Mañana empieza en Santiago uno de los juicios más mediáticos, con 100 informadores acreditados, 134 testigos y peritos y dos únicos acusados, los padres de la pequeña.
La
conocida como Sala de Bodas de los juzgados de Compostela, el mismo
espacio que acogió hace pocos meses el también mediático proceso contra
el ladrón del Códice Calixtino, está ya lista y a punto para servir de escenario, entre mañana y los últimos días de octubre, al juicio por la muerte de Asunta Basterra Porto,
la niña de 12 años que apareció muerta cerca de Santiago en la
madrugada del 22 de septiembre de 2013.
Hay dos únicos acusados: el
padre, el periodista Alfonso Basterra; y la madre, la abogada Rosario Porto
.
El juez instructor, José Antonio Vázquez Taín, los identificó desde el
principio con los hechos que reveló la autopsia del cuerpo de la menor,
que inmediatamente fue incinerado.
La cría había muerto
por asfixia mecánica con algún objeto blando después de haberle sido
suministrada una fuerte dosis de lorazepam para anular su voluntad y su
capacidad de lucha.
La
expectación es máxima
. Están acreditados un centenar de informadores,
entre ellos también medios extranjeros, para seguir durante todas estas
jornadas las declaraciones de los acusados (previsiblemente, entre el
jueves y el viernes de esta semana), y los testimonios de 80 testigos y
más de 50 peritos, entre ellos los propios agentes del equipo la Guardia
Civil en los que se apoyó el magistrado para desentrañar el caso.
El juicio
arranca con la constitución del jurado, la elección a puerta cerrada
entre unos 25 nombres de personas de la provincia preseleccionados por
sorteo.
Los padres de Asunta, encarcelados desde su detención a los
pocos días de la muerte, en la prisión coruñesa de Teixeiro, han elegido
no asistir a este trámite inicial.
Cada parte personada podrá recusar a
dos miembros del jurado (en total cuatro: dos por parte de la abogada y
el abogado del padre y la madre, y otros dos por la acusación popular,
ejercida por la Asociación Clara Campoamor).
Si se alcanza la cifra
máxima y hay cuatro recusados, entre las personas que queden, se
elegirán 11 por sorteo, nueve titulares y dos suplentes.
La sala donde
se celebrará el juicio ha sido reformada para dar cabida a estos jurados,
que en principio, si no surgen inconvenientes, tendrían que quedar
fijados al término de la sesión
. Una vez constituido el jurado, el día
siguiente se dedicará a las alegaciones previas y la proposición de
pruebas, y tras ello llegará la declaración de los acusados, que siempre
negaron haber matado a su hija.
La acusación popular pide 20 años de cárcel por un delito de asesinato,
dos más que la fiscalía.
Las defensas, en cambio, reclaman la libre
absolución y apuntan a la existencia de una tercera vía (y por tanto una
tercera persona, en libertad) que el juez no exploró debidamente.
Desde
el principio, el caso Asunta, la niña adoptada en China por un
matrimonio socialmente acomodado de Santiago y supuestamente muerta una
década después por estos padres adoptivos, hizo correr ríos de tinta
(publicaciones periódicas e incluso libros) y dio materia para infinidad
de programas televisivos.
La investigación sacó a la luz abundantes aspectos sórdidos
de la vida familiar; secretos, problemas, y extraños hábitos de los
cónyuges; y la triste historia de una estudiante aplicada e hija
ejemplar cuyo riesgo de muerte nadie supo adivinar.
Los últimos
episodios delirantes los protagonizó la madre, cuando trascendió un
supuesto intento de suicidio en prisión y cuando, hace una semana, pagó
una esquela en memoria de su hija en varios medios de comunicación
gallegos.
La
instrucción acumula numerosos indicios contra Basterra y Porto (el
lorazepam, las contradicciones en los interrogatorios, las grabaciones
de cámaras urbanas, las cuerdas con las que apareció atado el cadáver,
iguales a otras halladas en el chalé familiar), pero ninguna prueba
irrefutable.
Ahora, el jurado tiene la palabra.
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