casas: las verdaderas protagonistas. Terelu y María Teresa tienen sendos cuadros de ellas mismas presidiendo sus salones. Tienen piscinas cubiertas, varios pisos, vajillas buenas, mesas enormes y electrodomésticos que no saben cómo funcionan. Cuando hablamos de lujo, hablamos de la vida de las Campos.
10- La promesa de lo que vendrá. Si la audiencia se porta bien y las protagonistas se lanzan, pueden dejarnos muchos momentos gloriosos.
Hay mucho que pulir, sí -el concepto, de hecho-, pero es un programa que promete. Ojalá no sea un Quiero ser II y acabe en Divinity.!!!Por favor !!! Que lo quiten ya!!! La Madre y la hija tienen ya olor a naftalina"""
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