La daga de la ostentación.................................................. Andrés Mourenza
La policía
turca se incauta de un puñal perteneciente al dictador libio Muamar al
Gadafi que iba a ser vendido a un coleccionista saudí por 10 millones de
dólares.
Puñal de marfil con rubíes, zafiros, esmeraldas y diamantes que perteneció a Muamar el Gadafi. DEPARTAMENTO DE POLICÍA DE ESTAMBUL “Transfiera a nuestra casa de cambio 10 millones de dólares (8,9
millones de euros)”, pidió el empresario turco a su cliente, un
ciudadano de Arabia Saudí. “Si la daga resulta no ser original, le
devolveremos el dinero”, aseguró.
El negocio parecía hecho. Y de ahí la
soltura con la que se expresaba el vendedor.
Lo que no sabía es que estaba siendo escuchado por la policía, que le
seguía la pista
. La compraventa de la daga debía realizarse en un hotel
no muy lejos del principal aeropuerto de Estambul pero, cuando el
empresario, identificado como A. A., se dirigía al punto de entrega
acordado, los agentes intervinieron para detenerlo junto a dos secuaces.
La sorpresa llegó al identificar los investigadores turcos la pieza
que iba a ser vendida: un puñal de marfil ornado con rubíes, zafiros,
esmeraldas y diamantes engastados que perteneció al dictador libio Muamar el Gadafi ,
asesinado en 2011
. Desde luego, el pomposo estilo de la daga encaja con
quien fue el autócrata más hortera del norte de África.
Una cosa es una cosa y otra que no deja de ser, aunque haya pertenecido a quien sea una total Maravilla, luego se podrá debatir con coherencia lo que fue Gadafi o en lo que se transformó Pero esa daga , es un tesoro, que como dijo Enrique !! para que el Papa le perdonase, Una Daga así vale una y mil misas, o lo que se tercie.
La caída del régimen de la Yamahiriya—república de las masas— hace un
lustro y la guerra civil desatada tras la particular primavera árabe
libia han abierto un inmenso vacío de poder que ha sido aprovechado por
traficantes de vario pelaje
. Ya desde el inicio de la revuelta se pudo
ver a los alzados saqueando las joyas, pistolas de oro y obras de arte de los palacios de Gadafi.
También desaparecieron antigüedades, como el llamado Tesoro de Bengasi ,
una colección de miles de monedas de los periodos helenístico y romano
guardada en la caja fuerte de un banco de dicha ciudad. Recientemente,
el Consejo Internacional de Museos redactó una lista del patrimonio libio cuya seguridad peligra.
“Los conflictos incrementan las oportunidades para los traficantes,
porque la ley se desmorona y las fuerzas de seguridad son más proclives a
recibir sobornos”, sostiene Samuel Hardy, experto en tráfico de
antigüedades.
“Además, así se financian los grupos combatientes”, añade.
El Estado Islámico, por ejemplo, ha convertido el contrabando de piezas
arqueológicas en una de sus principales fuentes de recaudación.
A. A. adquirió hace tres meses el puñal de Gadafi a grupos rebeldes
en Libia por 4,6 millones de dólares, pese a que una tasación realizada
por el colegio de joyeros de Turquía para comprobar su autenticidad lo
ha valorado en solo unos dos millones de dólares. “Algunos
coleccionistas tienen tanto dinero que al pagar por encima del valor
real establecen un nuevo precio de mercado para estas piezas”, precisa
Hardy. Las guerras abiertas en Siria, Irak, Libia y Yemen han
incrementado el apetito por las obras de arte locales, bien por el hecho
de conseguir rarezas, bien por la mayor facilidad para adquirirlas.
Desde 2011, las autoridades turcas se han incautado de unas 7.000
antigüedades y obras de arte saqueadas, algunas de ellas de valor
incalculable, como las más de trescientas piezas sumerias y asirias que
datan de hace unos 3.000 años decomisadas en 2014 .
“La Policía y la Gendarmería turcas invierten mucho tiempo en tratar de
detener este tipo de tráfico, pero es muy difícil porque el mercado
está poco controlado”, opina Hardy.
En muchos casos, los objetos robados
son comprados y revendidos en múltiples ocasiones, para generar papeleo
que dé apariencia de legalidad –del mismo modo que se hace para
blanquear dinero a través de paraísos fiscales-.
“Los marchantes y
clientes también eligen creer lo que les cuentan los traficantes, o se
autoconvencen de que así están salvando obras de arte de su
destrucción”.
Turquía es un lugar clave en la ruta del tráfico de arte, pero sólo como
paso: los mercados, como siempre, están en los países más ricos. Tradicionalmente su destino eran países de Europa y Norteamérica, pero
según advierte Hardy: “Para lo mucho que se está saqueando en Oriente
Medio, vemos reaparecer muy pocas piezas en mercados occidentales”. Hay
varias hipótesis que lo explican: una es que las operaciones de
compraventa son cada vez más discretas y la relación entre saqueadores y
vendedores más directa gracias a las nuevas tecnologías. Otra que, dada
la cantidad de obras robadas, se esconden durante años en espera de que
su precio aumente. Y la tercera es el incremento de la demanda en otros
lugares, especialmente el Golfo Pérsico, donde, dice Hardy “los
estratos más pudientes de esas sociedades buscan mostrar su riqueza o
blanquear dinero”. No en vano el mismo día en que fue descubierto el
puñal de Gadafi, en otra operación contra el tráfico de obras de arte,
también en Estambul, eran confiscadas 196 monedas de oro y bronce de
época bizantina y otomana, además de unos dados de 1.500 años de
antigüedad . El comprador, en este caso, era igualmente de Arabia Saudí.
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