A
Kike Sarasola
no le gusta que lo describan como hotelero. Prefiere pensar que es más
que eso, alguien que ha creado una filosofía de empresa en la cadena de
hoteles que preside y que
fundó hace una década, Room Mate Hotels.
Una forma de trabajar que, dice, podría aplicar a cualquier negocio.
Hay una cosa segura: él no es un empresario al uso. Nunca ha escondido
su vida privada, es más, ha hecho bandera de ella. También le gusta la
atención mediática, hablar de los planes de futuro de su compañía y, en
breve, se va a poner al frente de un programa de televisión.
Recibe en la terraza del hotel Óscar situado en el centro de Madrid.
La localización, además del diseño, es una de las bazas de los 23
alojamientos de la cadena repartidos en 16 ciudades de seis países.
Antes de la charla, Sarasola (Madrid, 1963) pregunta a los clientes con
los que se cruza en la piscina en este caluroso julio si están
disfrutando de su estancia. Está cómodo con el papel de anfitrión.
Es hijo del
reconocido empresario vasco Enrique Sarasola,
que amasó una de las grandes fortunas de España. Su padre y la alta
competición le aportaron la disciplina a este madrileño que se describe
como alguien muy ambicioso y competitivo. “No me dejo desfallecer por
los fracasos porque tengo 20.000 todos los días. El deporte me enseñó a
no creérmelos, como tampoco los éxitos”, resume quien ha sido tres veces
olímpico (Barcelona, Atlanta y Sídney) en la disciplina de hípica. Fue
su pasión por este deporte por lo que no llegó a terminar la carrera de
Económicas. La peste equina le obligó a irse con sus caballos, para que
no enfermaran, porque su principal meta de entonces era clasificarse
para Barcelona 92. En 2003, se convertiría en el primer atleta olímpico
español en hacer pública su homosexualidad en la portada de febrero de
la revista Zero, en la que aparecía junto a su actual marido, Carlos
Marrero. En ambas decisiones tuvo el apoyo de su padre, con quien empezó
a trabajar a los 16 años.
“Él fue la mejor escuela, era una persona brillante. Yo no soy ni una
décima parte de lo que era él”, recuerda de su progenitor. Debió de
resultarle duro que al principio no creyera en sus hoteles. “Decía que
era un negocio en el que ya estaba todo inventado. Pero llegó a ver el
primero [el Mario, en Madrid]. Y,
unos días antes de morir,
me dijo: ‘Tú dedícate a los hoteles”, recuerda ahora con orgullo.
Al
principio de la historia de la cadena, que fundó junto a Gorka
Atorrasagasti y Marrero, Sarasola dice que nadie lo consideraba
hotelero. Hoy espera que eso haya cambiado.
Los números le avalan.
En los primeros cinco meses de 2016,
Room Mate Hotels
ha facturado 25,7 millones de euros, un 48% más que en el mismo periodo
del año anterior.
Y esperan cerrar 2016 con algo más de 68 millones de
facturación superando el millón de huéspedes, para quienes trabajan unos
1.000 rommies —como se conoce a los miembros de su equipo—, Además, en
los próximos 10 meses va a abrir ocho establecimientos nuevos,
expandiendo mercado en Róterdam, Venecia y Roma.
Sarasola, como buen olímpico, planea su vida a cuatro años vista y
sabe exactamente dónde quiere estar en 2020.
“Habremos sacado el Room
Mate Playa y empezado el desembarco en Oriente”, lanza quien tiene una
espina clavada porque aún no ha conseguido abrir en Londres.
Quizá
también haya publicado su segundo libro, el primero, lanzado en 2013,
resumía su carrera en el título Más ideas y menos másters.
Pero antes de
eso se tiene que plantar frente a las cámaras de televisión en la
versión española de Hotel Hell (algo así como hotel infierno).
“Van a
ser 10 semanas de rodaje. Ahora mismo estoy asustado”, ríe. Este “actor
frustrado”, como también se define, ha hecho sus pinitos en cine y
televisión.
Incluso la película que produjo, Rosario Tijeras, estuvo
nominada a los Goya de 2006 como mejor ha hecho sus pinitos en cine y televisión. Incluso la película que
produjo,
“Lo que me preocupa es hacerlo
bien, que al público le guste. Pero estoy encantado de poder ayudar a 10
hoteleros a que cambien su negocio”.
