Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

31 ene 2016

Barbie, la ambición rosa........................................................................ Nuria Barrios

A punto de cumplir 57 años, la muñeca más comprada del planeta ya tiene nueva cara (y cuerpo).

Apagaron las luces de la cabina para que los pasajeros durmieran.
 La mujer que volaba a mi lado se colocó un antifaz y reclinó el asiento
. Aguardé todavía 10 minutos antes de sacar con sigilo el libro.
 Era un volumen grande y apaisado, con tapa dura y de un llamativo color rosa. Barbie, icono de moda (Caelus Books).
 Había esperado casi seis horas para poder abrirlo cuando nadie me viera y no morir de vergüenza.
 El capítulo se llamaba ‘Habla con dulzura y lleva un bolso exquisito’.
 Empecé a leer: “La novedosa tarjeta de crédito American Express hizo que el viaje en avión pareciera tan accesible y excitante como los conjuntos del vestuario de Barbie”.
Oh, Barbie! I love Barbie!
Di un respingo. No había oído acercarse a una de las azafatas de American Airlines. Cerré de golpe el libro y me llevé un dedo a los labios.
 La azafata era una mujer muy delgada, maquillada como si fuese a una fiesta y con el cabello rubio recogido en un cardado. Me sonrió con complicidad y se alejó hacia la parte delantera del avión.
 Sus tobillos se balanceaban levemente sobre los altos tacones, un calzado sorprendente para un vuelo de 14 horas a Los Ángeles. 
Debía de tener la edad de Barbie, unos 57 años.
. De estar viva, Barbie, que fue en sus inicios azafata de American Airlines, se habría parecido a aquella mujer. Escondí de nuevo el libro.
 No me convenía hablar de la muñeca: había firmado un contrato de confidencialidad con su fabricante, ­Mattel, la mayor compañía de juguetes del mundo.
 Al día siguiente iba a descubrir la nueva Barbie, que sería lanzada al mercado en 2016. Dadas las medidas de seguridad, más parecía que fuese a conocer a Barack Obama
. Solo 55 personas de las 31.000 que trabajan en la compañía estaban al corriente de la última reencarnación de la muñeca.
Le habían dado incluso un nombre en clave: Proyecto Amanecer.
Mattel, donde entrar en décadas previas era tan difícil como penetrar en el Kremlin en tiempos de la Guerra Fría, abriría sus puertas a varios medios seleccionados, uno por país.
 No se nos permitiría grabar ni hacer fotografías.
Los móviles deberían permanecer guardados. Como nos diría durante la visita la vicepresidenta, Evelyn Mazzocco, íbamos a asistir al “inicio de una nueva era”.
La súbita política de apertura de Mattel, su glásnost, no era casual.
 Durante décadas, Barbie, la Barbie, ha sido su gallina de los huevos de oro. 
La muñeca más vendida del planeta –dos cada segundo– ha generado miles de millones de dólares.
 Pero, a punto de cumplir 57 años, Barbie se enfrenta a serios problemas: sus ventas han caído un 20%, la competencia es feroz y aún más feroces son las críticas. 
Se la acusa de frívola, se ataca su delgadez imposible, se cuestiona la estereotipada imagen rosa que proyecta a las niñas

  A ella, que ha demostrado una capacidad camaleónica para adaptarse a las modas, no se la identifica con Madonna, sino con ¡Paris Hilton!

 Hace dos años, el continuo declive hizo saltar las alarmas en la compañía, donde existe el dicho “As Barbie goes, Mattel goes”. Según le va a Barbie, le va a Mattel.

 Decidieron, con total discreción, replantearse la filosofía de la muñeca. Reinventarla.

Devolverle su trono no es un reto fácil.
 Atrás quedan los tiempos en que Barbie era la encarnación del sueño americano
. Una encarnación en plástico, sí, pero, como diría ella, “cuando te ves tan bien, ¡qué importa que seas de plástico!”.
En 1976, en la celebración del bicentenario de la independencia de Estados Unidos, fue introducida una Barbie en una “cápsula del tiempo” junto a otros objetos que representaban la quintaesencia del país.
Se decía entonces que en EE UU había más Barbies que personas, pero las cosas se han torcido. Sigue siendo un icono, pero también la bestia negra de las feministas.
La última andanada le llegó de la combativa Camille Paglia, que se refirió a la cantante Taylor Swift como “Barbie nazi”.
 Pero lo peor de todo es la traición de las niñas, que desde hace años prefieren otras muñecas, como las Bratz o Elsa, la protagonista de Frozen.
¡Y las burlas! La última Barbie, una mexicana con la green card, la codiciada tarjeta de trabajo en Estados Unidos, provocó ásperas risas en la comunidad latina.
Puede que Barbie sea aún la muñeca más deseada, pero también es la más parodiada.
En los años noventa saltó a la fama la Organización para la Liberación de Barbie (Barbie Liberation Organization), formada por un grupo de artistas y activistas muy críticos con los roles de género, que intercambiaron clandestinamente las voces grabadas de Barbie y de G.I. Joe, un soldado para niños, en cerca de 500 muñecos a la venta. muy críticos con los roles de género, que intercambiaron clandestinamente las voces grabadas de Barbie y de G.I. Joe, un soldado para niños, en cerca de 500 muñecos a la venta.
 Cuando las niñas accionaban su nueva Barbie, la oían exclamar con furia:
–¡La venganza es mía!
Mientras que los niños miraban atónitos cómo sus aguerridos muñecos, a punto de atacar al enemigo, decían dulcemente:
–La playa es el lugar ideal para veranear.
El pasado otoño, Mattel lanzó un vídeo con un mensaje: “Imagina las posibilidades”.
Era un claro guiño a las feministas: hablaba del empoderamiento de las niñas a través de varias crías que jugaban con sus Barbies.
 Pero era asimismo la inteligente preparación para el lanzamiento de su gran secreto. ¿La Barbie feminista?

