Pedro del Hierro Madrid y Delpozo confirman en la pasarela neoyorquina una nueva percepción internacional de la moda española.
La moda española es un sector bipolar. Mientras gigantes de la distribución como Inditex, Mango o Pronovias
crecen imparables, la mayor parte de los diseñadores sobrevive gracias a
la costura a medida y las licencias. La relevancia internacional de la
industria resulta indiscutible, pero su capital creativo pasa casi
inadvertido. Al menos hasta ahora. Porque, según Carmen March,
esta paradoja comienza a resolverse. La creadora presentó el martes su
colección para Pedro del Hierro Madrid en la semana de la moda de Nueva
York y asegura que, al menos en el mercado estadounidense, se advierte
un cambio de percepción.
“Desde el punto de vista económico, España tiene un gran peso gracias a grupos que son número uno a nivel mundial.
Ahora empiezan a reconocernos también como un referente a nivel de sensibilidad y a nivel de excelencia en los materiales y métodos de trabajo”, asegura.
A este incipiente interés contribuyen marcas como la que ella o Josep Font lideran.
Proyectos que demuestran hasta qué punto puede ser beneficiosa la colaboración entre fabricantes y diseñadores, aún tan rara como necesaria en España. March unió hace tres años su talento al músculo productor de Cortefiel, el grupo que está detrás de Pedro del Hierro Madrid. Juntos llevan cuatro temporadas haciéndose un hueco en la cita neoyorquina a base de constancia y un producto bien pensado y mejor realizado.
La última prueba de ello es la colección inspirada en el destape que llevaron hasta un congelado Manhattan. Vestidos de terciopelo con cristales de Swarovski bordados, pantalones bombacho y chalecos largos.
Además de la alegría de vivir que transmitían las prendas, destaca el trabajo de investigación en tejidos y acabados que encierra la propuesta de March.
“Quería que mis chaquetas tuviesen la misma fluidez que una camisa de seda, trasladar la ligereza de los últimos setenta a los tejidos masculinos, y para conseguirlo investigamos mucho en el patronaje y la concepción de la prenda”.
El resultado: piezas capaces de acompañar a la mujer de la tarde al amanecer.
Este es también el segundo año que Josep Font desfila en Nueva York como director creativo de Delpozo, propiedad de la compañía Perfumes & Diseño.
Esta pasarela que, en palabras del diseñador, es “una ventana al mundo” ha catapultado a la marca hasta el punto de que prevén lanzar colecciones de prefall y resort a partir del próximo diciembre
. Se trata de dos colecciones más comerciales y generalmente menos extensas que algunas firmas presentan entre las dos principales.
Es decir, entre otoño/invierno y primavera/verano.
El objetivo es renovar su propuesta en el punto de venta el doble de veces. Aunque es una práctica muy extendida –y discutida-, en España ninguna firma la desarrolla. Pero como le gusta recalcar a Pedro Trolez, presidente de Perfumes & Diseño, Delpozo está concebido como un proyecto global no nacional. “Existe demanda para que ampliemos nuestra oferta, pero a nivel internacional
. En España solo tenemos un punto de venta, mientras que, por ejemplo, en Estados Unidos contamos con ocho, y en China con cinco”, argumenta Font.
La colección presentada este miércoles explica por sí sola el éxito de su firma.
Abrigos capa de paño de lana con oníricos dibujos de piel, chaquetas new look de triple organza y un bordado de aplicaciones en tres dimensiones que recorre desde vestidos de silueta años sesenta hasta toreras.
Todo un despliegue de meticulosidad y amor por la costura que ha seducido a prensa y compradores internacionales. En su primera fila, desde representantes de la plataforma de lujo online Moda Operandi hasta periodistas de las principales publicaciones de referencia en el sector, como Women's Wear Daily (WWD).
