Isabelle Huppert: "No interpreto personajes, cuento estados mentales"
La actriz francesa recibe de manos de Claude Chabrol el Premio Donostia a su carrera
Durante la gala nocturna, la actriz, que dedicó su premio a Claude Chabrol, recordó que si el cine sirve para algo es para "abolir fronteras". Horas antes, con unas gafas semioscuras, una chaqueta azul marino y una camisa masculina que endurecía los rasgos de su cara pecosa, Isabelle Huppert respondía a las preguntas de los periodistas mirándose continuamente las manos, cruzando y descruzando los brazos. Arrancaba cada frase con titubeos, para rematarla con la rotundidad de un carácter fuerte.
"Soy una actriz a la que no le gusta idealizar las cosas", añadió Huppert.
"Si algo me une a Claude Chabrol, si por algo hemos hecho seis películas juntos, es porque ambos buscamos acercarnos lo más posible a la verdad con un enfoque poco romántico de la vida.
El cine no es la realidad, pero sí es una manera de mirar a las cosas tal y como son".
La actriz aseguró que el coste emocional de dar vida a mujeres como la dolorosa, retorcida y autodestructiva profesora de música de La pianista (la película de Michael Haneke que le valió a la actriz en 2001 el Premio a la mejor interpretación en Cannes) es "pequeño".
"Quizá ustedes no lo entienden pero a mi no pone nada triste interpretar a mujeres muy tristes", dijo. Sobre la mujer que recorre las calles de Viena en busca de un sexo que le aterra practicar añadió:
"No sé si es una de las mejores interpretaciones del cine europeo, pero sí se que esa película es un ejemplo de lo que debe ser el cine europeo".
Desde El juez y el asesino, de Bertrand Tavernier, a Madame Bovary, La ceremonia o Gracias por el chocolate, de Chabrol, Huppert es una de las estrellas indiscutibles del cine francés.
Al contrario que muchas de sus colegas del star system francés, apenas ha trabajado en Hollywood, y cuando lo ha hecho ha sido en películas atípicas. Amateur, de Hal Hartley y, sobre todo, La puerta del cielo, de Michael Cimino han marcado su carrera americana.
"Ahora he terminado de rodar con David Rusell una comedia de la que prefiero no hablar hasta que no la vea.
Existe un cine que se hace hoy en Los Ángeles que me interesa mucho.
El cine que hace gente como Paul Thomas Anderson, un cine muy personal pero dentro del sistema de los grandes estudios".
"Los actores de hoy contamos con muchas ventajas", añadió la actriz, "el cine te permite jugar con muchas sutilezas y matices, hay mucha libertad para expresar los comportamientos más oscuros
. Para mí el cine sigue siendo la mejor forma de expresar las cosas".
Al preguntarle con qué películas se quedaría de toda su trayectoria, la actriz afirmó:
"Me quedo con todas y con ninguna. Aunque la película que prefiero es esa que nunca ha hecho, esa película que me mueve a seguir buscando.
Existe una película secreta con la que soñamos, esa película por la que sigo haciendo cine". "Creo que todavía no he hecho todo lo que he querido. Hay muchos personajes que me gustaría interpretar y que no he interpretado.
Sé que algo se me escapa. De alguna manera, como actriz he sido mi propio director, me he buscado mi propio camino al elegir mis papeles y mi manera de interpretarlos".
Cuando un periodista le preguntó por el teatro recordándole su Medea de hace tres años en el Festival de Aviñón, la actriz se miró una vez más las manos. "¿El teatro? Bueno, no lo encuentro muy diferente al cine
. Aunque quizá sí, sí hay algo en el teatro que no encuentro en cine. en el teatro hay una aventura muy particular, una emoción mayor, más fuerre.
Quizá el cine es como un paseo, un paseo bastante tranquilo mientras el teatro es una caminata de alta montaña: el corazón late más fuerte, a más velocidad.
Tengo recuerdos extraordinarios relacionados con el peligro del teatro".
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