Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

7 abr 2016

El triunfo de la mediocridad................................................. Enrique Joven

Giordano Bruno fue quemado por afirmar que había infinitos mundos. Siglos después se han visto centenares de exoplanetas, aunque no hay indicios de vida inteligente extraterrestre.

Estatua erigida en memoria de Giordano Bruno, en Roma.
El modelo geocéntrico de Universo ideado por Aristóteles y adoptado por el astrónomo Ptolomeo dominó nuestra sociedad durante siglos.
 Situar a la Tierra en el centro de todo funcionaba bastante bien si de explicar los movimientos relativos de los astros se trataba, aunque precisara de ingeniosos pero ligeros ajustes matemáticos para entender el movimiento de los erráticos planetas vecinos.
 Además, encajaba todavía mejor con la ortodoxia religiosa cristiana, situando a la principal creación de Dios, el ser humano, en el ombligo universal.
 No había de qué preocuparse, ni tampoco pensar más de lo estrictamente necesario. Todo era un magnífico conjunto de esferas perfectas concéntricas hasta llegar al Cielo.
La revolución copernicana alteró el modelo
. Conocido es que situó al Sol en el centro de un Universo finito, y relegó a la Tierra a un papel secundario.
Ya no estábamos en el centro de todo ni éramos especiales en nada.
 Algunos fueron más allá de los postulados del precavido astrónomo polaco, como el italiano Giordano Bruno: el Universo era infinito, como infinito era también el número de mundos habitados girando en torno a infinitos soles.
 El concepto de Bruno no era en sí mismo herético
. Fue propuesto en 1584, cuatro décadas más tarde que el modelo de Copérnico, y ya para entonces el danés Tycho Brahe –el astrónomo más reputado de su tiempo– abogaba por su propio modelo a caballo entre Ptolomeo y Copérnico.
La Iglesia no se pronunciaba todavía con vehemencia sobre cuestiones astronómicas, pero sí lo hacía –faltaría más– con las teológicas
. Bruno negó a Dios como creador trascendente y eso le llevaría a la hoguera por herejía.
 Sin ningún miramiento, fue quemado vivo en Roma en el año 1600..

Sin embargo, terminó imponiéndose el modelo heliocéntrico, algo en lo que sabios como Johannes Kepler y, por supuesto, Galileo y sus telescopios, tuvieron mucho que ver.
La semilla estaba ya sembrada.
 Si la Tierra no era nada del otro mundo –valga la ironía–, cabía suponer que otros planetas (y quizás muchos otros mundos rodeando lejanos soles, como había propuesto el malogrado Bruno) podían albergar vida humana
. O algo parecido a ésta.
 Así, el mencionado Kepler especuló sobre cómo sería la vida de los selenitas, Christian Huygens sobre la de marcianos y jovianos, y William Herschel imaginó la cálida realidad de los supuestos habitantes del Sol, entre otros, astrónomos ilustres
. La creencia en la vida extraterrestre inteligente no se detuvo entonces ni se ha detenido hoy.
 Solo “Kepler” (y en esta ocasión nos referimos al satélite del mismo nombre) ha descubierto hasta la fecha más de mil exoplanetas –planetas fuera del Sistema Solar– girando en torno a más de 400 soles, algunos de los cuales podrían albergar algún tipo de vida.
 Desde Copérnico y Bruno hasta nuestros días, todo parece poder sustentarse en el llamado “Principio de Mediocridad
. Este curioso concepto fue acuñado en 1969 por el astrofísico John Richard Gott.
 Viene a decir que no hay observadores privilegiados que den cuenta de un fenómeno en un momento dado
. En astronomía es fácil de comprender: no somos el centro del Universo, ni la Tierra ni el ser humano son especiales.
 En consecuencia, la vida extraterrestre será moneda común en el vasto Cosmos.

Carl Sagan está considerado por muchos como el astrónomo más influyente del siglo XX, no tanto por lo que hizo o dijo, sino por cómo lo dijo e hizo.
 Divulgador excepcional, supo sacar partido –siempre en beneficio de la ciencia– de la explosión audiovisual de su tiempo.
Junto con otros notables científicos, como Frank Drake, encabezaría el conocido movimiento SETI (acrónimo de Search for Extraterrestrial Intelligence), que pondría en marcha la primera búsqueda sistemática de señales de radio provenientes de otros mundos.
 Sagan, aupado por la opinión pública, obtendría una notable financiación tanto estatal como privada para sus propósitos, y su obsesión con la existencia de vida inteligente extraterrestre nunca dejó de ser un auténtico quebradero de cabeza para muchos de sus pragmáticos y realistas colegas científicos en la NASA. Lejos de ser quemado en la hoguera,
 Sagan fue elevado a los altares.
 Algo habíamos avanzado.

 

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