La expectación informativa de estas últimas jornadas se concentró en el desfile de Óscar de la Renta, el primero de la marca desde que el creador que le da nombre falleciese el pasado octubre. Poco antes de morir, elegía a Peter Copping, director creativo de Nina Ricci desde 2009, como sustituto. El interés generado en torno a su debut el pasado martes respondía a dos razones. La primera y más obvia: comprobar cómo este inglés resolvía la difícil tarea de suceder a uno de los hombres más admirados de la moda estadounidense. El segundo motivo por el que su desfile resultaba relevante es que su éxito o fracaso podría animar a otras marcas lideradas por diseñadores provectos –Giorgio Armani (81 años), Karl Lagerfeld (83), Ralph Lauren (76)- a seguir el ejemplo de De la Renta. Lo visto sobre la pasarela quizá les empuje a comenzar a buscar su relevo. La colección de Copping fue un homenaje bello aunque demasiado literal al archivo histórico de la casa: blusas románticas, femeninos trajes de chaqueta y vestidos de noche con incrustaciones. Piezas que permiten albergar esperanzas en esta nueva etapa.
A quien nadie puede negarle que posea un discurso creativo propio es a dos parejas de diseñadoras con voces muy personales. Kate y Laura Mulleavy, de Rodarte, y Luella Bartley y Katie Hiller, de Marc by Marc Jacobs. Las blusas de encaje y vestidos asimétricos de lentejuelas de las primeras son algo difícil de encontrar en el mercado e imposible de hallar sobre la pragmática pasarela estadounidense. Oníricas y evocadoras, trasladan a la audiencia a un lugar atractivo pero retador. Mientras, en Marc by Marc Jacobs asumen la dosis estratégica de rebeldía para resultar provocadores sin salirse de la vía más comercial.
El décimo aniversario de la marca 3.1. Phillip Lim fue el momento elegido por el diseñador que le da nombre para repensar sus códigos. Los elementos de sastrería masculina y las referencias deportivas que han definido la marca se trasladan a siluetas poco definidas, patrones desestructurados y juegos de superposiciones que, pese a lo que pudiera parecer sobre el papel, dan como resultado una propuesta nítida y fácil.
Donna Karan cae en el efecto contrario al recargar en exceso sus propuestas. La mujer que fundó hace 30 años un imperio ofreciendo a las mujeres trabajadoras una guardarropa poderoso y chic, la diseñadora que habla directamente a su compradora desde la pasarela, esa empresaria, facturó una colección situada en medio de ninguna parte.
“Desde el punto de vista económico, España tiene un gran peso gracias a grupos que son número uno a nivel mundial.
Ahora empiezan a reconocernos también como un referente a nivel de sensibilidad y a nivel de excelencia en los materiales y métodos de trabajo”, asegura.
A este incipiente interés contribuyen marcas como la que ella o Josep Font lideran.
Proyectos que demuestran hasta qué punto puede ser beneficiosa la colaboración entre fabricantes y diseñadores, aún tan rara como necesaria en España. March unió hace tres años su talento al músculo productor de Cortefiel, el grupo que está detrás de Pedro del Hierro Madrid. Juntos llevan cuatro temporadas haciéndose un hueco en la cita neoyorquina a base de constancia y un producto bien pensado y mejor realizado.
La última prueba de ello es la colección inspirada en el destape que llevaron hasta un congelado Manhattan. Vestidos de terciopelo con cristales de Swarovski bordados, pantalones bombacho y chalecos largos.
Además de la alegría de vivir que transmitían las prendas, destaca el trabajo de investigación en tejidos y acabados que encierra la propuesta de March.
“Quería que mis chaquetas tuviesen la misma fluidez que una camisa de seda, trasladar la ligereza de los últimos setenta a los tejidos masculinos, y para conseguirlo investigamos mucho en el patronaje y la concepción de la prenda”.
El resultado: piezas capaces de acompañar a la mujer de la tarde al amanecer.
Este es también el segundo año que Josep Font desfila en Nueva York como director creativo de Delpozo, propiedad de la compañía Perfumes & Diseño.