Tiene unas semanas por delante
para ensayar, y aunque en los últimos 14 años asegura que ni un solo día
ha apagado el teléfono, este verano pasará unas horas desconectado
frente al televisor viendo al chef Gordon Ramsay, protagonista de la
versión estadounidense del programa que en España emitirá Discovery Max.
Kike Sarasola ha empezado el verano con buen pie
. Este julio se ha
hecho con el 70% de las acciones de Room Mate Hotels. El otro 30% está
en manos de Sandra Ortega, hija del fundador de Inditex.
“
Esa historia nace con Rosalía [Mera,
exmujer de Amancio Ortega], que en paz descanse.
Vino a conocer los
hoteles, nos llevamos fenomenal y se enamoró del concepto porque lo
entendió
. Me apoyó en el momento en el que empezaba”, recuerda con
agradecimiento
. Tras
su fallecimiento en agosto de 2013, hoy es Sandra Ortega quien controla el 30% de la compañía a través del fondo ROSP Corunna.
Este mes también ha firmado un acuerdo entre la Confederación Española de Agencias de Viajes y
su empresa Be Mate,
sus apartamentos con servicios de hotel.
Cuando lanzó esta plataforma
en 2014 parecía ser el único en el sector que simpatizaba con la
filosofía de Airbnb.
“Me tildaron incluso de traidor”, dice.
Este
acuerdo parece darle la razón en que los apartamentos turísticos en
España no son una moda pasajera, sino “una oportunidad para todos”.
Una
visión que ya premió en 2015 el Consejo de Ministros al otorgarle la
Medalla de Oro a la Innovación Turística.
Al recibir la noticia, a
Sarasola lo primero que se le pasó por la cabeza fue un “guuuaaau”. Y
luego sus noches sin dormir.
“Como soy hotelero y, además, tengo apartamentos turísticos, puedo
hablar de esto”, sentencia.
Así que a los políticos les pide menos
normas para poder abrir un hotel y que se regule el otro sector.
Desde
pequeño ha vivido de cerca la política, su padre era un estrecho
colaborador de Felipe González.
“El 23F, mi padre fue a buscar a Carmen
Romero [exmujer del presidente] y a sus hijos. La noche del golpe de
Estado yo hice de baby sitter de los hijos de González y de los de
Enrique Múgica [entonces presidente de la Comisión de Defensa]”,
recuerda.
Una anécdota que da paso para hablar de la actualidad
política, otra de las pasiones de Kike Sarasola. Confiesa que ha dejado a
un lado al Partido Socialista, y hoy da su apoyo público a Albert
Rivera y Ciudadanos.
Convencido de que se han acabado las mayorías
absolutas y el bipartidismo, a los políticos les pide “que se sienten,
negocien, pacten y se pongan a trabajar”.
Lo dicho, él es un empresario
atípico, y no solo porque se haya sacado la corbata y metido en una
bañera para posar.
Amigo de los hijos de Adolfo Suárez, cuando supo que el expresidente estaba a punto de morir Kike Sarasola pidió en
su cuenta de Twitter un reconocimiento público para el político.
Tras su muerte, él fue uno de los primeros en reclamar en la red social
el cambio de nombre del aeropuerto de Barajas.
Sus comentarios se hicieron virales. “Ahí comprendí el poder que tienen las redes sociales”.
En su Instagram
reveló que había nacido su segundo hijo.
En noviembre de 2015, nacía en
California (EE UU) Enrique Jr. gracias a la maternidad subrogada.
El
mismo método que siguió para tener en 2012 a
su primera hija, Aitana (nombre
que ha dado al hotel de Ámsterdam). Sarasola y su marido, Carlos
Marrero, decidieron anunciarlo así para normalizarlo, el mismo motivo
que les llevó a hacer pública su homosexualidad en una portada de
revista.
Para ellos es toda una declaración de intenciones.
Sarasola
cree que la maternidad subrogada es un tema pendiente en España, y está
en contacto con asociaciones porque quiere que más pronto que tarde sea
una realidad en este país.
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