El escritor presentó ayer en el Teatro Español su última obra, 'La Guerra Civil contada a los jóvenes'.
De manera parecida a como hiciera el año pasado con El Quijote, el
escritor Arturo Pérez-Reverte ha querido que las generaciones más
recientes puedan acercarse al acontecimiento clave de la historia del
siglo XX en España.
De ese deseo nace su último libro, La Guerra Civil contada a los jóvenes (Alfaguara), ilustrado por Fernando Vicente
. Anoche lo presentó en un abarrotado Teatro Español de Madrid, acompañado por los periodistas Manuel Jabois y Antonio Lucas.
Pérez-Reverte conoció la guerra a través del testimonio directo de su padre, de su tío y de su abuelo, quienes lucharon en el bando republicano, que le contaron diversos acontecimientos, de forma no maniquea
. Por eso, afirmó el académico, “es un error plantearse la guerra como una lucha de unos cuantos generales malvados contra el pueblo heroico.
Fue mucho más complejo que eso”.
Lucas aprovechó el comentario para preguntarle por la importancia de la memoria histórica. “En mi casa hablábamos con normalidad de la guerra.
Pero no de política, ¿eh? Pasó el franquismo y, con la Transición, llegó el gran error de apartar la guerra de la educación de los chicos”, respondió el autor de El asedio.
“Se han hecho algunas películas al respecto, pero no han ayudado mucho porque son parciales. Así que la mayoría de los jóvenes se encuentran en la orfandad histórica”, abundó.
Desde el centro del escenario, ante la mirada atenta del público, los tres colegas de profesión charlaron sobre la división que provocó la Guerra Civil en la vida de los abuelos y bisabuelos de los jóvenes de hoy. “
Esta lucha devino en la falta de reconocimiento de la razón y las virtudes del otro.
Solo con la cultura y el conocimiento se puede acabar con eso, pero resulta que los jóvenes casi no leen y los profesores no se comprometen”, dijo Pérez-Reverte después de explicar, a petición de Jabois, que su libro es delgado (144 páginas) e ilustrado para facilitar la lectura y la comprensión en las escuelas.
Los textos (“neutros, objetivos, sin partidismos”) van recorriendo en breves capítulos, cada uno de ellos de una página, el conflicto, desde sus raíces políticas hasta el triunfo franquista en 1939, con una pequeña extensión al exilio republicano, la Segunda Guerra Mundial, la lucha del maquis o el retorno de la democracia tras la muerte del dictador.
A ello añade un glosario de términos esenciales y una cronología y mapas de las zonas controladas por cada bando entre el golpe militar de julio de 1936 y el fin de la guerra. La obra va ya por su segunda reimpresión, según precisó Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara.
El volumen “no sería el mismo sin las ilustraciones de Fernando Vicente [una por cada capítulo]. Con esa visión cartelística, vintage, como dicen ahora, le ha dado esa imagen que ha ido perfecta con los textos”, subrayó Pérez-Reverte.
Y recordó que la idea de contar para los jóvenes la guerra le surgió tras conocer, e indignarse, que un libro de texto enseñaba que Federico García Lorca “murió cerca de su pueblo durante la guerra de España” o que Antonio Machado “fue elegido miembro de la Real Academia.
Pasados unos años, fue a Francia con su familia y allí vivió hasta su muerte”.
De ese deseo nace su último libro, La Guerra Civil contada a los jóvenes (Alfaguara), ilustrado por Fernando Vicente
. Anoche lo presentó en un abarrotado Teatro Español de Madrid, acompañado por los periodistas Manuel Jabois y Antonio Lucas.
Pérez-Reverte conoció la guerra a través del testimonio directo de su padre, de su tío y de su abuelo, quienes lucharon en el bando republicano, que le contaron diversos acontecimientos, de forma no maniquea
. Por eso, afirmó el académico, “es un error plantearse la guerra como una lucha de unos cuantos generales malvados contra el pueblo heroico.
Fue mucho más complejo que eso”.
Lucas aprovechó el comentario para preguntarle por la importancia de la memoria histórica. “En mi casa hablábamos con normalidad de la guerra.
Pero no de política, ¿eh? Pasó el franquismo y, con la Transición, llegó el gran error de apartar la guerra de la educación de los chicos”, respondió el autor de El asedio.
“Se han hecho algunas películas al respecto, pero no han ayudado mucho porque son parciales. Así que la mayoría de los jóvenes se encuentran en la orfandad histórica”, abundó.
Desde el centro del escenario, ante la mirada atenta del público, los tres colegas de profesión charlaron sobre la división que provocó la Guerra Civil en la vida de los abuelos y bisabuelos de los jóvenes de hoy. “
Esta lucha devino en la falta de reconocimiento de la razón y las virtudes del otro.
Solo con la cultura y el conocimiento se puede acabar con eso, pero resulta que los jóvenes casi no leen y los profesores no se comprometen”, dijo Pérez-Reverte después de explicar, a petición de Jabois, que su libro es delgado (144 páginas) e ilustrado para facilitar la lectura y la comprensión en las escuelas.
Los textos (“neutros, objetivos, sin partidismos”) van recorriendo en breves capítulos, cada uno de ellos de una página, el conflicto, desde sus raíces políticas hasta el triunfo franquista en 1939, con una pequeña extensión al exilio republicano, la Segunda Guerra Mundial, la lucha del maquis o el retorno de la democracia tras la muerte del dictador.
A ello añade un glosario de términos esenciales y una cronología y mapas de las zonas controladas por cada bando entre el golpe militar de julio de 1936 y el fin de la guerra. La obra va ya por su segunda reimpresión, según precisó Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara.
El volumen “no sería el mismo sin las ilustraciones de Fernando Vicente [una por cada capítulo]. Con esa visión cartelística, vintage, como dicen ahora, le ha dado esa imagen que ha ido perfecta con los textos”, subrayó Pérez-Reverte.
Y recordó que la idea de contar para los jóvenes la guerra le surgió tras conocer, e indignarse, que un libro de texto enseñaba que Federico García Lorca “murió cerca de su pueblo durante la guerra de España” o que Antonio Machado “fue elegido miembro de la Real Academia.
Pasados unos años, fue a Francia con su familia y allí vivió hasta su muerte”.
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