Esta pasarela que, en palabras del diseñador, es “una ventana al mundo” ha catapultado a la marca hasta el punto de que prevén lanzar colecciones de prefall y resort a partir del próximo diciembre
. Se trata de dos colecciones más comerciales y generalmente menos extensas que algunas firmas presentan entre las dos principales.
Es decir, entre otoño/invierno y primavera/verano.
El objetivo es renovar su propuesta en el punto de venta el doble de veces. Aunque es una práctica muy extendida –y discutida-, en España ninguna firma la desarrolla. Pero como le gusta recalcar a Pedro Trolez, presidente de Perfumes & Diseño, Delpozo está concebido como un proyecto global no nacional. “Existe demanda para que ampliemos nuestra oferta, pero a nivel internacional
. En España solo tenemos un punto de venta, mientras que, por ejemplo, en Estados Unidos contamos con ocho, y en China con cinco”, argumenta Font.
La colección presentada este miércoles explica por sí sola el éxito de su firma.
Abrigos capa de paño de lana con oníricos dibujos de piel, chaquetas new look de triple organza y un bordado de aplicaciones en tres dimensiones que recorre desde vestidos de silueta años sesenta hasta toreras.
Todo un despliegue de meticulosidad y amor por la costura que ha seducido a prensa y compradores internacionales. En su primera fila, desde representantes de la plataforma de lujo online Moda Operandi hasta periodistas de las principales publicaciones de referencia en el sector, como Women's Wear Daily (WWD).
La expectación informativa de estas últimas jornadas se concentró en el desfile de Óscar de la Renta, el primero de la marca desde que el creador que le da nombre falleciese el pasado octubre. Poco antes de morir, elegía a Peter Copping, director creativo de Nina Ricci desde 2009, como sustituto. El interés generado en torno a su debut el pasado martes respondía a dos razones. La primera y más obvia: comprobar cómo este inglés resolvía la difícil tarea de suceder a uno de los hombres más admirados de la moda estadounidense. El segundo motivo por el que su desfile resultaba relevante es que su éxito o fracaso podría animar a otras marcas lideradas por diseñadores provectos –Giorgio Armani (81 años), Karl Lagerfeld (83), Ralph Lauren (76)- a seguir el ejemplo de De la Renta. Lo visto sobre la pasarela quizá les empuje a comenzar a buscar su relevo. La colección de Copping fue un homenaje bello aunque demasiado literal al archivo histórico de la casa: blusas románticas, femeninos trajes de chaqueta y vestidos de noche con incrustaciones. Piezas que permiten albergar esperanzas en esta nueva etapa.
A quien nadie puede negarle que posea un discurso creativo propio es a dos parejas de diseñadoras con voces muy personales. Kate y Laura Mulleavy, de Rodarte, y Luella Bartley y Katie Hiller, de Marc by Marc Jacobs. Las blusas de encaje y vestidos asimétricos de lentejuelas de las primeras son algo difícil de encontrar en el mercado e imposible de hallar sobre la pragmática pasarela estadounidense. Oníricas y evocadoras, trasladan a la audiencia a un lugar atractivo pero retador. Mientras, en Marc by Marc Jacobs asumen la dosis estratégica de rebeldía para resultar provocadores sin salirse de la vía más comercial.
El décimo aniversario de la marca 3.1. Phillip Lim fue el momento elegido por el diseñador que le da nombre para repensar sus códigos. Los elementos de sastrería masculina y las referencias deportivas que han definido la marca se trasladan a siluetas poco definidas, patrones desestructurados y juegos de superposiciones que, pese a lo que pudiera parecer sobre el papel, dan como resultado una propuesta nítida y fácil.
Donna Karan cae en el efecto contrario al recargar en exceso sus propuestas. La mujer que fundó hace 30 años un imperio ofreciendo a las mujeres trabajadoras una guardarropa poderoso y chic, la diseñadora que habla directamente a su compradora desde la pasarela, esa empresaria, facturó una colección situada en medio de ninguna parte.
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