Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 feb 2015

La hora final

La hora final

Estremecedora producción y tremendo alegato contra la inutilidad de la guerra y la estupidez de los hombres que solo hacen uso de ella, en perjuicio del resto de la humanidad para resolver sus insignificantes diferencias.
La película es un bien resuelto drama llevado por un Stanley Kramer en plena forma, para hacer producciones cinematográficas de gran calidad artística y comercial contando con un elenco de actores que ya estaban consagrados dentro del star system de Hollywood.
Basada en la novela "On the Beach" escrita por Nevil Shute en plena época de La Guerra Fría, la película posee la virtud de advertir sobre el peligro que supone el uso intencionado o accidental de las armas de destrucción masiva, y que por desgracia sigue siendo un tema de plena actualidad mientras exista la posesión de tales armas por parte de países beligerantes que se atribuyen el derecho de hacerse con el control, con la excusa de otorgarnos una supuesta seguridad que ni ellos mismos nos pueden dar frente a otros.
Una gran historia lleno de momentos inolvidables con un estupendo Gregory Peck y una maravillosa Ava Gardner que posteriormente también tuvo su remake en formato televisivo en el año 2000 en una producción dirigida por Russell Mulcahy.
Interesante reflexión la que nos ofrece Stanley Kramer sobre el fin de la humanidad a mano de la misma humanidad. El hombre que pone fin al propio hombre mediante la guerra nuclear. El último sitio en llegar la radioactividad es Australia. Allí se concentran los últimos supervivientes de la humanidad. Allí intenta vivir una vida normal, con la esperanza de que no les llegará la radioactividad.
La película es toda una reflexión sobre el desastre que podría hacer el hombre con tan solo “apretar un botón”. La película se muestra bastante neutral a la hora de culpar a ninguna nación en concreto. Se habla de una supuesta tercera guerra mundial, pero nunca se llega a explicar el por qué ni el cómo ni los principales implicados. El gran responsable es el hombre mismo; la inteligencia del hombre le llevó a construir un arma mortífera que traería la destrucción del mundo.
Es una película llena de escenas maravillosas. Se compaginan la ternura de una pareja con su hija, con escenas de máxima angustia como la del marine que decide “auto suicidarse” quedándose en la asolada ciudad de San Francisco contaminada por la radioactividad.
Maravillosa la interpretación de Fred Astaire como el alcohólico científico. También la interpretación de Gregory Peck y Ava Gardner que casi le roban protagonismo a la propia historia. Y discreta la interpretación de Anthony Perkins.
Son soberbias las últimas escenas de la desolada Australia, como también las de la soledad de San Francisco, con sus empinadas calles solitarias... Y ante esa hora final de la humanidad, queda una pregunta volando en esa soledad de las grandes ciudades del mundo: ¿Quién fue el “ganador” de esta guerra? ¿Para que quiere ahora la “victoria”? ¿De qué le sirvió la guerra?
Es un filme apocalíptico pero encarado más como un sentido drama que como una convencional cinta de acción con supervivencia. Ésa es la característica distintiva de esta película, que nos muestra mucho el aspecto psicológico y anímico de los personajes que esperan día a día que el mundo se acabe por completo debido a la contaminación nuclear.
El pánico nuclear de la guerra fría estuvo sobredimensionado. Así de claro. Probablemente el mundo nunca estuvo más seguro que con la política de bloques, la bipolaridad y la disuasión nuclear de las superpotencias. Hoy ya no es así, y la situación de peligro es mayor que antes, aunque en cualquier caso no existe, repito, no existe, ninguna posibilidad de guerra nuclear total, sí de bombas sucias radioactivas por parte de algún grupo terrorista.

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