Pronto lo averiguaríamos.
Pronto lo averiguaríamos.
El secretismo de la nueva Barbie es equiparable al del último filme de ‘Star Wars’
El día siguiente a mi llegada, a las ocho de la mañana, una furgoneta nos recogió en el hotel para llevarnos a El Segundo, la localidad californiana donde se encuentra el centro de diseño de Mattel. Todos los colegios del condado de Los Ángeles, más de 900 centros, habían cerrado sus puertas a primera hora por un aviso de bomba.
 Tras los cristales tintados del vehículo, una francesa, una italiana, una inglesa y una española, custodiadas cada una por un representante de Mattel, atravesamos las calles vacías de niños. Nos detuvimos ante una anodina nave industrial que resultó ser la fortaleza de Mattel y, con la curiosidad de los invitados a la impenetrable fábrica de chocolate de Willy Wonka, entramos.
Allí estaban los padres de Barbie para recibirnos.
Como gigantescos guardianes en blanco y negro, Elliot y Ruth Handler, el matrimonio que la creó en 1959, parecían observar a los hombres y mujeres que entraban y salían, desfilando ante su inmensa fotografía mural igual que muñequitos de carne y hueso.
Algo así debió imaginar Ruth al fabricar aquella primera muñeca adolescente: que las niñas jugaran con adultos en miniatura.
La bautizó con el nombre de su hija, Barbara.
 Los Handler tenían también un hijo, Kenneth. No hace falta que diga más: ya saben cómo se llama el novio de Barbie
 A saber si aquel origen fraternal no fue el detonante de los rumores posteriores sobre la ambigua sexualidad de Ken.
Ruth fue una visionaria, pero la primera Barbie no surgió de la nada.
 En un viaje a ­Europa, vio una muñeca alemana, rubia y curvilínea, llamada Lilli, que la entusiasmó, sin saber que estaba inspirada en unas viñetas para adultos.
La Lilli original tenía una lengua rápida y pícara; si un policía le decía que los biquinis estaban prohibidos, contestaba: “¿Qué pieza prefiere que me quite?”.
Elliot Handler compró los derechos de la muñeca alemana para detener su producción y fabricar la que su esposa deseaba.
 Murió Lilli y nació Barbie. Así surgen las leyendas. Barbie heredó las largas piernas, la cintura de avispa y el voluminoso pecho de la alemana.
 También los tacones y el exagerado maquillaje. A las niñas les encantó.
En Mattel, dejamos los bolsos con los móviles en una habitación pintada de rosa Barbie
. Esa tonalidad, el 219 C de Pantone, es propiedad de la compañía, que tiene los derechos de su explotación.
 Guiados por la Guardia Pretoriana de Barbie, los que habían dirigido su misteriosa transformación, empezamos el recorrido que nos llevaría a la revelación del gran secreto: la Barbie que acallaría las voces críticas y encabezaría de nuevo las ventas. Kimberly Culmone, responsable del diseño de todo lo relativo a la muñeca, se presentó así:
La luminosa nave parecía un laberinto por los paneles que compartimentan el espacio en cubículos. Muchos tenían cortinas improvisadas para proteger el trabajo de las miradas curiosas.
 Aunque en Mattel se fabrican otros juguetes, como los populares Fisher-Price, Barbie sigue siendo el buque insignia de la empresa, como recordaban las gigantescas fotos en color de la muñeca que aparecían aquí y allá.
 Por una Barbie, que empezó a venderse a tres dólares, han llegado a pagarse 302.500 en una subasta de Christie’s.
Al volver una esquina, nos detuvimos
. Ensartadas en pequeñas varas negras había múltiples cabezas calvas, igual que Barbies jibarizadas, donde una mujer hacía pruebas de maquillaje aplicado a mano.
 Muy cerca se escuchaba el sonido de la máquina de coser donde otra operaria insertaba un suave y esponjoso cabello rubio en otra cabeza
. En un estante había bobinas con fibras de 52 colores, lisas y rizadas.

Cinco de las nuevas Barbie.
–Trabajan con Barbie diseñadores gráficos, licenciados de escuelas de arte, estilistas para adultos… –explicó Culmone–. Se requiere mucha habilidad manual.
La trabajadora liberó la pequeña cabeza de plástico de la aguja taladradora y, con un rascador de perro, desenredó con energía la rubia pelambrera antes de tendernos en silencio la cabeza ya peinada, como el gato que ofrece a su dueño los restos de un pájaro recién cazado.
ncima de una mesa, como si estuviesen sobre una pasarela, había varias muñecas ataviadas con distintos modelos.
 “Los iconos de la moda vienen y van. Bueno, algunos solo se van”, es una de las célebres frases de Barbie. Otra:
“No sé qué talla tengo: toda mi ropa está hecha a medida”.
A medida y también a mano.
 Al igual que su rostro, el cuerpo de Barbie ha ido cambiando con los años.
Un estudio de la Universidad de Helsinki demostró que una mujer con sus proporciones no podría menstruar y aún menos respirar, y tampoco podría mantenerse erguida dado el reducido tamaño de sus pies. Mattel aceptó la crítica: la figura de la muñeca se hizo más atlética, perdió pecho y su cintura ensanchó.
 Su vestuario también cambió.
Un hombre menudo y sonriente, vestido de negro y con un cinturón con la hebilla plateada de Hermès, se incorporó al grupo.
 Era Robert Best, el diseñador jefe, algo así como el Alexander McQueen de Barbie o su Tom Ford.

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