La tenista, enfrentada con su familia desde hace años, visitó a su progenitor en el hospital días antes de fallecer.
Madrid
Desde hace varios años padecía de alzhéimer y llevaba dos meses ingresado en un hospital. Arantxa, que está enfrentada con su familia por la administración de sus bienes, visitó a su padre hace unos días, cuando su estado era ya muy grave y se aventuraba el fatal desenlace.
El pasado mes de julio la familia Sánchez Vicario firmó un acuerdo tras la guerra que les ha dividido sin remedio. Arantxa y sus padres decididieron poner fin a su batalla judicial, pero que no cerró las heridas
. Fue una paz judicial endeble y sin visos de reconciliación familiar como el tiempo ha demostrado
.
Emilio Sánchez, padre de los tenistas Emilio, Javier y Arantxa
Sánchez Vicario, ha fallecido este jueves en Barcelona a los 83 años.
Desde hace varios años padecía de alzhéimer y llevaba dos meses
ingresado en un hospital. Arantxa, que está enfrentada con su familia
por la administración de sus bienes, visitó a su padre hace unos días,
cuando su estado era ya muy grave y se aventuraba el fatal desenlace.
El pasado mes de julio la familia Sánchez Vicario firmó un acuerdo tras la guerra que les ha dividido sin remedio. Arantxa y sus padres decididieron poner fin a su batalla judicial, pero que no cerró las heridas. Fue una paz judicial endeble y sin visos de reconciliación familiar como el tiempo ha demostrado.
La excampeona de Roland Garros aceptó desactivar las causas judiciales (en España y Andorra) que había promovido contra sus padres, a los que acusaba de haberla arruinado.
A cambio, recuperó el uso de dos inmuebles que ganó con su sudor en la pista de tenis, pero que no ha disfrutado y ni siquiera constan a su nombre: un piso en la céntrica avenida Diagonal de Barcelona –donde vivían sus padres desde hace 20 años- y una casa de veraneo en la Costa Brava.
El pasado mes de julio la familia Sánchez Vicario firmó un acuerdo tras la guerra que les ha dividido sin remedio. Arantxa y sus padres decididieron poner fin a su batalla judicial, pero que no cerró las heridas. Fue una paz judicial endeble y sin visos de reconciliación familiar como el tiempo ha demostrado.
La excampeona de Roland Garros aceptó desactivar las causas judiciales (en España y Andorra) que había promovido contra sus padres, a los que acusaba de haberla arruinado.
A cambio, recuperó el uso de dos inmuebles que ganó con su sudor en la pista de tenis, pero que no ha disfrutado y ni siquiera constan a su nombre: un piso en la céntrica avenida Diagonal de Barcelona –donde vivían sus padres desde hace 20 años- y una casa de veraneo en la Costa Brava.
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