Ya en otros de sus libros, como El adversario o Limónov, había demostrado Carrère su maestría para acercarse a una historia real y un personaje existente sin colar en ningún momento sus hipótesis por hechos probados; dando al lector lo que es posible dar a partir de una documentación que siempre es incompleta y cuestionable, habituándole a convivir con la incertidumbre y en cierto modo invitándole a salir de su zona de comodidad para arriesgar sus propias suposiciones
. Este ejercicio lo lleva ahora al extremo por la entidad de las figuras que comparecen en su relato, pero también porque se trata de seres marcados por la impronta de la fe, y cuya historia versa, justamente, sobre la capacidad de suscitar la fe en otros". Por LORENZO SILVA
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