Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
10 jul 2016
Mirar las estrellas.................................................Rosa Montero
Los astrofísicos son los exploradores modernos y se internan en los
secretos esenciales. La ‘terra incognita’ de nuestros días está ahí
fuera.
SIEMPRE HE sentido una especial fascinación por la astronomía,
probablemente porque a los seis años viví un suceso maravilloso. Me
recuerdo de noche y en la calle, una situación ya en sí poco usual para
mi corta edad. Yo colgaba de la mano de mi madre y a mi lado se
encontraban mi padre y mi hermano. Los cuatro estábamos parados en mitad
de la acera y contemplábamos el cielo sin pestañear, al igual que otras
decenas de personas que ocupaban la avenida, todas quietas, todas en
silencio, todas mirando hacia el firmamento. Hasta que al fin apareció
allá arriba una estrellita luminosa que recorría a buen ritmo el arco de
la noche. Era el Sputnik de los rusos, el primer satélite
artificial colocado en órbita, el primer objeto lanzado por los humanos
más allá de la atmósfera. Nuestra primera salida de la Tierra.La mágica visión de aquella estrella que habíamos sido capaces de
poner en el cielo me hizo decidir aquella noche que de mayor sería
astronauta. Evidentemente no lo he sido, pero aquel suceso fundacional
debió de ser la base de mi amor por la ciencia-ficción y quizá por la
ciencia. Aunque he estudiado letras, la ciencia me encanta y siempre he
lamentado el tremendo acientifismo de la sociedad española. Por eso
considero un precioso regalo el proyecto del Instituto de Astrofísica de
Canarias (IAC) en el que he tenido el privilegio de participar.
Pero empezaré por el principio. Los tres mejores lugares del mundo
para observar las estrellas están en Chile, para el hemisferio sur, y en
Hawái y Canarias para el norte. Y por una vez en nuestra historia, y en
buena medida gracias al empeño visionario del astrofísico Francisco
Sánchez en los años sesenta, España supo aprovechar estas circunstancias
geográficas para crear y desarrollar el IAC, que es uno de los diez
mejores centros de astrofísica del mundo. Posee dos observatorios, uno
en el Teide y otro en el Roque de los Muchachos, en la isla de La Palma,
ambos a unos 2.400 metros de altitud. En cada uno hay dos decenas de
telescopios cuya propiedad se reparte entre 20 países. Nosotros tenemos ahí el Gran Telescopio óptico e infrarrojo Canarias,
el mayor del mundo, un bicharraco resplandeciente y monumental. Somos
una potencia en astrofísica, pero como vivimos de espaldas a la ciencia
no lo sabemos. Para intentar paliar esta ignorancia, al IAC se le ha ocurrido la
preciosa idea de invitar a una serie de escritores a visitar sus
instalaciones y pedirnos que después escribamos un cuento para un libro. Durante cuatro días me he paseado por esos territorios espectrales de
belleza salvaje. El Teide y el Roque tienen una geografía primordial y
volcánica que te remite al principio del mundo y que se une a la
tecnología más rompedora del planeta, a la ciencia del futuro. Sé que la
noche que pasé en el Roque será inolvidable: al atardecer, los
observatorios, que eran solitarios búnkeres blancos cerrados a cal y
canto, empezaron a abrir sus bóvedas con bostezo de gigantes, y por las
aberturas asomaron los telescopios como bichos colosales que salían de
sus crisálidas, como grandes lenguas de insectos dispuestos a lamer los
lejanos secretos del universo. Y todo en la más completa oscuridad,
porque cualquier fuente artificial de luz empeora la calidad de lo
observado, y en un silencio apenas rasgado por el chirrido de las
cúpulas al girar, de las lentes al rotar para apuntar a las estrellas. Era mágico, era extraño, era sobrecogedor. Era la indecible menudencia del ser humano enfrentándose a la enormidad del universo.
Los astrofísicos son los exploradores modernos y se internan en los secretos esenciales. La terra incognita
de nuestros días está ahí fuera, en lo muy grande y lo muy pequeño,
desde las galaxias con miles de millones de soles a los quarks
infinitesimales. En el IAC se estudia el principio de lo que somos, el
corazón mismo de la vida; y, de paso, se desarrolla nuestra capacidad
tecnológica y científica, se crean empresas competitivas, se coloca a
España en el siglo XXI. Deberían obligarnos a todos los ciudadanos a
visitar los observatorios al menos una vez al año. Para que aprendamos a
mirar a Andrómeda en vez de estar absortos en nuestro ombligo. Tiene que escribir una novelista "goda" sobre nuestro cielo y nuestros Telecospios, Sobre el Astrofísico del Teide, y El del Roque de los Muchachos. Efectivamente España no mira al cielo pero Canarias si, No estamos de espaldas a la ciencia aunque algunos si. Hemos visto Eclipses desde niños, el 1º que yo vi fue todo un ritual y se hizo de noche. contemplamos ese fenómeno con una protección casera, y como ese total no lo he vuelto a ver. Aquí en Canarias se estudia ASTRÓFISICA, y hay muchos que hacen del cielo y los lanzamientos espaciales su "Vida" sin dejar de vivir en un archipiélago que no explota como debe el Cielo. Pero no es un juego. Hay que saber y aprender a mirarlo.
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